Ramón Paso (Madrid, 1976) parecía estar destinado a brillar en el mundo del teatro. Criado en una familia profundamente arraigada en la tradición escénica, ya desde muy joven empezó a escribir sus propios textos, desarrollando un estilo propio que, aunque influenciado por el ingenio mordaz y la fina ironía de su bisabuelo, Enrique Jardiel Poncela, invita a una reflexión profunda y actual.
Su carrera abarca desde la televisión hasta el teatro, donde ha demostrado una habilidad singular para transformar textos clásicos en piezas que lleguen al público contemporáneo. Esta capacidad es evidente en su reciente adaptación de Sueños de un seductor de Woody Allen, una obra que, bajo su dirección, homenajea la sensibilidad y el humor característico del cineasta neoyorquino, aportando un enfoque personal que resalta la ternura y la comedia inherentes al guion original.
La versión que presenta en el Teatro Lara de Madrid se distingue por una escenografía minimalista y un uso creativo de la iluminación, elementos que Ramón utiliza para enfatizar la atmósfera onírica de la obra y el complejo mundo interior del protagonista.
En esta entrevista, Ramón Paso revela qué lo motivó a adaptar esta obra, cómo ha manejado los desafíos de llevar el cine al teatro, y cómo la pandemia ha afectado su producción. Además, reflexiona con nosotros sobre las influencias que han marcado su carrera y comparte sus proyectos futuros.
PREGUNTA: ¿Qué viste en la obra original (y película) de Woody Allen para querer hacer una versión de ella?
RAMÓN PASO: Sueño de un seductor es un homenaje al cine y al amor que siente Allen por el cine. Y además tiene una cosa muy bonita que es el paradigma del matón. Cuando eres pequeño quieres reflejarte en figuras fuertes como John Wayne, o Humbrey Bogart, y de pronto Allen nos explica que este paradigma ha cambiado. De pronto aparece un antihéroe que puede fallar, llorar y equivocarse. Pero que, si decide ser él mismo, puede gustar a las mujeres. Todos lo que hemos sido niños un poco rarunos, de pronto ver que hay un camino. Es una cosa muy hermosa. Allen nos habla que el matón consigue solo la mutad de lo que consigue el hombre sensible.
PREGUNTA: ¿Hasta que punto has adaptado Sueño de un seductor para hacer la obra tuya?
RP: Yo lo que he hecho en esencia ha sido trabajar sobre la traducción de José Luis Arteche. Pero al tener un punto un poco más antiguo en las construcciones, en las formas, acorté algunos de sus diálogos para hacerlos más rápidos. Luego me fui a la traducción del guion de cine e hice un hibrido entre ambas. He tratado que la obra tuviese ese punto cinematográfico y le fue muy bien. Se apoya un poco más la parte cómica. Hemos buscado ser más fieles a Allen, que es un genio. Cuando le tienes a él, lo demás sobra un poquito.
PREGUNTA: ¿Cuál es la mayor dificultad a la que te has enfrentado como director de esta obra? Tanto al dirigirla, como al adaptarla
RP: Cualquier película de Woody Allen es trasladable al teatro. El cine y el teatro son géneros hermanos. A veces hay como una especie de enfrentamiento. ¿Qué es mejor? Hacer una buena película es difícil. Hacer una buna obra es difícil. Al hacer una obra de un tipo que es un genio lo único que pretendes es intentar no hacer el ridículo. Intentar hacer mi visión, y que al menos sea tan digna como el original. Siempre que te aúpas en el hombro de un gigante corres el riesgo de no aportar nada al final. Pero creo que en esta versión de sueños hemos aportado un poco más de ternura y comedia. Y eso es lo que se va a quedar de esta versión.
P: ¿Cómo ha influido el uso de la iluminación y la escenografía en tu adaptación de Sueños de un seductor?
