Crítica – ‘Cantinflas’

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Título original: Cantinflas

Año: 2014

Duración: 106 min

País: México

Director: Sebastián del Amo

Guión: Edui Tijerina, Sebastián del Amo

Música: Roque Baños

Fotografía: Carlos Hidalgo

Reparto: Óscar Jaenada, Michael Imperioli, Ilse Salas, Luis Gerardo Méndez, Ximena González Rubio, Ana Layevska, Gabriela de la Garza, Teresa Ruiz, Rodrigo Murray, Bárbara Mori, Diana Lein, Joaquín Cosío, Julian Sedgwick, Mario Zaragoza, Carlos Aragón, Roberto Sosa, Eduardo España, Adal Ramones, Julio Bracho, Mario Iván Martínez, Javier Gurruchaga, Juan Carlos Colombo, Cassandra Cianguerotti, Alejandro Calva, Dagoberto Gama, Luis Arrieta, Jorge Zárate, Moisés Arizmendi, Humberto Busto, Hector Kotsifakis, Carlos Corona, Flor Payán, Otto Sirgo, Roger Cudney

Productora: Kenio Films / Pantelion Films

Género: Comedia/ Drama

Es muy difícil hacer un biopic. Lo es más aún si la figura a estudiar ha tenido una dilatada experiencia profesional y personal porque cuando te enfrentas al reto de dónde enfocar tu nudo de acción debes elegir una opción entre miles. A Cantinflas, de Sebastián del Amo, le pasa lo que a la mayoría de biopics que caminan sin pena ni gloria por nuestras carteleras, quieren contar mucho en poco tiempo. En el caso que nos ocupa, no son sus 106 minutos de duración el principal problema, sino su estructura.

Cantinflas comienza por una escena en la que conocemos al productor Mike Todd (Michael Imperioli) en su desesperado intento por poner cabezas de cartel a una película donde sus inversores han dejado mucho dinero y que parece no estar llegando a ninguna parte, La vuelta al mundo en 80 días. Todd se encuentra en una situación límite, necesita una estrella para convencer a sus productores de que no les está vendiendo humo, y la necesita en una semana. Surge el nombre de Mario Moreno, y tras ser rechazado por el director se nos presenta la figura de un joven y timorato mexicano que alcanzará la fama internacional.

Con lo cual la estructura te la están dando en bandeja desde primera hora: la película transcurrirá entre el presente (el que ocupa Mike Todd en esa semana de infarto) y el pasado (la construcción del mito de Cantinflas). Como espectador, ya sabemos desde el primer minuto que la película irá por ahí y que obviamente Cantinflas acabará firmando salvando el culo y la película al productor. Es un biopic, el tema de la previsibilidad es algo irrelevante. No juega a ello. Sin embargo, cuando te dan una película tan mascada esperas que el camino para degustar el plato esté lleno de sorpresas.

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Ilse Salas y Óscar Jaenada, en una escena de la película.

Y las sorpresas son esos pedazitos de vida de Cantinflas, ese enigmático personaje y cómo le afectó su camino hacia el estrellato. Y la película lo trata, sí, pero de una forma tremendamente superficial. A pesar de la fabulosa interpretación de Óscar Jaenada, sin duda lo mejor de la película y lo que hace que valga la pena sentarse a verla, el personaje queda un poco estereotipado. Se pierden matices entre tatos saltos temporales y escenas que no acaban de funcionar del todo bien, faltándole mucho de comedia a una película que no quiere prescindir de ella. Por no hablar de unos secundarios al borde de la cartulina, caracterizados a trazo grueso y sirviendo de puro regocijo del “cameo histórico”. Víctima de ello es, por ejemplo, un maduro Chaplin caricaturizado hasta el exceso.

Así, Cantinflas parece precisamente ‘cantinflear’ a lo largo de todo el metraje, como bien se explica en una de las escenas más lúcidas de la película. La película habla de mucho, sí, pero realmente poco o nada dice. Pasará sin pena ni gloria, muy lejos del homenaje que el talentoso multiusos Mario Moreno merece.

Lo mejor: Óscar Jaenada, en un ejercicio interpretativo y mimético sobresaliente.

Lo peor: La película quiere contar demasiado en tan poco tiempo que acaba por dejar pinceladas superficiales de una vida y un personaje a priori mucho más rico de lo que vemos en pantalla.

Nota: 5/10