Las declaraciones de esta entrevista han sido editadas por motivos de claridad y concisión.
Hace un par de semanas, estuve echando una mano a unos amigos en el rodaje de un cortometraje. Fue la primera vez que trabajaba en un set desde que se desató la pandemia, aunque a estas alturas más o menos todos tenemos clara cuál es la forma adecuada de desenvolverse. Al principio es extraño, pero en un proyecto pequeño, las cosas suelen salir bien a poco que todos hagan lo suyo, y en este caso el resultado ha sido más que notable.
Pero, ¿y en un trabajo más grande? ¿Qué pasa con los largometrajes? Cuando no se tiene el respaldo económico de un gran estudio, proteger de la forma apropiada al equipo de rodaje es caro, y en ocasiones, lo mejor es aplazar el trabajo, aunque esto abra un nuevo abanico de problemas en todos los niveles.
Este fue uno de los dilemas a los que se enfrentaron Sarah Gamazo y Mario Garza, los jóvenes realizadores responsables de Censurada, la nueva película de la distribuidora Super 8, que llevó a las salas Carmen y Lola (Arantxa Echevarría, 2018).
Censurada es la historia de dos chicas que ocultan su amor durante el franquismo. También es la historia de un locutor que lucha por la libertad de expresión en esa misma época; y del nieto de este que, 60 años después, desenterrará la historia y se embarcará en su propio viaje de descubrimiento personal.
Como muchos habréis adivinado, la historia tiene un importante valor sentimental para los directores, que afirman que “viene de emociones de frustración que nosotros hemos sentido, como no poder ser uno mismo en lo personal y en lo profesional, no poder perseguir lo que queremos por presión social, por falta de autoestima”; pero también declaran sin miedo que la “semilla [de esta historia] estaba metida en nosotros, y en un viaje al pueblo de Sarah, el mundo de la historia cobró sentido”. Por todo esto, comenzaron a trabajar en una película que consideran que tiene un interés social a pesar de estar profundamente arraigada en emociones personales.
Censurada se plantea como un drama romántico, y Gamazo y Garza no dudan al citar referencias recientes como Palmeras en la nieve (Fernando González Molina, 2015), El diario de Noah (Nick Cassavettes, 2004) o Animales nocturnos (Tom Ford, 2016): buscan contar las historias de los diferentes protagonistas de la forma más justa para estos, reflejar cómo las dos chicas que protagonizan la película “podía impactar las vidas de otras personas”, y para ello presentan la película en formato coral, con una narrativa fragmentada que viaja entre la actualidad y los años 60, con la que pretenden mostrar el daño que la dictadura causó en las generaciones futuras para muchos españoles.
Todo parecía preparado para dar el pistoletazo de salida y, de pronto… la pandemia. Sin embargo, Gamazo y Garza se muestran positivos respecto a la película. Aunque no se les abrió ninguna oportunidad, no han tenido que rehacer planes de rodaje, ya que este iba a comenzar el próximo año, y ahora “hemos desarrollado mucho el proyecto, va mejor que nunca y estamos esperando a poder rodar.” Además, “se han involucrado dos productoras importantes y, gracias a eso, hemos podido optar a varias ayudas públicas y privadas este verano para juntar la financiación adecuada para poder sacar el proyecto adelante.”
“La reacción de las personas que han leído el proyecto ha sido buena”, afirman orgullosos. “La gente se ha sentido identificada con la historia que queremos contar.” Sus planes pasan por llevar la película por todo el circuito de festivales españoles, y esperan, con suerte, llegar a los Goya, algo que es “muy importante a la hora de promocionar y difundir la película ante el público, y de situarla en un lugar relevante dentro de la industria.” Para el equipo de Censurada, el cielo es el límite.