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Phoebe antes de ‘Fleabag’

Phoebe Waller-Bridge es una de las autoras del momento en el mundo audiovisual: su serie Fleabag está arrasando en premios (merecidamente), Killing Eve también está teniendo éxito, ha aparecido en Solo: Una historia de Star Wars haciendo uno de los droides más memorables de la franquicia y reescrito el guion de la nueva película de James Bond, No time to die. Es imparable. Pero, ¿de dónde viene?

Para que no se convierta en una entrada de la Wikipedia, voy a omitir los detalles biográficos y voy a comentar un momento concreto de su carrera que me parece especialmente destacable: Crashing. Quien no sepa de qué hablo no debería extrañarse; la primera serie creada y escrita por Waller-Bridge, no es popular, solo dura una temporada y su final es abruptísimo.

La serie de seis capítulos se puede ver en Netflix en España, y su duración total no llega a las tres horas. Es buenísima. Si os gusta Fleabag, todo lo que os gusta está aquí, pero más adaptado a los códigos tradicionales de las sitcoms. Crashing trata sobre un grupo de personas que viven juntos como guardianes de propiedad de un hospital.

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El elenco protagonista de ‘Crashing’, con Phoebe Waller-Bridge en el centro

La llegada de Lulu (Waller-Bridge) al grupo, ukelele en mano y con una energía incontenible, desestabiliza las dinámicas del resto de habitantes durante el cumpleaños de Sam (Jonathan Bailey); los chistes sexuales, la irreverencia y la sensación de estar viendo algo que no debes están siempre presentes, pero durante toda la serie hay una corriente dulce en el fondo: no cuesta coger cariño a los personajes, desde el ofensivo Sam hasta el tímido Fred (Amit Shah) o su imponente novio Will (Lachie Chapman).

La sensación de ver un borrador de lo que ha sido el trabajo de la intérprete y guionista británica desde entonces está presente constantemente; los personajes tienen problemas de los que no quieren hablar, y utilizan el sexo, el humor y las situaciones incómodas para desviar la atención de sí mismos. Aunque el cierre de la serie se siente como un jarro de agua fría, no impide haber disfrutado los seis capítulos, especialmente cuando puede que estemos ante el origen de una de las creativas más importantes de esta década que entra.