Crítica – ‘Barash’

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Año: 2015

País: Israel

Director: Michal Vinik

Guión: Michal Vinik

Fotografía: Shai Peleg

Reparto: Reut Akkerman, Dvir Benedek, Koral Bosidon, Hila Gozlan, Einav Levi, Amit Muchtar, Irit Pashtan, Oleg Rodovilski, Hadas Jade Sakori, Sivan Noam Shimon, Bar Ben Vakil

Productora: Israel Film Fund / Lama Hafakot and Metro Tikshoret / Mifal Hapais

Género: Drama

Cuando uno asiste a un festival de cine LGBT sin haber tenido demasiada experiencia previa en ellos, espera encontrar películas trangresoras, que presenten historias atrevidas, y sobre todo, que prediquen con la idea de eliminar los prejuicios y normalizar cualquier tipo de orientación sexual. Esto es algo absolutamente necesario, y descubrir este cine es de carácter obligatorio, a pesar de que se haga la distinción de género cinematográfico en base a lo que se quiere presentar como totalmente normal.

Barash es una película cuya premisa se concibe a partir de esta idea base, pero que da una impresión negativa sobre ello, y concretamente, sobre la homosexualidad. La directora y guionista, Michal Vinik, presenta a Naama como una chica rebelde, que se opone a las tradiciones judías, y su particular forma de protesta es la de adoptar el estilo de vida típico de la figura del “malote” de instituto: bebe, fuma y muestra una actitud de pasotismo extremo frente a todo. El primer giro argumental llega cuando redescubre su sexualidad, y ahí es cuando también comienzan a aparecer los primeros problemas narrativos.

Barash trata una historia de amor adolescente, pero, ¿lo hace bien?

Barash trata una historia de amor adolescente, pero, ¿lo hace bien?

Naama busca la evasión, olvidar todos los problemas que le aguardan al llegar a casa cada día, y parece que la salida o solución que propone la directora es la homosexualidad, tomándola como algo pasajero, una moda, “algo que hacemos todas con trece años” (como menciona uno de los personajes en la propia película). Y lo que es casi peor, da la sensación de que quiere demostrar que la homosexualidad que experimenta Barash es la causa de que su comportamiento se vuelva cada vez peor y más exagerado, llegando a límites desconocidos para ella hasta ese momento (porque como todo el mundo sabe, si uno es homosexual, su vida gira en torno a esnifar cocaína encerrado en un baño junto a veinte personas más, claro).

Sinceramente, si la intención de la directora era mostrar una historia juvenil de nuevas experiencias que no tienen nada de malo, le ha salido el tiro por la culata. ¿Está justificando la homosexualidad de Barash porque está inmersa en un ambiente deficiente, con una familia desestructurada, con un padre despreocupado y con aparente represión (que parece no existir en muchos momentos de la película)? Oiga, que esto es un mensaje nocivo.

Pista: No, no lo hace.

Pista: No, no lo hace

Si al espectador le interesa conocer el contexto social en el que la trama principal se desarrolla, Vinik ofrece la subtrama de la hermana desaparecida de Naama, que es uno de los puntos fuertes del metraje a pesar de confiar en que con unas pocas pinceladas es suficiente para concienciarlo. Son constantes las referencias al conflicto árabe-israelí de 1948, la alianza entre Estados Unidos e Israel (atención a la cantidad de banderas estadounidenses que visten los personajes), la militarización de la población desde muy temprana edad, la represión policial generalizada pero centralizada en ciudades árabes como Kfar Kassem, o la discriminación de la mujer, que en ocasiones se muestra como un mero objeto para conseguir droga o que tiene miedo a la hora de mostrar sus sentimientos fuera de locales de ambiente.

Siendo interesante a nivel contextual y aunque ciertas escenas están rodadas con una delicadeza genial con la intención de recordar ese primer amor adolescente y puro, cae en la apariencia de mostrar una idea negativa y dañina, a la que sólo le falta el típico asesino de adolescentes del slasher porque están siendo niños malos. Una verdadera pena.

Lo mejor:  Que se moleste en mostrar un contexto social desconocido para muchos, aunque no se moje en demasía. La composición de imagen tiene momentos sobresalientes y realmente bellos.

Lo peor:  Que la premisa, aparentemente buena, termine quedando muy difusa y esto tenga como consecuencia la transmisión de un mensaje nocivo.

Puntuación: 5/10