Crítica- ‘Te quiero, imbécil’

Título original: Te quiero, imbécil

Año: 2020

País: España

Dirección: Laura Mañá

Guion: Abraham Sastre, Iván José Bouso

Música: Lucas Suárez

Fotografía: Sergi Gallardo

Reparto: Quim Gutiérrez, Natalia Tena, Ernesto Alterio, Alfonso Bassave, Alba Ribas, Patricia Vico, Francesc Albiol, Núria Valls

Productoras:Yo hombre la película AIE / Minoria Absoluta / Brutal Media / Lastor Media

Género: Comedia romántica.

Ficha en IMDb

En el cine español gustan las comedias románticas. Tanto consumirlas como producirlas. La empatía con sus protagonistas es casi inmediata (en la mayoría de los casos). Es quizá el género cinematográfico que más conecta con el espectador, que más recuerdos reaviva. Todo ello mientras ríes y se expone la ridiculez y lo extraño del ser humano. Y si hay palomitas mejor. Te quiero imbécil reúne todo lo anterior, y suma a su propuesta a dos grandes intérpretes, como son Quim Gutiérrez y Natalia Tena. A los mandos una directora, Laura Mañá, que, tras casi una década alejada de los largometrajes, retoma su interesantísima carrera con esta cinta.

La película acierta con gran puntería en cada uno de las dianas clave para que la comedia y el romanticismo se unan. El problema es que otros antes ya habían acertado en las mismas dianas. Y en el centro de la diana no hay espacio para muchas flechas, por muy buena que sea la puntería del arquero.

Y puntería hay. Más allá de que la cinta calque varios patrones, en cuanto a planteamiento y estructura, de manual de comedia romántica, Te quiero, imbécil se atreve a ofrecer desde otra óptica ciertos aspectos de su desarrollo que merecen la pena disfrutar. La genial química entre Quim Gutiérrez y Natalia Tena es uno de ellos. Porque Natalia Tena, por cierto, rebosa entusiasmo, desparpajo y tira del carro de la película en más de una ocasión. En sus apariciones se desprende un agradecido aroma a frescura e ilumina un papel que en manos de otra intérprete hubiese quedado constreñido y empobrecido. Sin embargo, Tena demuestra sentirse tremendamente cómoda en su rol y confirma una vez más su versatilidad a la hora de ponerse frente a las cámaras.

La forma de enfocar la relación entre Quim Gutiérrez y Natalia Tena es otro punto a favor de la cinta. Aquí la película deja respirar sus escenas, otorgando así un alto grado naturalidad al desarrollo tanto de la historia como de sus personajes. El amor aquí se cuece a un fuego más lento – y creíble – de lo habitual, haciendo que a medida que avanza la narración, las decisiones de los personajes cobren un mayor sentido. Las escenas que comparten son tremendamente disfrutables y sirven para tejer una base sólida sobre la que levantar los puntos de inflexión de la historia.

Sin dejar el registro de comedia, Maña consigue plantear ideas interesantes que dan consistencia al relato: la pérdida de identidad en una entrada cada vez más tardía en la madurez o la ausencia de referentes a los que atarnos en este siglo XXI lleno de incertidumbres. La realizadora te planta temas de este calibre camuflados en chascarrillos sobre Tinder.

Porque Te quiero, imbécil se presenta como una comedia actual, que bebe de influencias contemporáneas como las aplicaciones para ligar o la autoayuda digital. Sin embargo, parte importante de su humor sigue estancado en lo analógico: gags descongelados que recuerdan demasiado a comedias pasadas como Pagafantas o Fuga de cerebros; obras que funcionaban mejor en su contexto y algunos de cuyos chistes han huido – por suerte –  de nuestro imaginario colectivo.

Y es que, a pesar de sus puntos fuertes, la película adolece de los vicios esperables de una comedia romántica al uso. Ni planteamiento ni historia llegan a sorprender en ningún momento, y por lo tanto sus giros de guion, aunque bien colocados y ganados, se quedan a medio camino. La película se deja querer, sí, pero parece rehuir cualquier oportunidad para innovar en un género gastado.

Por desgracia, y quizá porque el subgénero de comedia romántica tampoco ofrezca un abanico de posibilidades, Te quiero, imbécil, demuestra ser un trabajo poco personal y donde la huella creativa de Laura Maño está deslucida por las exigencias del cine por encargo.

Te quiero, imbécil es una comedia muy disfrutable, donde lo previsible no quita lo talentoso. La cinta que ha devuelto – esperemos que para un buen rato – a Laura Mañá a la primera división del cine español, no rompe esquemas del género de comedia romántica. A cambio, sí ofrece una entretenida película que falla en sorprender, pero acierta en hacerse disfrutar.

Lo mejor: Natalia Tena y el entusiasmo que le pone en cada escena a su personaje.

Lo peor: La escasa o nula incorporación de nuevos elementos a un género muy gastado en España.

Nota: 6,5/10