Si en sus inicios era evidente que se trataba de un entretenimiento rudo e incluso incivilizado, con el paso del tiempo, al menos algunos aspectos del fútbol se han sofisticado de sobremanera hasta reconvertirse en todo un lucrativo negocio. Una industria que moviliza masas y por ende atrae ingentes volúmenes de inversiones y capital.
Acercándose el último día de agosto, la clausura del mercado de fichajes exhibe el gran bazar que es el fútbol. Todos los agentes, intermediarios, clubes y jugadores notan la acechante presión ante la falta de concreción en los cierres de sus deseadas operaciones.
Para mayor muestra, fijémonos en el protagonista de la película francesa Mercato, tal cual el Adam Sandler de Diamantes en bruto. Un buscavidas que se afana por reencaminar su desordenada vida buscando una transacción económica a la desesperada que pueda hacer reflotar su negocio. La intermediación de traspasos, puede reportar pingües beneficios cuando de clubes y jugadores de élite se refiere. Pero como en todos los emprendimientos y en la vida en general, lo importante es contar con una buena educación financiera. Un buen pico de facturación no asegura la viabilidad de un proyecto, como es el caso de la agencia que gestiona.
Una vorágine de llamadas de teléfono, citas a puerta fría, viajes sin rumbo fijo, muchos juegos psicológicos de oferta y demanda, sobreactuación al negociar, presión hasta el extremo en las negociaciones. Cualquier estrategia debe y puede servir para culminar con los tratos de ultimísima hora.
Ni de lejos se asemeja a los golpes de efecto de los directores deportivos Kevin Costner en Draft Day (Decisión final), o Brad Pitt en Moneyball. Triangulando llamadas e ingeniando transferencias e intercambios de atletas como quien hace ‘trading’ intradía con acciones. La vida de un agente es más la de un buscavidas, eso se refleja muy bien en esta ‘Mercato’. Además, da claras ideas acerca de hacia dónde se encamina esta industria. La importancia de fidelizar a un cliente cada vez menos leal, la disrupción de los petrodólares de los países árabes, los contratos elefantiásicos fuera de toda lógica financiera, el acaparamiento de jugadores por los grandes clubes estado y fondos de inversión…
Además de esta curiosa película, existe otra interesante propuesta para meterse de lleno en las intrigas y tejemanejes de una agencia de representación de jugadores. Evitando además, los ejemplos americanizados de las operaciones en NFL, NBA, etc. La miniserie El gran juego (The great game, Il grande gioco) es un buen exponente de las tensiones, los altibajos y las dificultades que hay que atravesar para consolidarse como una gran agencia en un mercado ultracompetitivo, y no morir en el intento.
Corso Manni es un glamuroso agente de jugadores italiano que protagoniza esta miniserie, más allá de emular al célebre Jerry Maguire (Tom Cruise) o incluso a La Roca (Ballers), es un luchador que sabe tanto dar golpes como encajarlos.
Esta serie, como buena producción italiana de SkyShowTime, es un híbrido entre una telenovela turca y propuestas trepidantes como Devils. Intrigas financieras, herencias familiares y traiciones, venganzas corporativas, negocios turbios y mucho dinero en juego.

En la agencia italiana ISG de la serie, la sucesión del gran superagente Dino DiGregorio (Giancarlo Giannini) y las OPAs de las grandes agencias internacionales, son una continua amenaza a la estabilidad de la cartera de jugadores a gestionar.
Para Corso Manni, el negocio es el negocio, eso lo deja claro. Aunque sabe que la honestidad, más bien la viabilidad del negocio, pasa por ser transparente y sincero con los clientes y clubes. «Un buen representante (‘procuratore’) no te dice lo que puede hacer por ti, sino te ayuda a saber lo que buscas».
Esta miniserie sobre el mundo de las transferencias y el mercadeo en la industria del fútbol, contiene más esencia y es más ilustrativa que las tertulias histriónicas de radio, televisión o redes sociales. Ya mimetizadas con el puro espectáculo dantesco cual sucedáneo de telebasura circense.
‘El gran juego’ es una interesante propuesta para sumergirse en el turbulento mundo de las agencias de marketing deportivo y todo lo que subyace. Algo que no se consigue leyendo los edulcorados diarios deportivos en estos días de mercadeo. Los altibajos emocionales, los vaivenes en las negociaciones y la tensión perenne, son plenamente fieles a la realidad.


