Título original: Red Rocket
Año: 2021
País: Estados Unidos
Dirección: Sean Baker
Guion: Sean Baker, Chris Bergoch
Fotografía: Drew Daniels
Reparto: Simon Rex, Bree Elrod, Brenda Deiss, Suzanna Son, Vickie Pearce, Ethan Darbone, Judy Hill, Shih-Ching Tsou, David Maxwell, Brittney Rodriguez
Productora: A24, Filmnation Entertainment, Cre Film
Género: Drama, Comedia
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Ya no cabe duda de que Sean Baker es uno de los directores contemporáneos más estimulantes y audaces de ver en el panorama del indie estadounidense. Y puede que también del circuito internacional. Su mirada hacia los pliegues de la sociedad americana poblada por esos marginados (reducidos al cliché o la nada más absoluta en el resto de producciones más mainstream), lo convierte en una especie de cronista de las consecuencias y circunstancias más realistas del envenenado sueño americano.
En Red Rocket, el sujeto de estudio por parte de la audiencia es Mikey Saber (deslumbrante e irrealmente real Simon Rex), un actor porno de capa caída que vuelve a su Texas natal, al ritmo del Bye Bye Bye de NSYNC, en lo que pareciere ser otro viaje más de vuelta a los orígenes en busca de la redención. Pues no. Ya que pese a que toda la película transpire una constante sensación de la misma, pronto nos daremos cuenta de que nuestro protagonista es uno de esos sinvergüenzas charlatán, encantador, ególatra y manipulador de libro, que lo único que busca es su pura supervivencia. Aunque para ello tenga que acudir a su exmujer y exsuegra, víctimas del sistema y también de los encantos de este magnético caradura en su regreso a ese sitio al que juró no volver nunca más.
Y entonces llegó ella… Strawberry (una incandescente y, como la mayoría de intérpretes, desconocida Suzanna Son), esa dulce y joven dependienta de una tienda de dónuts (con doble guiño a Tangerine (2015), por cierto) que despertará en el avispado Mikey ese instinto depredador que ve su oportunidad de volver al cine para adultos por la puerta grande. A partir de este momento, la cinta comienza a destaparse como la grandísima tragicomedia que es, con una férrea postura amoral por parte de su director que, como siempre, se encarga junto con Chris Bergoch en el libreto de tratar con el máximo respeto y cuidado a todos y cada uno de sus personajes principales. Desde ese vecino enclenque y mal parado (Ethan Darbone), pasando por la especie de jefe mafiosa del barrio (Judy Hill) hasta, como no, la única y sufrida “familia” que le queda a Mikey (estupendas Bree Elrod y Brenda Deiss).
Todos y cada uno de ellos, reflejo directo de una América profunda sacudida por lo que se podría achacar vagamente como “los males del capitalismo”, personificados en un infantiloide y arrogante personaje principal que nos obliga a ponernos frente al espejo. A veces para incomodarnos. A veces para reírnos. Y otras simplemente para vislumbrar el naturalismo sucio que actúa como perfecta ventana a la realidad (aquí a la era pre-Trump de las elecciones de 2016) de la que no somos conscientes por x motivos, pero que siempre estuvo/está ahí. En este caso, filtrada fantásticamente por el grano del 16mm y la lúcida y colorida fotografía de Drew Daniels.
No obstante, Baker, ni corto ni perezoso, trata con delicadeza y cierto lirismo el incorrecto romance entre los protagonistas que explota en un tercer acto dónde el filme descubre otra cara más. Esta vez marcadamente sexual e insolente, da como resultado la elevación del material que estamos viendo a la categoría de una de las mejores películas de lo que llevamos de año. Porque si en su anterior trabajo, la sensacional The Florida Project (2017), el de Nueva Jersey había conseguido crear uno de los relatos más originales y certeros sobre la esencia de la infancia, aquí ha conseguido crear uno de los relatos más originales y certeros de la esencia del antihéroe americano moderno.
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Lo mejor: La escena de Mikey en su bicicleta celebrando el haberse escapado de enfrentarse a las consecuencias de sus actos y a sí mismo.
Lo peor: Que hoy estrenen Doctor Strange 2 me parece competencia desleal
Nota: 9/10
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