Si nadie podía haber imaginado que una pandemia paralizara la Tierra, ni que Rusia volviera a las andadas para controlar recursos económicos y territoriales ajenos, cómo vamos a obviar al menos la -¿remota?- posibilidad de que se produzca un euro apagón. Algo bastante creíble atendiendo a algunas noticias publicadas y fuentes gubernamentales centroeuropeas. El problema del gas ruso y la excesiva dependencia energética de la Unión Europea hacen veraz esta amenaza.
Precisamente en ello consiste la miniserie alemana Apagón (2021), actualmente emitida en HBO Max, y que ahonda en esta inquietante eventualidad. No es ya para nada una de esas previsiones a lo Nicolas Cage en Señales del futuro (Proyas, 2009)
Al menos la miniserie de seis capítulos, con visos de secuela, nos pone en sobre aviso acerca de esta circunstancia plausible. Y como siempre la realidad supera la ficción, además de entretenernos nos sirve como una puesta en escena como caso práctico. Aunque tampoco es necesario volvernos paranoicos como los protagonistas de la canadiense El declive (Laliberté, 2020), cuasi dementes de la supervivencia y el cataclismo. Pero bien vale la advertencia para ser conscientes del riesgo, nunca se sabe…
La historia se basa en un efecto dominó por el que toda Europa acaba por quedar a oscuras. Un fallo simultáneo de varias centrales energéticas deja sin suministro eléctrico al continente por completo. Entre las interconexiones en Europa Central y Escandinavia y la excesiva dependencia del gas ruso, la miniserie opta por reforzar la evidente tesis de la vulnerabilidad extrema de la Unión Europea. Y quizá el fiasco alemán, presuntamente grandes analíticos, planificadores y estrategas…
La temática es interesante, son escenarios que algunos gobiernos como el austriaco o el alemán ya tienen más que previstos. No en vano la serie se ha basado en un éxito de ventas literario escrito en 2012 por Marc Elsberg. En breve tendremos también una serie similar en versión española y producida por Movistar+.
Pierre Manzano (Moritz Bleibtreu) es el protagonista, perseguido por un pasado de activista anti Globalización. Involucrado en los trágicos incidentes del colegio Díaz de Génova en 2001 durante las protestas contra el G8 (suceso real detallado en Díaz: no limpiéis esta sangre). Al ser un ex pirata informático (’hacker’), ante el gran apagón europeo se le encienden las alarmas y los recuerdos de juventud. Su teoría del bloqueo de los contadores inteligentes de luz, cobra fuerza, no es un accidente sino un atentado contra el suministro eléctrico que supone la vuelta a la Edad Media…
Como ya vimos en El hundimiento de Japón, lo más importante ante cualquier crisis es su gestión mediante expertos en la materia, y preferiblemente no permitir a ningún político inmiscuirse…Un hecho más que demostrado empíricamente. El exceso de optimismo, confianza y atrevida ignorancia de los dirigentes políticos contrasta con la sensatez y preocupación de los técnicos. Éstos implementan planes de emergencia mediante un gabinete de crisis que no cesa en intentar entender el problema y hallar soluciones.
Asimismo la serie cuenta con la acción y dinamismo de la propia investigación criminal y policial de Europol para encontrar a los responsables de lo que parece un ciberataque. En un inicio los rusos tienen todas las papeletas para atribuirse el deshonroso mérito. Todo aparenta ser otro de esos movimientos geoestratégicos para dominar el mundo.
La otra posibilidad es la del terrorismo medioambiental, un aspecto interesante porque desnuda las contradicciones morales y éticas de los ecologistas radicales. Peripecias tal cual las vimos en el grupo de ecopijos de The East. Los extremistas del ecologismo a base de un idealismo fuera de toda lógica, y alejados de la realidad y la verdadera justicia social, causan un daño irreparable a millones de ciudadanos europeos.
En cuestión de unos pocos días el caos es enorme: revueltas, hambruna, desabastecimiento, riesgo de colapso de centrales nucleares, sin conexiones de telecomunicación ni transporte, riesgo de pandemia… Y es que nada funciona sin energía, sin electricidad. Aunque con menor intensidad y profundidad, es un interesante punto de vista para reflexionar en la línea de lo que aporta la fantástica serie de El colapso.
En definitiva, una ficción entretenida para reflexionar e incluso para ponerse en situación visto que parece que ya no hay nada improbable.