Barbieheimer

«Barbieheimer»: El feminismo como bomba nuclear

Warner y Christopher Nolan como que no acabaron muy bien la última vez que trabajaron juntos allá por el 2020. Esto me lleva a pensar en la sospechosa inclinación por parte de la productora de estrenar su peli del verano Barbie (Gerwig, 2023) el mismo día que Oppenheimer (Nolan, 2023).

Rivalidades a parte, lo cierto es que el ganador del este «enfrentamiento», el «Barbieheimer» ha sido el cine. Hacía tiempo, desde los lejanos (y cercanos) momentos del confinamiento, que no veía al público entusiasmado por ir a una sala de cine como asistencia a un fenómeno de masas.

De hecho, aquí un servidor, solo recuerda esa sensación con el final de Vengadores Endgame (Russo, 2019). Justo antes de que el mundo se acabara y renaciera de nuevo.

Justo en este punto me voy a detener. Y pido disculpas de antemano al lector si esta reflexión le parece demasiado filosófica para un medio informativo de lo audiovisual.

Cuando entro a una sala de cine, lo hago porque hay un aura que no se encuentra en casa. Ese aura tiene que ver con la reacción social de lo que el espectador observa. Me encanta percibir las reacciones en directo, hacer un análisis de generaciones y perfiles que asisten a la sala y sacar mis propias conclusiones.

Cillian Muprhy como Robert Oppenheimer
Cillian Murphy interpretando a Robert Oppenheimer (Foto: Universal) 

El día 20 de julio fui a ver el largometraje de Greta y al día siguiente el biopic de Nolan, y para mi sorpresa en ésta última repetían perfiles que vi en la primera. Es cierto que, en Barbie (protagonizada por Margot Robbie) había un porcentaje mayor de adolescentes, a parte de la generación que creció con la empoderada muñeca allá por los 70 y 80. Fue un evento familiar. donde la mayoría de chicos no se sintieron del todo a gusto. Éstos, para matar sus ansias de un ego pisoteado por Greta, fueron a desahogarse con el Prometeo de la bomba atómica.

Mientras que una nos muestra de forma explícita arquetipos, la otra nos fracciona el tiempo y el espacio para indagar por la moralidad de un hombre antihéroe.

Mientras una utiliza a la masa la otra juega con ella. Mientras una necesita destrozar un sistema, la otra propone una reflexión sutil del pasado y de la actualidad.

No sé si el lector está pillando las referencias y qué películas (de estas dos) me refiero, pero, está claro que cada una a su manera, habla de nuestra sociedad actual.

Barbie pone, de una forma casi obsesiva, entre la espada y la pared al hombre. De hecho me gustaría volver a verla para recontar las veces que dicen la palabra «patriarcado». Es evidente que la masa, en su mayoría femenina, aplaudiría este acontecimiento. Pero si vamos al lenguaje cinematográfico, éste brilla por su ausencia ante una herramienta que no necesitaban para hablar del empoderamiento de la mujer. Esta herramienta no es otra que machacar al hombre.

Margot Robbie interpretando a Barbie
Margot Robbie interpretando a Barbie (Foto: Warner) 

No me juzguen. Solo digo que la película representa, quizás de una manera exagerada, la situación de conflicto que existe entre hombres y mujeres por varios malos entendidos sobre el concepto de feminismo.

Una bomba nuclear para provocar debate después de la sala. La misma bomba nuclear creada (como no puede ser de otra manera) por el hombre. Porque la culpa siempre es del que piensa en destruirnos bajo la ambición y el ego.

Nolan no se queda en lo superficial sino que ofrece varias capas de moralidad muy bien interpretadas por un gran Cillian Murphy. Una reflexión maravillosa de qué es ser un héroe, y la fina línea que existe entre eso y el villano.

Es comprensible pensar que el hombre ha sido el gran artífice de la maldad en el mundo a lo largo de la historia. Pero una cosa es la doble moral de Robert Oppenheimer y otra es el cerebro vacío y patético de Ken (Ryan Gosling).

En los dos filmes puedes apreciar que el hombre es el auténtico villano del mundo. Pero curiosamente, ha sido un hombre quien ha tenido la delicadeza, majestuosidad y elegancia de dirigir la fragmentación de un tipo que se convirtió en el destructor de mundos.

No me juzgues lector, pero cuando salí de la sala, los mismos chicos jóvenes que salieron ofendidos de Barbie, gozaron de Oppenheimer, incluso sabiendo que el malo malísimo de la película de Nolan, son todos los hombres que aparecen en ella.

Hipócritas, mentirosos, avariciosos, interesados, mujeriegos….Todo eso, durante tres horas de puro cine.

Así, así se hace una buena bomba nuclear contra el machismo.