Crítica – ‘Green Book’

Título original: Green Book

Año: 2018

Duración: 130 min

País: Estados Unidos

Dirección: Peter Farrelly

Guion: Brian Hayes Currie, Peter Farrelly, Nick Vallelonga

Música:Kris Bowers

Fotografía: Sean Porter

Reparto: Viggo Mortensen, Mahershala Ali, Iqbal Theba, Linda Cardellini

Productora: Universal Pictures / Participant Media / DreamWorks SKG / Innisfree Pictures / Wessler Entertainment

 

Existe todo un subgénero cinematográfico de películas basadas en hechos reales que acaban con una de serie de textos en los créditos finales que aclaran que los protagonistas acabaron siendo amigos para toda la vida. Basta con ver el tráiler o incluso el cartel de Green Book para saber que esta es una de esas películas.

Esto no tiene por qué ser algo malo. Muchas de las críticas negativas que está recibiendo el filme de Peter Farrelly van enfocadas precisamente a que su historia es demasiado previsible. No todos los guiones con tramas sorprendentes o con giros inesperados son buenos, ni son malos si carecen de esos elementos.

Green Book no destaca por su trama (ni falta que le hace) pero sí por sus diálogos. Es cierto que la relación entre un refinado pianista clásico negro y su chófer, un buscavidas italoamericano, a principios de los sesenta promete; pero en esas bocas hay que poner las palabras adecuadas y Green Book lo hace, consiguiendo llevar toda la película a través de las conversaciones entre sus dos protagonistas.

Estos personajes requerían una interpretación de cierto nivel para que la película fuese realmente infalible, para eso están Mahershala Ali y Viggo Mortensen. El primero se aleja de personajes que le han dado la fama como Juan en Moonlight o Cottonmouth en Luke Cage e interpreta de manera muy precisa a Don Shirley, un genio con una cultura infinita que no sabe cuál es su lugar fuera de los grandes auditorios. Por otro lado está Viggo Mortensen, que acostumbrados a verle interpretando a personajes aventureros, misteriosos o de moral ambigua aquí le da vida (con barriga cervecera incluida) a Tony Lip, un hombre sencillo con buen fondo pero a veces con formas dudosas y un maravilloso acentazo italoamericano.

Tony y Don, como podrá imaginar el espectador, cambiarán sus perspectivas gracias al otro. Uno acaba siendo menos racista y el otro menos clasista, solo falta que suene Ebony and Ivory. El problema es que por muy previsible que sea cuál va a ser el final de ambos, el proceso que siguen es algo errático. A Tony se le presenta al principio como alguien bastante racista a través de un par de gestos, pero una vez empiezan su relación este trata a Don como a un igual excepto en un par de momentos. Sin embargo la película transmite que Don tiene más que aprender de su chófer supuestamente racista que al revés, llegando al punto en el que el pianista ejerce más de institutriz que de otra cosa mientras que Tony ayuda a que este baje de su trono para que disfrute de la vida y vea que todos somos iguales.

A pesar de ello Green Book cumple sus funciones como road movie, buddy movie, feel good movie y todas las movies, repitiendo la gran mayoría de sus clichés (ya sea para bien o para mal). Incluso ese final en el que hay que llegar a casa para la cena de Nochebuena la convierte un poco en una Christmas movie.

Green Book tiene claro que película es y que quiere que el espectador pase un buen rato y se sienta bien consigo mismo, lo cual no es necesariamente malo. Es cierto que en ella rebosan los clichés, que podría enfocar ciertas temáticas de otras maneras, que en algunos momentos es paternalista y autocomplaciente, que la dirección no es nada del otro mundo y que nadie refleja el ambiente italoamericano como ya lo hizo en su día Scorsese. Aún así Peter Farrelly regala 130 minutos estupendos, con dos actores inmensos y con una historia que merece la pena ver.

Lo mejor: la interpretación de los actores protagonistas y los diálogos.

Lo peor: su autocomplacencia y el exceso de clichés.