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‘Un escándalo de Estado’, narcopolítica franco-española

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Título original: Enquête sur un Scandale d’Etat

Año: 2021

Duración: 121 min.

País: Francia

Dirección: Thierry de Peretti

Guión: Thierry de Peretti, Jeanne Aptekman

Fotografía: Claire Mathon

Reparto: Pio Marmaï, Roschdy Zem, Vincent Lindon, Valeria Bruni Tedeschi, Mylène Jampanoï, Julie Moulier, Alexis Manenti, Antonia Buresi, Marilyne Canto, Lucie Gallo, Frédéric Norbert, Philippe Petit, Tristán Ulloa

Productora: arte France Cinéma, Capa Drama, Les Films Velvet

Distribuidora: VerCine

Género: Drama | Intriga | Periodismo | Política

Ficha en Filmaffinity

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«El Estado fracasa cuando utiliza los mismos medios ilegales que aquellos a los que combate». Es una de las grandes reflexiones que nos quedarán tras ver esta película.

Y es que la temática que aborda se inspira en hechos reales. La lucha contra el narcotráfico en el seno de los organismos policiales especializados franceses. Otro atractivo de esta película es el de contar con Vicent Lindon. Esta vez repite en el lado oscuro (Titane, Un mundo nuevo), por su rol de villano y corrupto. Eso sí, no como protagonista del reparto, que recae en otra pareja de actores.

La estructura de la película -algo parsimoniosa- está organizada de tal manera, que se desgrana cómo se lleva a cabo una investigación periodística que pretende suponer todo un escándalo nacional. Esto es, denunciar y sacar a la luz pública los procedimientos del máximo organismo de lucha contra el tráfico de drogas en Francia. Stéphane Vilner (Pio Marmaï, La fractura) es el periodista en uno de los diarios de referencia del país galo, Libération, algo desesperado por hilar bien toda esta historia.

Así que Vicent Lindon (Jacques Billard) como responsable de la Oficina Antidroga, será el centro de todas las acusaciones. Todo gracias a las revelaciones por parte de un ex informador e infiltrado de la propia Oficina. Hubert Antoine (Roschdy Zem, Los salvajes), es como una ex amante despechada que decide vengarse haciendo ‘un Corinna’. Se propone desvelar la red criminal paralela y el funcionamiento ilegal de la Oficina dirigida por Lindon, con conexiones narco al máximo nivel.

Ese es el verdadero mensaje que pretende dejar su director (Thierry De Peretti), el comentado al inicio. Desvelar la implicación del Estado en las tramas del narcocrimen organizado. La permisividad, connivencia, laxitud o desinterés de las altas instancias por este tipo de corruptelas. Algo que resulta cuanto menos alarmante y desesperanzador. En ocasiones, a cambio de resultados policiales de los cuales obtener réditos políticos de cara a la opinión pública. Medidas cosméticas del marketing político tan habitual. No obstante, lo peor es la corrupción sistémica.

Fotograma de la película, con Roschdy Zem

Es desalentador que la logística del narco sea imparable, ni que decir de su sobreproducción, su gran fortaleza. Así pues, a las instancias oficiales parece que no les queda otra que mirar para otro lado, o incluso peor, ‘participar de la fiesta’. Un mero agente más de toda la logística.

El riesgo es muy elevado: «crear un Pablo Escobar a la francesa para acabar con 40 capos», no compensa. Un planteamiento que supone un gran dilema. Si debe haber una finalidad maquiavélica en la confrontación de actividades ilegales por el propio Estado. Comportarse como los mismos delincuentes a los que se pretende neutralizar. Con una alusión directa a los GAL del PSOE ochentero de González y otras implicaciones de la cooperación franco-española. Por cierto, mencionados en la breve aparición de Tristán Ulloa en el papel de juez español contra el narco.

El ritmo de la película resulta algo relajado. Se percibe poca tensión, aunque sea realista y ponga de manifiesto la verdadera incapacidad frente a los traficantes. Con apenas unos escasos cinco minutos de acción, se desenvuelve totalmente en la trama periodística, que por otro lado no resulta trepidante. Una intriga periodística descafeinada. Por ello, más bien se detiene en exceso, en la relación personal y profesional que van forjando tanto el informador como el periodista.

Lástima porque la temática es interesante. No se piden tampoco tiroteos en discotecas marbellíes, persecuciones por las carreteras de Marsella o en lanchas por el Mediterráneo. Vaya, a lo BAC Nord. El fondo que plantea la historia seguramente podría haberse nutrido de una investigación más ágil y con llegada a más tentáculos del poder no quedando tan irresoluta y simplificada.

De la conclusión final, ¿ha cambiado algo en Francia tras esa revelación? ¿Eran tan graves las acusaciones del ex informante? ¿De verdad está tan perdida la lucha anti narcóticos? Muchas incógnitas abiertas que deja la película. Aparentemente por falta de resolución de la propia intriga. No se definen tal vez con la determinación o convicción que hubieran sido convenientes. Al menos, la propuesta tiene su interés, simplemente por suscitar este tipo de preguntas.

Un escándalo de Estado se estrena en cines este viernes 22 de julio.

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Lo mejor: el dilema maquiavélico y el círculo vicioso de la lucha contra el narcotráfico.

Lo peor: que en ausencia de acción trepidante, no se supla con una trama mucho más intrigante.

Nota: 5,5/10

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Filmeconomista. Disfruto del séptimo arte, e intento continuar aprendiendo economía a través del cine: La Filmeconomía. filmeconomia.es

1 COMENTARIO

  1. UN ESCÁNDALO DE ESTADO
    Aseguran que es una ficción basada en hechos reales. Se trata de un periodista del diario “Liberation”. Por el tema de investigación periodista del diario “Liberation” viene a recordar aquella “Spotlight” y aquel periódico “The Boston Globe” en que acusados por sus víctimas por haber abusado de ellos en su infancia, un grupo de adultos removió el pasado colaborando en la investigación de un grupo de periodistas. Ganó en 2003 el Pulitzer del Servicio público. “La verdad por encima de todo” era el lema. Vino a ser una secuela social de aquella “Todos los hombres del Presidente”.
    El gran público acepta el mundo de la droga en los informativos y en las películas americanas – y ahora en las europeas; y en las series de televisión en que los policías de cualquiere comisaría o perteneciente a uno de tantos tipos de brigada, con todo tipo de problemas personales o familiares no se parece en nada al que representaba Kirk Douglas en “Brigada 21” y son tods más expertos en perfiles de criminalística y entregados a la sociedad aun a costa e la familia de la educación de los hijos o/y de ve cómo se apaga su matrimonio.
    Nada nuevo, cada vez más dramática la crítica. El guion de este “Un escándalo de Estado” –traducido como que es uno de tantos- apenas acierta con la intriga.Al igual que en la desilusión de las antiguas novelillas policíacas en que el criminal era el mayordomo, ahora se rompe la clásica narrativa…, y como siempre existe el mayordomo en el reparto de personajes, ahora siempre aparece más para bien que para mal de la narración ´el infiltrado´. En este caso es como si el infiltrado se hubiera salido de la pantalla deproyección de “Entre la vida y la muerte para entrar en ésta de la sala contigua. El espectador se muestra contrariado con la presentación del tráfico de drogas presentado por impresentable: decepción. Película para olvidar rápidamente aunque no se hayan solucionado las dudad de planteamiento de situaciones durante la proyección.

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