El pasado 1 de mayo dio comienzo la 70ª edición del Festival Internacional de Cortometrajes de Oberhausen, considerado el festival de cortos más antiguo del mundo. Esta veteranía no afecta en absoluto a su programación, ya que sus cortometrajes seleccionados ofrecen una mirada de lo más novedosa y rompedora.
Entre sus secciones más destacada se encuentran: la Competición NRW, con cortometrajes realizados en Renania del Norte-Westfalia; la Competición Alemana, conformadas por cortos alemanes; y por último la Competición Internacional, sección que encabeza la programación y que está formada por más de 50 cortometrajes de más de 25 países diferentes.
Hasta el 6 de mayo, Marta G. Gavira y Pedro Gondi han tenido la suerte de acudir a Oberhausen y deleitarse con los cortometrajes más rompedores que conforman este festival.
– I was there, part II (Chi Tang Yin, EEUU)
I WAS THERE se trata de un proyecto conformado por tres documentales experimentales que hablan del problema de la radiación y las bombas atómicas. En esta segunda parte, la directora Chin Tang Yin nos traslada a Hiroshima mediante imágenes de archivo en 16 mm pertenecientes al ejército estadounidense. En este cortometraje, un cura alemán que se encontraba en Hiroshima en el momento de la explosión relata las devastadoras consecuencias de la bomba atómica. Es una pieza audiovisual guiada con delicadeza y refleja además un uso impecable de la imagen de archivo, así como de las imágenes actuales.
- Coral, de Sonia Oleniak (Polonia)
Tras su paso por el Festival de Nueva York y el Festival de Rotterdam, la directora polaca Sonia Oleniak aterriza en Alemania para presentar su último trabajo: Coral, una suerte de fabula visual donde la realidad se entremezcla con lo onírico. Una narración cantada guía al espectador por paisajes urbanos de una poética visual inmensa. Los personajes de esta fantasia son: un niño, un hombre, una violinista y una camarera que deambulan de noche por una ciudad iluminada por la luz de la luna.
- Nothing Happens After That, de Ibrahim Omar (Sudan)
El director sudanés Ibrahim Omar presentó en esta edición del festival el cortometraje Nothing Happens After That. Este cuenta la historia de Thomas, un refugiado sudanés en Egipto, el cual acaba de perder a su hijo. Cargando con el cuerpo sin vida de su hijo, se recorren la ciudad en busca de un sitio donde les puedan atender para poder enterrarlo. La cinta plantea, de una manera clara, concisa y cruda, la privación de derechos que sufren los refugiados de guerra sudaneses en Egipto y como algo tan necesario como dar sepultura a un ser querido se convierte en algo imposible de realizar.
- Morî, de Yakup Tekintagaç (Turquía)
Se trata de una entrañable historia que pone sobre la mesa el conflicto turco – kurdo de una manera sensible y accesible para todos los públicos. La historia la protagoniza una niña llamada Morî, cuyo único recuerdo de su padre es un audio en el que lee un cuento que le solía contar. A pesar de que quizás sea el cortometraje más clásico, formalmente hablando, que conforma la programación del festival, para nada desentona entre otras obras tan experimentales que componen la sección.
- The Claw, de Marta Z. Nowak (Polonia)
La directora polaca Marta Z.Nowak quiso retratar en un principio el trabajo artesanal de un constructor de marionetas. El documental transcurre a lo largo varios meses en los que el artesano tiene como propósito crear una marioneta de una enorme gallina. Debido a que la grabación se prolongó en el tiempo, coincidió con el estallido del conflicto armado de Ucrania y Rusia. Dicho tema aparece en el cortometraje pero sin dejar de lado el objetivo principal: la gallina gigante. Un divertido corto que se mueve con facilidad entre la comedia y la cruda realidad que le rodea.
- Spring 23, de Wang Zhiyi (China)
Tras el funeral de sus padres, un joven recorre la ciudad en su moto con el propósito de comprar fuegos artificiales para la Fiesta de la Primavera de 2023. Una cosa tan sencilla se vuelve una odisea, ya que los fuegos artificiales están prohibidos. Esto provoca que el joven tenga que sortear a la policía y buscar un vendedor clandestino de pirotecnia. Es una historia clásica construida con un rígido formalismo visual y pocos diálogos. Spring 23 es todo un acierto en la programación que, tras su paso por Clermont-Ferrand (Francia), ha acabado alzándose con el Premio FIPRESCI y el Gran Premio de la Ciudad en esta edición del Festival de Oberhausen.
- Lacrimosa, de Josef Daherging (Austria)
Lacrimosa es un cortometraje mudo rodado en película en blanco y negro que comienza con un ataúd de un niño y, entorno a este, una anciana y sus sobrinas rezando una oración. Se trata de una fábula que conduce al espectador por las diferentes plantas de una antigua casa. La música cobra una gran importancia, ya que se escucha repetidas veces una marcha fúnebre cadenciando aquel ritual. El director austriaco Josef Dahergig dirige este corto que explora la muerte y la religión con imágenes de lo más poéticas.
- Exergo, de Jorge Moneo Quintana (España)
De la mano de Jorge Moneo Quintana llega la única presencia española en la Competición Internacional: Exergo, un cortometraje que nace de un comisionado del Museo de Bellas Artes de Bilbao. La historia es conducida por una voz femenina que lee un email. Empleando estas correspondencias, se muestran los entresijos del museo: la zona de restauración y una nueva técnica que utilizan para realizar un escáner de los cuadros, así como conversaciones sobre el arte, lo que se esconde detras de los cuadros que el ojo humano no puede ver y la precariedad laboral en el mundo del arte.
- Radiance, de Shuhei Hatano (Japón)
Durante todo un año, Shuhei Hatano grabó el día a día junto a su familia y el resultado de esto fue el cortometraje Radiance, una suerte de diario fílmico montado de una manera impecable y con una increíble sensibilidad. El director nipón combina a la perfección la imagen digital con imágenes grabadas en super 8. En el apartado sonoro, la voz del propio director narra sus pensamientos de una forma casi poética reflexionando sobre las amistades y el paso del tiempo. Sin duda, uno de los cortometrajes más destacados de la Competición Internacional del festival.
- Girl’z in the Hood, de Karim Akalay (Bélgica)
En uno de los barrios más problemáticos de Bélgica, Cité Modèle, se está grabando un reportaje. De repente, un grupo de amigas roban la cámara, mientras esta sigue grabando. Esta es la original premisa que plantea Karim Akalay para introducir la historia en primera persona de este grupo de amigas. Desde el punto de vista de la cámara robada, las amigas buscan un posible comprador, pero nadie en el barrio está interesado. El cortometraje hibrida la ficción y el documental. El grupo de chicas acaba apoderándose del corto creando una dinámica, aparentemente, de improvisación pero por momentos también guionizada.