El pasado mes de octubre Netflix estrenó Emily in Paris, la nueva apuesta de Darren Star, el nombre tras clásicos de la televisión como Sexo en Nueva York (1998-2004) o Sensación de Vivir (1990-2000). La serie llegó a nuestras vidas en la “nueva normalidad”, hecho que la verdad le ha venido de perlas. Emily in Paris es una serie fácil de ver, que no cuesta trabajo seguir, e ideal para evadirse la realidad que estamos viviendo en la actualidad. Yo misma la disfruté, pero ahora que se ha confirmado una segunda temporada, me gustaría repasar todo lo que espero corrijan de la serie.
- Emily Cooper es un personaje carente de encanto
Sí, todos adoramos a Lily Collins. Además de ser la encargada de dar vida a la protagonista de la serie, la actriz es productora de Emily in Paris. Aunque el personaje le va pintado, hasta el punto de que en ocasiones parece que se interpreta a ella misma, Emily es extremadamente plana. Es aburrida, bastante repelente, no parece tener aficiones o intereses, y, además, todo lo sabe resolver sin mucha dificultad. Esto complica que nos identifiquemos con ella, ¡y se supone que es la heroína de la historia!
Me gustaría ver a una Emily más humana, con defectos, meteduras de pata, frustraciones, etc. Que necesite también del apoyo y la ayuda de otros para superar ciertos obstáculos. En definitiva, que tenga una curva de crecimiento personal, en vez de ser un personaje tan soso. Además, ¿es que no piensa aprender a hablar francés nunca? Es tremendamente poco realista que absolutamente todos a su alrededor, no solo sepan hablar inglés con fluidez, sino que tengan la deferencia de hacerlo para integrarla.
Y eso que ni siquiera tengo fuerzas para abrir el melón de su espantoso estilismo.
- La relación entre Emily y su jefa, Sylvie
He de decir que yo soy team Sylvie (Philippine Leroy-Beaulieu). Que lleves toda tu vida en una agencia de publicidad y de repente venga una niñata repipi a cuestionar tu trabajo, tiene que despertar todos tus instintos asesinos. Además, me gusta que sea una mujer mayor de 40, inteligente y exitosa. Pero no me gusta que le hayan asignado el rol de villana principal. Estamos a 2020, ¿de verdad es necesario seguir enfrentando a las mujeres entre sí en la ficción?
Tengo esperanzas de que ambas trabajen codo con codo en el futuro, ya que al final de la primera temporada Sylvie devolvió su puesto a Emily, e incluso la felicitó por su trabajo. También me gustaría conocerla un poco más, porque lo poco que se ha visto de Sylvie me tiene fascinada.
- El escaso desarrollo de los secundarios
A colación de esto, también me gustaría que el resto de los personajes tuvieran más peso en la trama. Tanto Ashley Park como Samuel Arnold, quienes interpretan a Mindy y Julien, respectivamente, parecen estar ahí simplemente para cumplir con la cuota de inclusividad. Si tan solo no los convirtieran en clichés andantes… Y en París conviven numerosas etnias distintas, pero según Emily in Paris parece que son todos blancos.
Todos los secundarios tienen más carisma que la propia Emily, y con un poco de mimo a la hora de desarrollarlos se convertirían en un valor añadido a la serie. ¡Y si hubiesen emparejado a Emily con Camille (Camille Razat)! Bombazo, y una pareja mucho más bonita que los insulsos intereses amorosos de la protagonista. Lo siento, Lucas Bravo, pero tu personaje es insufrible. Tremenda traición por parte de ambos hacia Camille, que desde el minuto 0 está la pobre totalmente ajena a todo su tonteo.
- Bueno, sí que voy a hablar de los estilismos de Emily, pero solo un poquito
Es que madre mía, vaya conjuntos de ropa que le plantan a la muchacha. Pero al menos el resto de los personajes se encargan de hacerle saber que parece que se vista a oscuras. La inexistente evolución estilística de Emily va de la mano con lo soso y plano de su personalidad. Igual en la retorcida mente de los encargados de vestuario esas combinaciones se perciben como algo chic. Aunque, en realidad, a quién le importa lo que opine yo, que soy 0 fashion.
En definitiva, no estoy muy segura del futuro a largo plazo de Emily in Paris. Sí, sí, sí, le di un ocho en mi reseña, pero no es una buena serie. De hecho, me pareció bastante sorprendente que se animaran a renovarla por una segunda temporada. Veremos como el público la recibe, en un contexto (esperemos) diferente en el que se estrenó la primera. Crucemos los dedos para que en Francia se sientan menos ofendidos la próxima vez.