Series que son un buen negocio (XXXIII): ‘Expatriadas’ sin rumbo

Expatriadas (Expats) (2024) adapta una de esas novelas de superventas del tan pintoresco universo literario. En esta ocasión, bajo este siempre atractivo formato de miniserie nos desarrolla la historia de altibajos emocionales y hasta de superación personal de una terna de mujeres emigrantes que por diferentes motivos personales se encuentran en la excolonia británica de Hong Kong. Hoy convertida en reducto frente al gran dragón chino.

La expatriación es un proceso complejo y difícil, no es de color de rosa, pese a que en ocasiones se tienda a idealizar por el simple hecho de tener acceso a un paquete salarial atractivo con otros beneficios sociales como billetes de avión, escolarización de los hijos y una generosa aportación para ayuda a la vivienda. Las multinacionales generalmente desplazan sus recursos laborales a lo largo y ancho del mundo, ciertamente convirtiéndolos en trabajadores privilegiados allá donde recaen, por todas esas ventajas de mayor poder adquisitivo con respecto a los lugareños.

No obstante, no hay que olvidar que son personas corrientes al fin y al cabo, con sus realidades familiares. Y aunque sea muy marquetiniano, un expatriado no deja de ser un emigrante, alguien que debe buscarse la vida en otro lugar con las dificultades de adaptación que ello comporta.

Excepcionalmente puede ser una especie de Erasmus laboral o turismo de multinacionales para algunos, pero con carácter general es un movimiento migratorio más y como inmigrante siempre hay adversidades que superar y realidades a las que acomodarse. Un síndrome de desubicación muy a lo Lost in translation (2003). El sueño de «imaginarse viviendo una vida totalmente diferente», aunque la realidad pueda ser tan parecida a la de Bill Murray y Scarlett Johansson. Una vida insatisfecha que no mejora por mucho adorno y cambio de escenario. Los pensamientos, las cargas emocionales, es algo muy pesado como para liberarse de ello por muchos miles de kilómetros que se intente poner de por medio.

Expatriadas
Nicole Kidman perdida por Kowloon en Hong Kong (Foto: Amazon Prime Video)

Es muy evidente la dificultad de adaptarse a un nuevo lugar, a una nueva realidad, por muy atractivo o emocionante que resulte esa idea de comenzar de cero o de probar nuevas experiencias, en busca de nuevas oportunidades. Una nueva vida, no es fácil ni para los afortunados expatriados. Emigrar no es fácil ni en las mejores condiciones económicas. Idea quizá sólo apta para pijitos con la vuelta preparada en casa del mínimo problema o adversidad. No resulta tan fácil como decidir que si no te gusta la beca ICEX o las prácticas en el JPMorgan de turno en las que te han enchufado, siempre vas a poder volver en el próximo vuelo de British Airways…

La miniserie navega entre la intriga por ese misterio sobre grandes y pequeñas tragedias, que unen y desunen a partes iguales a las tres mujeres coprotagonistas. Terminando por convertirse en una especie de sesión de autoyuda o ‘life coaching’. La finalidad es reflejar la necesidad de buscar el alivio y el bienestar de estas personas atormentadas por sus relaciones familiares, su bagaje vital y los acontecimientos trágicos que han compartido y las ha reunido de algún modo. Son vidas emocionalmente inestables, y con situaciones excepcionales que complican la llevanza de sus relaciones.

La finalidad de todo el argumento podría resumirse en llegar a «soportar el dolor y seguir viviendo», como concluye una de ellas en el episodio final en ese careo o diálogo triangular. A los poco amantes de la difusa pseudo ciencia del coaching, la autoayuda y esas cosas, podría retraerle el interés por esta producción. Sin embargo, es muy aconsejable. Y no exclusivamente por su bella factura fotográfica con planos de las tres personajes en una ciudad llena de colores y luces. O esa muchedumbre que ahonda en esa soledad individual de no saber si se hallan o no en el lugar correcto y en el momento preciso que su ciclo vital exige.

Otro aspecto relevante es el momento político, ya que trascurre la acción en esas manifestaciones políticas de los paraguas de colores de la juventud hongkonesa, por las limitaciones electorales y otro tipo de reformas de calado comunista en una muy anglosajonizada Hong Kong. Una ciudad muy financiera y abierta al capital extranjero y el libre mercado. Matices para reflexionar sobre si la excolonia se puede chinizar al 100%. Aunque por otro lado hay dudas de si ha sido la propia China la que se ha hongkonizado. Al menos en las grandes urbes del litoral sudeste, la replican del todo.

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El trío de expatriadas protagonistas (Foto: Amazon Prime Video)

La miniserie también aporta el punto de vista de la habitabilidad en una ciudad tan desigual y llena de contrastes. Hay múltiples niveles de realidad. Por un lado, los anglosajones que se resisten a abandonar un paraíso bancario y financiero. Y por eso, frecuentan la ciudad expatriados por grandes corporaciones y entidades financieras internacionales. Por el otro, los asiáticos que viven más en el ámbito de la cotidianidad. Comprando en los mercados de pescado y alimentos frescos. Mercadeando o comiendo en puestos callejeros de lujo escaso. Contrastes socioeconómicos muy evidentes, que se hacen muy palpables en la miniserie pero especialmente en el episodio quinto. Éste se centra bastante en el día a día y la forma de vida de esas sirvientas (‘filipinas’ o de otros lugares del Sudeste asiático). Otra forma de expatriación, menos estupenda, menos ‘cool’. Pero que igualmente arrastran sus problemas y consecuencias familiares consigo.

Sea como fuere, en ese ambiente de rascacielos o colmenas verticales, grises y lluvia se refuerza la melancolía del trío de infelices féminas. Nicole Kidman, de igual manera que en The Undoing o en Eyes Wide Shut, es una esposa que sufrirá un tormento psicológico a pesar de tener una vida privilegiada en lo socioeconómico. Su tragedia familiar es el desencadenante de las fuerzas motoras de todos los personajes. Además de que no acepta su vida solitaria alejada del paisajismo que ejercía, y de los recelos que le causa la relación afectiva de su asistente doméstica interna con sus hijos. Un vínculo de la cuidadora con los niños al estilo de la brasileña Una segunda madre (Quê horas ela volta?).

Su vecina y amiga, Sarayu Blue, posee otra vida insatisfactoria aun cuando sus preocupaciones materiales sean inexistentes. Que ambas sean residentes de un exclusivo edificio residencial en la zona más lujosa de la ciudad, dominando las vistas de la bahía en The Peak, no les aleja de su aprisionamiento emocional. La tercera en discordia, Ji-young Joo, proviene de un estrato social diferente. A diferencia de las anteriores, no está casada con un expatriado ni tiene posibilidades económicas. Además, la culpa le reconcome.

Es una recomendable serie por su carácter profundo y psicológico, además de sus claras connotaciones socioeconómicas. Que ya en el arranque abre con mensajes sobre esa culpa de destrozar vidas ajenas. Se afana en sus episodios por tratar de entender el lugar que ocupan las protagonistas en el mundo, o en su autopercepción particular del mismo. «No traicionas a nadie por querer tener una vida mejor, todos necesitamos vivir».