Fotograma de 'West Side Story'

‘West Side Story’ y Menard

Título original: West Side Story

Año: 2021

Duración:  156 minutos

Director: Steven Spielberg

Guion: Tony Kushner

Fotografía: Janusz Kaminski

Reparto: Rachel Zegler, Ansel Elgort, Rita Moreno, David Álvarez, Ariana DeBose (…)

Productora:  Amblin Entertainment, 20th Century Studios.

Género: Drama, musical


En 1939 el escritor Jorge Luis Borges escribió el relato Pierre Menard, autor del Quijote. La prosa del argentino nos presenta a un escritor que escribe pasajes idénticos a los de El Quijote de Cervantes. A pesar de no haber diferencias, el exégeta narrador del relato muestra que es profundamente original. Al final, lo que escribe Menard es arcaico, mientras que lo de Cervantes es “corriente de su época”.

West Side Story se llevó al cine por primera vez en 1961 por el director Robert Wise y el coreógrafo Jerome Robbins. Ahora, en 2021, Steven Spielberg estrena su propia versión. No al estilo de Menard, experimento ya realizado con nefastos resultados cuando Gus van Sant rehízo Psicosis (1998). La de Spielberg es una adaptación completamente original, al igual que lo fue la primera versión cinematográfica con respecto al musical de Broadway y esta con la obra shakespeariana Romeo y Julieta.

El relato de Borges venía a decir que una obra puede tener dos interpretaciones y valoraciones diferentes dependiendo de la época. De este modo, Spielberg, con todo el bagaje que tiene ya, es astuto e interpreta la cinta del 61 dándole una lectura actual.

Wise y Robbins no sabían lo que acontecería en los años venideros: la guerra del Vietnam, mayo del 68, la lucha antirracista que aún tiene vigencia en la actualidad con el movimiento Black Lives Matter.  Spielberg sí y se nota.

Aparte del mensaje social/racial, ya presente en la versión del 61 y destacado en esta, la cinta se percibe más inmersiva y opresiva. Mediante coreografías con mayor movimiento de cámaras y más escenas con primeros planos llenando la pantalla, entramos dentro de la guerra de los Jets y los Sharks y la relación entre María (Rachel Zegler) y Tony (Ansel Elgort). Sentimos más las miradas de pasión y de desafio, los llantos angustiosos, los movimientos de baile, la violencia -más presente en esta que en la anterior-.

A la vez que entramos dentro del West Side neoyorquino, nos damos cuenta de que es imposible salir. No solo porque la historia siga enganchando a pesar de haber visto miles de veces la primera adaptación -que también-, sino porque se ha añadido un factor novedoso: la ciudad, el nuevo personaje. La misma que permite un mayor movimiento para los bailes y añade bastantes más localizaciones donde transcurre la historia, los confina en una sociedad con el ascensor social roto y unos altos edificios que sirven como barrotes. Una cárcel de asfalto que quiere expulsarlos para evitar que luzca en Nueva York la pobreza que crea y la suciedad que esparce por estos barrios.

De hecho, esta película luce más sucia que la de 1961, que deslumbraba con un precioso Technicolor -debilidad personal, lo admito-. Esto no quiere decir que la fotografía de Januzk Kaminski -habitual de Spielberg desde hace décadas- sea peor; puede que incluso sea al revés. Mediante esta se crean verdaderas escenas absorbentes con una atmósfera que compacta todos los sentimientos que despierta, sobre todo cuando María y Tony están juntos.

Poco a poco Spielberg va demostrando que no solo puede hacer una adaptación correcta del clásico, sino que lo mira de tú a tú y se dispone a pelear… con los ritmos jazzísticos de Bernstein y las letras del recientemente fallecido Sondheim. Será el primer musical entero que dirige el creador de la productora Amblin -considerando que el inicio de Indiana Jones y el templo maldito (1984) es su primera experiencia-, pero demuestra que no hay género que se le resista. Consigue que la cámara baile con las originales coreografías organizadas por Justin Peck, lo que no consiguió Robbins, dejando siempre fuera de estas a los espectadores.

Ni siquiera se achica ante la aventura que es dirigir a actores sin apenas recorrido, salvo Ansel Elgort, sino que sale con un sobresaliente bajo el brazo y una creación de personajes más minuciosa. ¿Le hace Rachel Zegler, que tiene una voz prodigiosa, sombra a una estrella del calibre de Nathalie Wood? ¿Son mejores bailarines estos que los de la versión de Wise y Robbins? ¿Ha superado Ariana DeBose a Rita Moreno? Da igual, son preguntas sin respuesta por la falta de tiempo para valorarlas.

Todas las adaptaciones y actualizaciones de Romeo y Julieta vienen a decir lo mismo: el amor es vida y el odio es muerte; cuando vence este último, la vida desaparece. Así que, amemos a las dos adaptaciones de West Side Story, ambas obras maestras, e interioricemos su mensaje. Es increíble que el mensaje de denuncia de 1961 siga teniendo vigencia en la actualidad con un racismo renovado. A lo mejor, Borges no se esperaba esto.

Nota: 9/10

Lo mejor: su excelencia

Lo peor: los pobres números que está teniendo en taquilla