‘Bates Motel’ y la virtud de las series olvidadas

Dos años han pasado desde que el Motel Bates cerrara sus puertas para siempre y con ello el punto y final a la historia de Norman y Norma Bates, una lucha psicológica entre una madre y un hijo con trastorno de personalidad múltiple.

Desde entonces, poco -o nada- se ha oído hablar de la serie de A&E que se estrenó en 2013. Pero es que Bates Motel ha sido mucho más que una serie de televisión. Se ha convertido en un thriller psicosociológico de culto marcada por el amor y obsesión maternal que Norma tiene con su hijo.

Es realmente oscura la atmósfera que se crea entorno a los protagonistas, incluso con el reparto secundario. Un reparto que con el paso de las temporadas ha ido disminuyendo. Pero esto no significa falta de ideas o pereza a la hora de escribir el guion. Todo lo contrario. No necesitan renovar continuamente a personajes para construir una gran historia.

Todos tienen su papel fundamental y las piezas encajan a la perfección como si de un puzle de terror se tratara. Aquí entra en juego el personaje de Marion Crane (Rihanna). Por todos es sabido que Bates Motel es un remake de la famosa Psicosis (1960) de Hitchcock y la icónica escena del asesinato de la mujer en la ducha.

Sin embargo, los creadores de la serie quisieron darle una vuelta de tuerca y rendir el homenaje a la película pero cambiando el sexo del personaje. En este caso, el elegido para representar la escena de la ducha fue Sam Loomis, marido de Madeleine Loomis, mujer de la que estaba obsesionado Norman.

Será el primer asesinato en que Norman sea plenamente consciente, porque recordemos que todos los anteriores estuvieron ocasionados por los bloqueos que sufría el protagonista o movidos por la protección de su madre. Este giro en el guion fue explicado por sus creadores Kerry Ehrin y Carlton Cuse como un reflejo de la relación fatal que Norman tuvo con su padre y la necesidad de volver a acabar con su vida.

Todo el mundo esperaba que la elegida para esta escena fuera la propia Marion, por eso impactó todavía más. Y, sin embargo, poco se habló de ello.

Fuera de esta escena, Bates Motel gozó de una salud argumental plena de la primera a la quinta temporada sin flaquear en ningún momento. Y otro de los aciertos ha sido la elección de sus dos protagonistas, Vera Farmiga y Freddie Highmore.

La interpretación de ambos es realmente exquisita y no nos hacen recordar a los personajes de su película original. Eso es bueno, porque en ningún momento establecemos comparación alguna. Cada uno tiene su psique construida de una forma distinta.

La dualidad entre la madre y el hijo es aterradora y es que llega hasta tal punto la obsesión entre ambos que muchas veces cuesta reconocer quién es quién. Al finalizar el primer episodio de la primera temporada los fans de la serie deberían haber construido un altar a esta gran actriz, uno menos tétrico que el que Norman construyó a su madre en la serie.

Por todos es sabido que Norman asesina a su madre en el momento que ve peligrar su relación con ella cuando esta se enamora de Alex Romero, sheriff de White Pine Bay. Prefirió acabar con el amor de su vida aunque eso supusiera no volver a estar nunca más con ella físicamente.

Desde ese momento, el interior de Norman hizo todo lo posible para reencontrarse con ella hasta que por fin lo consiguió. En ese camino, Norman creó en su mente otra vez a Norma hasta tal punto de establecer conversaciones con ella, incluso sentar su cadáver frío en la mesa para cenar.

Como se dice, “todo queda en familia” y es que Dylan (Max Thieriot) el medio hermano de Norman, finalmente acabó con su vida en un arrebato entre ambos. Al fin, Norman se pudo reencontrar con su madre.

Es posible que Bates Motel no pase a la historia como la mejor serie de terror, pero lo que sí que ha hecho ha sido entrar en el corazón de los amantes de este género. Ambientación, personajes, guion, trama, asesinatos. Todo funciona. Lo peor de esta serie fue ver cómo se fundía en negro la pantalla hace dos años y con ella uno de los mejores thrillers que han pasado por la televisión.

Si os habéis quedado con ganas de más Norman Bates, podéis volver a visionar Psicosis, que debería ser asignatura obligatoria para todo amante del séptimo arte.