¿Quién es Wes Anderson? ¿en qué género/s se inscribe su cine? En este artículo vamos a intentar responder estas preguntas, analizando las principales características que definen su estilo.
Wes Anderson es considerado por el crítico de cine Matt Zoller como uno de los cineastas americanos más influyentes de la generación post-baby boom. De hecho, el Registro Nacional Fílmico de Estados Unidos eligió en 2016 Academia Rushmore (1998) como la película de ficción más reciente –en ese momento– que merecía ser conservada por su relevancia cultural, histórica y estética.
Su equipo técnico apenas ha variado a lo largo de los años, ya que prefiere trabajar con un grupo de confianza para obtener mejores resultados: entre sus colaboradores habituales destacan los nombres de Robert Yeoman, director de fotografía, Mark Mothersbaugh, compositor, o sus amigos Owen Wilson y Noah Baumbach, todos ellos artistas muy reconocidos.
Además, cuenta siempre con la actuación de veteranos de la industria como Anjelica Huston, Willem Dafoe, Adrien Brody o Bill Murray, que se entrelazan con actores sin experiencia como los protagonistas de Moonrise Kingdom (2012): Kara Hayward (Suzy) y Jared Gilman (Sam).
Al volcar sus experiencias personales en las películas, las vuelve en cierto sentido autobiográficas. Uno de los temas recurrentes es la existencia de una familia desestructurada en la que se estudia la complejidad de las relaciones personales –el mejor ejemplo sería Los Tenenbaums: Una familia de genios (2001)– algo que se encuentra estrechamente relacionado con el divorcio de sus padres, hecho reconocido por el propio cineasta como el más traumático y el que más le afectó en su infancia. Moonrise Kingdom, por ejemplo, cuenta la historia que el director soñaba vivir cuando tenía la edad de los protagonistas, y el protagonista de Academia Rushmore se asemeja a Anderson ya que tras terminar sus estudios en una escuela privada se trasladó a un instituto público en el que siguió llevando su antigua americana, como un símbolo de honor. Por otra parte, antes de realizar Viaje a Darjeeling (2007) viajó con otros miembros del grupo a la India en un tren, de forma que podríamos decir que vivieron la película antes de que fuera rodada.
Explora las relaciones personales desde el dolor y la pérdida, con un particular foco en la paternidad, mostrando a los niños como personas mucho más maduras mientras que los adultos resultan un tanto egoístas en su búsqueda de algo que los complete, como sucede en Life Aquatic o en Viaje a Darjeeling. Sus personajes pertenecen a distintas clases sociales, como indica, por ejemplo, su uso del lenguaje en Fantástico Sr. Fox (2009) con el francés y el latín, o la ropa que llevan, en Los Tenenbaums, y en ocasiones viven como nómadas al asentarse en hoteles, como pasa en El Gran Hotel Budapest (2014).
Desde su primer corto, The Skateboard Four, Anderson ha continuado con el uso y adaptación de referencias literarias –entre las que destacan Roahl Dahl para Fantástico Sr. Fox o Stefan Zweig, que sirvió de influencia para El Gran Hotel Budapest– que se complementan, a su vez, con el uso de libros o pinturas como herramientas metanarrativas. Otra característica es su peculiar uso de la violencia, que sirve como contrapunto a su estilo naif, por lo que resulta chocante, sobre todo al tener como protagonistas a personajes jóvenes, como en Academia Rushmore o en Moonrise Kingdom. De hecho, la presencia de la sangre es aún menos común en sus películas, por lo que cuando aparece tiene un gran impacto emocional.
Sus influencias más destacadas son Jean Renoir, Orson Welles, Satyajit Ray y, en especial, François Truffaut. Anderson hace referencias conscientemente a este último, ya que comparten con él un interés similar por la infancia y la madurez. Por este motivo, la película que más le ha influenciado ha sido Los 400 golpes (François Truffaut, 1959), que determinó que Academia Rushmore sea tal y como la vemos actualmente.
Sus obras destacan por el rechazo de las nuevas tecnologías y tendencias. Mientras otros directores optan por utilizar CGI o filmar en HD, Wes Anderson prefiere las maquetas, el stopmotion, el celuloide y las técnicas fílmicas tradicionales. De esta forma, su manera de trabajar es más artesanal al recrear los escenarios, como en el caso del barco de Life Aquatic (2004).
