Lo que el Joker no aprendió de Travis Bickle

Me prometí que no iba a escribir sobre Joker. Y lo he intentado, de verdad que he luchado contra ello con todas mis fuerzas. Pero a veces la situación nos supera, especialmente cuando la situación incluye la consideración de una película como “una de las 10 mejoras películas de la década”.

Joaquín Phoenix, como Joker, siempre contento

Voy a ser sincero: Joker me parece una película mediocre; no en su apartado técnico, ya que su fotografía y montaje son decentes y los colores con los que se pinta esa Gotham putrefacta son verdaderamente hermosos. Pero tanto el guion como la dirección están repletos de decisiones cuestionables que no puedo ni quiero ignorar.

El trabajo de Joaquin Phoenix merece todo lo que se está hablando de él, pero la forma en que Todd Phillips lo ubica en el universo de la película es… extraña. El director de la trilogía Resacón dedica un inusitado número de planos a recrearse en la anatomía del payaso, en un cuerpo que se filma de forma grotesca y que no deja de moverse, retorcerse, bailar; es pegado, empujado y, finalmente, pega y empuja. No es casualidad que nuestro primer contacto con Arthur Fleck sea verlo bailando con un cartel. Es como si, tanto actor como director, no pudiesen evitar recrearse en un personaje que saben que tiene un magnetismo irresistible.

Y esto es un problema, en mi opinión, cuando leemos que esta Joker está enormemente inspirada por obras mayores de Martin Scorsese como Taxi Driver o El Rey de la Comedia. En este caso, me interesa centrarme en Taxi Driver, ya que el viaje de su protagonista, Travis Bickle, es muy similar al de este Arthur Fleck/Joker.

Joaquín Phoenix es Arthur Fleck en Joker

En primer lugar, los antecedentes de ambos protagonistas podrían equipararse, ya que en última instancia tienen consecuencias parecidas: Arthur ha sufrido múltiples traumas a lo largo de su infancia, principalmente a causa de los episodios en que su madre, con una enfermedad mental, lo atacaba de diferentes formas. Como resultado, Arthur padece también de dificultades mentales, además de contar con otro tipo de secuelas que actúan en el plano físico. Travis, por su parte, sufre estrés postraumático al volver de la guerra, es incapaz de conciliar el sueño y desarrolla una obsesión con “limpiar la ciudad”.

Todd Phillips claramente ha visto Taxi Driver infinidad de veces, y conoce su argumento al dedillo, pero no ha entendido qué es lo que mueve a su protagonista ni cuál es la ideología de la película. Para un largometraje que bebe tanto formalmente de Scorsese, Joker no ha entendido absolutamente nada de la psicología de Travis Bickle.

Mientras que Arthur es plenamente consciente de que vive en una sociedad corrupta diseñada para aupar a los ricos y privilegiados mientras aplasta a los más pobres y desfavorecidos, Travis ignoraba por completo esto. El protagonista de Taxi Driver estaba completamente alienado del mundo que le rodeaba, y no comprendía cómo funcionaban las personas normales.

Robert De Niro en Taxi Driver

Travis no entiende lo que está haciendo, más allá de sus propios ideales deformados de justicia, limpieza y demás valores que, sin ser especialmente reprobables, están distorsionados por la visión del mundo desde su mente traumatizada. De forma similar, en Joker vemos cómo los propios problemas mentales de Arthur Fleck le llevan a cometer una serie de actos violentos. Sin embargo, Fleck es consciente en todo momento de qué está haciendo. Lo que no tiene detrás son unos valores o una ideología que lo sustente, porque su cabeza, como la película entera, está vacía. Se queja por quejarse de lo que sea que encuentre en su camino.

El hecho de que lo que encuentre resulte ser gente moralmente reprobable solo es una consecuencia de la misantropía que caracteriza la película de Phillips al completo. Mientras que Taxi Driver trataba en torno a las acciones que probaban que ni siquiera un personaje que se considera a sí mismo misántropo lo era tanto como creía, Joker presenta un personaje que alimenta un mito y una revolución en los que no cree en ningún momento. El propio Joker lo dice en la película, cuando afirma que nada de lo que hizo tenía que ver con la política; “era simplemente parte de su acto”.