Jane The Virgin baja el listón en el amor

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Jane the Virgin, la ficción de la CW, estrenó su segunda temporada con expectación, tras una season finale con más de un cliffhanger para morderse las uñas. A pesar que la primera temporada había pasado por momentos bajos debido a que los guiones fueron de más a menos, el final de temporada dejó con un buen sabor de boca y con ganas de retomar la serie el otoño siguiente.

Llegó otoño, y con esto, la primera emisión de la segunda temporada. El inicio de temporada de Jane The Virgin sorprendió para bien: la impresión que daba era la de unos guionistas que habían decidido recuperar la fluidez y la diversión con la que engancharon al público y que incluso le hizo ganar, entre otros, un American Film Institute Award (AFI) a la serie o un Globo de Oro a su protagonista, Gina Rodríguez, la actriz que encarna a Jane Gloriana Villanueva. Incluso Mediaset ha comprado sus derechos para grabar e proyectar su propia versión.

La segunda temporada de la comedia volvió a poner en relieve las tramas del crimen organizado y Sin Rostro, que tanta vida le habían dado a la serie. Además, añadieron dos criminales más: Milos por un lado y Mutters por el otro. A ellos, se les unía otra ‘M’ esta temporada: Mateo, el hijo de Jane (Gina Rodríguez) y Rafael (Justin Baldoni). El pequeño Solano Villanueva ha tenido un enorme protagonismo des de que empezó la temporada. Cosa absolutamente normal y difícil de aborrecer si tenemos en cuenta que durante la temporada pasada lidiamos con el embarazo capítulo sí y capítulo también.

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Hasta allí íbamos bien. Jane volvía a ser Jane. El mítico Rogelio de la Vega (Jaime Camil), padre de Jane y media alma de la serie gracias a su espontáneo carácter, perdía parte de su brillo haciéndose demasiado repetitivo, pero nada que un espectador de la serie no pudiera sobrellevar. Desgraciadamente, el punto negativo que hace tambalear la temporada es el triángulo amoroso entre Jane, Rafael y Michael (Brett Dier).

La trama, como era previsible, ha continuado siendo la temática central de la serie y que monopoliza la mitad de escenas de cada episodio, en particular, en las que aparecen los susodichos. Y no digo que esté mal que apuesten por la trama de un triángulo amoroso y más, si tomamos en cuenta que la serie se creó con este propósito. Pero en este momento de la temporada, más que apostar por el triángulo, están construyendo la serie entera encima de éste cuándo en realidad, las tramas detectivescas son lo suficientemente interesantes para darle un poco de aire.

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Al menos des de mi punto de vista, esto le supondría un problema menor a la serie si la idea del triángulo amoroso fuera mínimamente más interesante. Sin tener en cuenta los dos o tres primeros capítulos de la temporada, la historia de amor a tres bandas, que había resultado bastante divertida la temporada pasada, se está volviendo en un trama repetitiva y sin emoción, hasta el punto que al espectador no le será de gran importancia ‘el elegido de Jane’ (a no ser que sea un fan acérrimo de alguno de los chicos).

Personalmente, cada vez le doy menos importancia a quién quiero que sea el definitivo (al menos, por algunos capítulos o lo que queda de temporada) siempre que acaben con una trama que por el momento, tan sólo empieza a aburrir. Es un poco preocupante. Además (y con esto termino de criticar esta trama en concreto, que es lo único con lo que estoy a disgusto de la serie) usan un recurso que ya está muy exprimido en la primera pantalla: extrapolar a los dos protagonistas masculinos, resaltando sus virtudes (si es que quieren que sea al que Jane le ponga ojitos a final de capítulo) y sacando a relucir sus peores defectos, en caso que sea el que le toque ser el malo de la semana. Y esto, además de muy visto, es muy fácil.

Llegados a este punto, no dejaría de recomendar Jane The Virgin. Parece irónico y todo. La serie entretiene, los capítulos avanzan con rapidez y saben reírse, con afecto, de ellos mismos. Además, la serie tiene un narrador (a veces me planteo recomendar la serie tan sólo por esa voz) cosa que le añade un plus importante a la hora de desarrollar el hilo narrativo. Tan sólo tienen que echarle un poco más de dinamismo e imaginación a una de las tramas por excelencia de la pequeña pantalla: el amor a tres bandas.