Podemos considerar que realiza lo que se conoce como cine de autor, que se caracteriza por contar con un director que se involucra en todas las fases del proceso creativo de su obra, introduciendo una determinada cosmovisión en cada una de sus películas. Además, se considera generalmente como cine independiente, tal y como afirma Geoff King, que lo incluye en su libro American Independent Cinema. A pesar de que el concepto de cine indie se encuentre en continuo debate entre los críticos, y sea redefinido constantemente también por el público o la propia industria, podemos asociarlo con algunas de las siguientes características: la aparición de diálogos con una finalidad que se aleja del avance de la trama, el alejamiento de las convenciones instaladas en el cine comercial, su subversión con una finalidad humorística, el control del proceso creativo o la adopción de una serie de decisiones artísticas que no obedecen a la demanda del mercado, aunque la principal característica sea su escaso presupuesto debido a que estas películas en muchas ocasiones son autoproducidas.
A pesar de que el cine de Wes Anderson se considere independiente, ya que su primer corto fue presentado en el Sundance Film Festival (una iniciativa de Robert Redford para apoyar este tipo de cine alejado de la industria y el mercado), sus películas han estado siempre respaldadas por grandes productoras como Touchstone Pictures o Fox Searchlight Pictures, por lo que se alejan de la definición estricta de este tipo de cine. De todos modos, Anderson, como hemos visto, no ha dejado de involucrarse personalmente en sus proyectos, controlando buena parte de su proceso creativo. Sus películas, además, cuentan con muchas de las características estéticas y temáticas que hemos mencionado. Es un tipo de cine que cuenta con total libertad creativa, lo que aprovecha para sorprender con recursos narrativos y visuales poco habituales.
Uno de los problemas que se encuentran los críticos a la hora de abordar su obra es que fluctúa entre distintos géneros, como la comedia romántica, la tragedia o el documental. Aún así, han sido varios los intentos de categorizar su cine. Es el caso del historiador cultural Jeffrey Sconce, que lo incluyó dentro de lo que denominó “smart cinema”, un movimiento fuera de la corriente del cine hollywoodiense y que tiene como principales características el uso de ironía y nihilismo que responde a una creciente tendencia cultural hacia el uso de la parodia y el sarcasmo como reflejo del rechazo que sienten las nuevas generaciones hacia su realidad. Como comenta la profesora de estudios de cine Whitney Crothers, este uso de la ironía se usa también en las películas como una forma de filtrar un sentimiento más profundo, lo que la vuelve un producto en apariencia más superficial.
Como vemos, encontramos una contradicción entre los teóricos, ya que se incluye en el denominado “smart cinema”, que se diferencia como hemos visto por el uso de la ironía, pero también lo ha incluído Jim Collins en lo que denominó el movimiento de la “new sincerity”, que surge como respuesta a un período de ironía y sarcasmo y que se distingue por una sensación de seriedad y sinceridad que provoca empatía con los personajes o con su situación. De esta incongruencia se dio cuenta el teórico fílmico Warren Buckland, quien en su artículo “Wes Anderson: A ‘Smart’ Director of the New Sincerity?” (2002) incluye al director estadounidense en ambas corrientes, teniendo en cuenta que no se le puede encasillar en una en particular ya que comparte características con ambas.
Dentro de las críticas que se profieren a la producción de Wes Anderson se incluye esta distancia que se encuentra el espectador frente a la historia y que en ocasiones puede transmitir la idea de que la película carece de un significado más profundo. Además, se le achaca en sus filmes cierta tendencia xenófoba y machista al representar principalmente familias patriarcales, blancas y privilegiadas, mostrando una visión sesgada de la realidad.
Los personajes negros son sirvientes, como en Los Tenenbaums, donde uno es el ayudante de Royal y el otro es la pareja de Etheline, que se presenta como una amenaza para Royal. En otros casos son simplemente parte del decorado, se muestran como algo exótico para los protagonistas pero no tienen ninguna relevancia, como en Viaje a Darjeeling. El único caso que parece escaparse de esto es El Gran Hotel Budapest, en la que el protagonista es inmigrante. En su última película, Isla de perros (2018), nos muestra los clichés de la cultura japonesa y a los perros hablando un perfecto inglés mientras los japoneses hablan su propio idioma sin subtítulos y la situación se salva gracias a una niña blanca. Por otra parte, el peso de las historias lo llevan los hombres. Los únicos personajes femeninos importantes son Suzy, en Moonrise Kingdom, y Margot en Los Tenenbaums. En el caso de Suzy, si bien es el personaje femenino más definido de la filmografía de Anderson, se muestra como una mujer algo sexualizada (a pesar de su temprana edad) y que depende de Sam. De Margot, en cambio, a penas sabemos nada de ella, al igual que su familia. En varios casos, las mujeres sólo aportan a la historia al tener una relación afectiva con uno de los personajes, como es el caso de la propia Margot o Etheline. A veces, incluso la xenofobia y el machismo se entrelazan: tanto en Bottle Rocket (1996) como en Viaje a Darjeeling dos personajes femeninos y extranjeros aparecen únicamente para que el protagonista tenga una aventura exótica.