Título original: Doctor Sleep
Año: 2019
Duración: 151 min
País: Estados Unidos
Dirección: Mike Flanagan
Guion: Mike Flanagan
Música: The Newton Brothers
Fotografía: Michael Fimognari
Reparto: Ewan McGregor, Rebecca Ferguson, Zahn McClarnon, Carl Lumbly, Alex Essoe, Bruce Greenwood, Catherine Parker, Robert Longstreet, Carel Struycken, Emily Alyn Lind, Selena Anduze, Jocelin Donahue, Chelsea Talmadge, Juan Gaspard, Kyliegh Curran
Productora:Warner Bros. / Intrepid Pictures / Vertigo Entertainment
Género: Terror, thriller
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Doctor Sleep es una experiencia confusa, por desgracia, en el mal sentido de la expresión. Casi se puede sentir en el propio negativo la inseguridad de Mike Flanagan a la hora de escoger un rumbo, una intención, un discurso. La película tiene miedo a ser y a la vez a no ser. Es comprensible la presión que supone ser la secuela de El resplandor, el peso que se carga sobre tus hombros al saber que el megalómano Kubrick te observa fijamente para asegurarse de que no profanas su querido Overlook. Pero es este miedo a definirse lo que condena al filme. Se genera una dualidad tan evidente entre el homenaje y la apocrafía que parece que en Doctor Sleep conviven dos películas. Flanagan quiere demostrar su potencial autoral pero, a su vez, parece temer que la sombra de Kubrick le eclipse por completo.
Cuando el director rehuye el material original para centrarse en un relato más alejado de su predecesor, la naturaleza de género del filme se reduce a un uso tramposo del sonido al más puro estilo jump scare contemporáneo. La trama principal de Doctor Sleep funciona mejor como un posible piloto de un nuevo universo cinematográfico superheróico con tintes paranormales que como secuela de El resplandor. Lo cuál no es necesariamente malo, pero es inevitable sentir confusión al darse cuenta de la antítesis que genera el choque de esta trama con la original. Sobre todo por ese ansia que la secuela tiene por personificar, materializar y explicitar ese mal invisible, abstracto e intangible que conocimos en nuestra primera estancia en el hotel.
Flanagan busca la coralidad en un relato que pide a gritos individualidad, que por naturaleza necesita explorar ese trauma que persigue al pequeño Torrance y que la trama parece evitar. Quizás por miedo a dar respuestas demasiado vanales a esas enigmáticas preguntas que se lanzaron ya hace años. Por eso mismo me es más fácil entender Doctor Sleep como un interesante fanfic que utiliza los cimientos visuales y narrativos de Kubrick para construir nuevos mecanismos basados en otros dispositivos del género fantástico.
El filme también recoge del género fanfic el afán por el homenaje, un sumo respeto al material original que acaba convirtiéndose en el punto fuerte de la película. Porque la necesidad de rendir tributo va más allá del simple fan service. Recorrer los pasillos del Overlook es para Flanagan un ritual, una ceremonia realizada con tal admiración y tacto que el director se ve en la obligación de dejar de lado su forma manierista de entender el terror con tal de no caer en la más pura blasfemia.
Y es que es innegable que Doctor Sleep funciona sobre todo cuando calca el imaginario de Kubrick, cuando quiere ser una confirmación de esas promesas de inmortalidad que el hotel promulgaba. Porque es fascinante cómo ese retorno al origen del trauma de Danny es, al mismo tiempo, el retorno al origen del trauma del espectador. Es un regalo poder comprobar cómo el paso del tiempo (diegético y extradiegético) ha afectado al majestuoso edificio, como nuestra mente es capaz de proyectar fantasmas en esos pasillos y salones vacíos. Porque el viejo Overlook acaba siendo un lienzo sobre el que pintar esos espectros que ya nos asustaron una vez.
Es admirable como Doctor Sleep consigue generar, no sólo un diálogo, sino también un interesante aunque intermitente debate entre Kubrick y Flanagan. Una disputa sobre el paso del tiempo, sobre cómo el terror evoluciona, con sus pros y sus contras. Porque, aunque es innegable el magistral estudio del espacio de El resplandor, lo es también la facilidad que tiene Flanagan por manipular la arquitectura con un convincente CGI en busca de nuevas perspectivas. Doctor Sleep es un recordatorio de que la industria necesita cineastas que se atrevan a reescribir a ordenador aquello que algún día se escribió a máquina, o incluso a pluma. Flanagan no habrá creado una obra perfecta, pero atreverse a sentarse cara a cara con el inmortal maestro es digno de admirar.
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Lo mejor: Poder confirmar que los fantasmas del Overlook nunca mueren
Lo peor: Una trama principal tan opuesta a la original que descoloca
Nota: 6/10