Desde la desaparición de Glee, las parrillas de programación se habían quedado un poco huérfanas de series musicales. Con el drama de Broadway que nos traía Smash o la estupenda sátira medieval de Galavant se intentó dar un nuevo empuje a este género. Por desgracia, ambas fueron canceladas tras su segunda temporada debido a sus bajos índices de audiencia. Es por esto que me sorprendió saber que la desenfrenada comedia musical de la CW, producida y protagonizada por Rachel Bloom, había sido renovada por una tercera. Así es, Crazy ex-girlfriend, esa desequilibrada ficción que parodia todos los estereotipos femeninos en cuestión de relaciones románticas consiguió retener un rating fiel por una temporada más. ¿Cuáles han sido las claves para sobrepasar la maldición de los musicales y mantenerse estable? Si aún no has visto la segunda temporada de la serie deja de leer AQUÍ, si no quieres toparte con ningún SPOILER.
No nos vamos a engañar las esperanzas de renovación al inicio de esta segunda temporada eran escasas. La principal causa era la marcha de Santino Fontana, uno de los mejores cantantes de la serie y el favorito de la audiencia para convertirse en el interés amoroso de la protagonista. El actor abandonaba la ficción para continuar su carrera en Broadway. No obstante, al contrario de lo esperado, el cierre que le dieron a la historia Greg-Rebecca y la justificación de la marcha del personaje fueron totalmente acertadas. Contraponiéndose al habitual tono infantil de «cuento de hadas» que caracteriza a Rebecca (Rachel Bloom), los guionistas decidieron ponerle los pies en la tierra pues, a pesar de que ambos se querían, Greg (Santino Fontana) no podía abandonar sus sueños por una relación que para él resultaba tóxica. Todo esto queda perfectamente reflejado en la última canción interpretada por Santino.
Pero antes de que Santino desapareciese de nuestras pantallas y Greg de la vida de Rebecca; Crazy ex-girlfriend abordó temas tan diversos, siempre con su habitual tono sarcástico, como el alcoholismo, las traiciones o los triángulos amorosos. Otros de los temas truculentos abordados esta temporada, y que le dieron un poco más de vida a la serie fueron: el aborto, las infidelidades o la difícil conciliación de la vida laboral y la familiar. Esta última temática la parodian al más puro estilo Uptown Funk.
No obstante, el tema que hizo levantar un poco el interés de los seguidores de la serie, cansados de las idas y venidas del infantil e indeciso Josh (Vincent Rodriguez III), era que Rebecca por fin parecía haberse dado cuenta de que no lo necesitaba un hombre a su lado para ser feliz. Una serie de disparatados acontecimientos acabaron con nuestra protagonista formando un grupo de mujeres empoderadas con Valencia (Gabrielle Ruiz) y Heather (Vella Lovell).’Friendtopia’ quiso ser una desternillante parodia de esa dependencia emocional femenina, de esos grupos de ‘amigas inseperables’ que tanto vemos en las series de televisión. ¡De locos!
Poco nos duró la diversión. Después de unos cuantos capítulos en los que Becks y Valencia juntaron fuerzas para vengarse de Josh e investigar compulsivamente a su nueva novia, nuestra inteligente pero ingenua abogada volvió a caer en los ‘encantos’ de Chan. Aunque bien es cierto, que pudimos ver una evolución del personaje cuando antepuso recuperar su amistad con Paula (Donna Lynne Champling) a volver a los brazos de su amado.
Con este retorno al círculo vicioso y tóxico, parecía que la ficción se encontraba de nuevo estancada y muy cerca del abismo de la cancelación. Sin embargo, un nuevo personaje llegaría para revitalizar la serie: Nathaniel (Scott Michael Foster). Consigo vendrían nuevas temáticas, más tramas centradas en la oficina, dándole la importancia que se merecían a los secundarios. Pero además de eso, el nuevo y atractivo dueño del despacho, descolocaría aún más la vida de Rebecca, cuestionando su compromiso con Josh y precipitandóla adelantar su boda para evitar caer en la tentación. Mención especial para la graciosa versión del vídeo de Thinking Out Loud de Ed Sheeran que ambos se marcan.
Parecía que esta temporada iba a terminar con el «comieron perdices» que Rebecca siempre se imaginó pues su boda con su ‘verdadero amor’ por fin se hacía realidad. Sin embargo, los que somos fieles seguidores de la serie sabíamos que esto nunca iba a pasar: los cuentos de hadas solo tenían cabida en la desbordante imaginación de Becks y no en su realidad.
El abandono de Chan (el cual repentinamente descubre la vocación espiritual) activa la mente de nuestra protagonista en unos flashbacks con los que los guionistas por fin rinden cuentas con la audiencia y nos permiten conocer el origen de los problemas psicológicos de la ‘ex-novia loca’: el miedo al abandono. Con una Rebecca con sed de venganza y por fin liberada y empoderada, la temporada ponía punto y final, dejándonos con ganas de más.