RP: Nosotros lo que hemos hecho para eso es aprovechar la magia que tiene el teatro y crear por medio de luces el escenario base, que es el apartamento del protagonista, Allan. Pero en lugar del hacer algo realista, hemos hecho una pieza con un ambiente más onírico, jugando con la luz para pasar de un lugar a otro. En el cine todo tiene que parecer verdad, en el teatro puede intuirse como verdad.
PREGUNTA: La obra se estrenó en julio del año pasado, desde entonces, ¿cómo ha afectado la pandemia de COVID-19 a la producción de la obra?
RP: Estamos sobreviviendo, pero ha sido muy duro, ha habido momentos difíciles. No se ha contado con una ayuda política competente, los vaivenes nos han hecho mucho daño. Yo creo que los ciudadanos nos estamos esforzando en todos los ámbitos y los políticos no están a la altura de la situación. Para todos los que trabajamos de cara al público, desde hostelería hasta el cine, ha sido muy difícil. Pero nosotros hemos contado con el apoyo en todo el proceso del Teatro Lara, un teatro valiente y sensible.
PREGUNTA: Sobre los actores, ¿en que te has fijado para formar el reparto? ¿Qué es lo que destacas de cada uno?
RP: Contamos con un elenco de actores fantástico, que lo bordan. Son maravillosos. Para hacer de Allan, cuando estuve hablando con varios actores me decían “Yo puedo hacer de Woody Allen”, pero eso yo lo veía como un error. Yo quería a alguien se que atreviese a coger el personaje y hacerlo algo distinto. No copiar a Allen y buscar la sensibilidad, y eso permite contar una historia cómica, pero romántica. Es una gran historia de amor.
PREGUNTA: ¿Cuáles han sido las influencias que te han marcado como director?
RP: Yo me crie mucho viendo el cine de los 80. Hay una influencia apabullante de Spielberg, por ejemplo, toda mi generación ha crecido viendo sus películas. Películas esencialmente basadas en historias, en su guion. Cuando terminas siendo dramaturgo y guionista te das cuenta que las historias son fundamentales. Al final somos una generación de autores que nos hemos enganchado al concepto de contar historias. Que la estética esté subordinada a la historia.
PREGUNTA: ¿Alguna vez has pensado cambiar las tablas por las cámaras?
RP: He trabajado en televisión como guionista durante doce años y creo que he tenido bastante cámara en mi vida de momento. En el tiempo que llevo en teatro, unos siete años, he escrito dos tv-movies. Y siempre está la cosa del cine, que tiene un atractivo especial. Pero no sé si ocurrirá. No lo se. Ahora estoy muy fascinado por lo que hago en teatro, y se me antoja muy difícil cambiarlo por nada. Hace nueve años quizás hubiese dicho lo contrario. Yo creo que una cuestión de épocas. Al final escribir un guion de teatro o de cine es mas parecido de lo que a gente piensa.
PREGUNTA: ¿Tienes previsto salir de gira por todo el país con Sueños de un seductor?
Ahora mismo no lo sabemos. Este 14 de julio haremos un año en el Teatro Lara y nuestra intención es movernos cuando terminemos. Hay un centralismo teatral en España que me parece molesto. El teatro se reparte entre Madrid, Barcelona y dos sitios más. Tendría que haber un Centro Dramático Nacional en cada Comunidad Autónoma y darle un más de mimo al teatro. Nuestra intención es salir. A ver si tenemos suerte y podemos, claro.
PREGUNTA: ¿Qué próximos proyectos tienes en mente?
RP: Pues ahora mismo estamos también en el Lara con otra obra que se llama El móvil, junto con otros proyectos que ya tenemos mas afianzados. Estrenáramos también Besarte, mimarte y follarte, que es una obra que habla sobre la dificultad de ser artista en Madrid, y después vamos a hacer una versión de Otra vuelta de tuerca, que es una novela que ya se adaptó al cine. Terminaremos el año con esas dos.