Otro día (malo) de la ONU

Ya habrá reparado el lector en que hay un Día Internacional para cada cosa, siempre promovido por la ONU. También es de sobra sabido que ésta no siempre tiene días buenos, los suele haber más bien malos. Y es que las Naciones Unidas es una de esas organizaciones de la etérea Comunidad Internacional. Supuestamente nacida para promover la Paz y la Concordia entre los pueblos, aunque a veces tenga que ser a cañonazos, o poniéndose de perfil.

Sea como fuere, juega un papel importante en la política y la diplomacia internacionales. Por ese motivo, sus apariciones en el cine no siempre vienen en forma de promoción de sus labores. Ni para concienciar de los retos que ha de afrontar el mundo, según su visión. No obstante, si solemos ver muchos trazos de sus renombrados programas de la Agenda 2030 y el Cambio Climático, que en buena parte provienen de su arquitectura social. De la ocupación rusa en Ucrania o el conflicto palestino-israelí ya se ocuparán otro día…

Ni siquiera Jean Claude Van Damme se nos mostró como un Coronel de la ONU, cuando interpretaba a Guile en la adaptación al cine de uno de los videojuegos más famosos de la historia. En Street Fighter (1994), su papel implicaba luchar contra el mal, el General Bison y otros de los personajes luchadores del juego. Quizás la estética de boinas azul celeste y sus escudos hacía intuir que representaba a la ONU, pero se identificaba como ‘AN’ (Naciones Aliadas). Seguramente con la intención de desmarcarse. Se desprende de la película la idea de que ni con superhéroes de parte conseguirá una imagen pulcra, ética y positiva.

 

Excepcionalmente encontramos otras como Sérgio (2020), un claro homenaje a uno de sus diplomáticos, interpretada también por su compatriota el brasileño Wagner Moura. En su vida profesional ocupó varios cargos de alto nivel incluyendo el de Alto Comisionado para los Refugiados. Y fue un dedicado servidor de la causa hasta sus últimas horas.

Lógicamente no podemos obviar que es una entidad internacional crucial con muchas personas dedicadas a la promoción de la paz, la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo en el mundo. En realidad no queda nadie más para hacerlo. Es importante destacar que, a pesar de las críticas, la ONU también ha tenido sus notables logros en asistencia humanitaria y la resolución de algún que otro conflicto. Sigue siendo un foro importante donde cooperan y dialogan las naciones. Sin embargo, como cualquier organización de su envergadura, ante tantos y tantos desafíos a lo largo de los años, parece no resistir ante el recelo y escepticismo generalizado por sus grandes deficiencias.

 

Podemos recurrir a la película de La intérprete (2005), con Sean Penn y Nicole Kidman. Bastante descriptiva del desempeño interno de la institución. Al transcurrir casi totalmente dentro de la fastuosa sede de la ONU en Nueva York, podemos hacernos una idea muy ilustrativa del funcionamiento y la relevancia diplomática que ostenta. Cuestión a parte son las interesantes intrigas que hay en el argumento, con intentos de asesinato de un polémico dictador africano acusado de genocidio. Hay una escena en la que la comprometida traductora/intérprete (Nicole Kidman) recalca que en la ONU se hace mucho más que «jugar con palabras», enfatizando que «la misión de la ONU es asegurar la Paz y seguridad mundiales»…

 

Por exceso de diplomacia, en muchas ocasiones, personajes de todo tipo y catadura moral e intelectual llegan a comparecer en sede para pronunciar discursos. Como aquel famoso de Fidel Castro y otros tristemente célebres y sanguinarios autócratas. Al menos el cómico mejicano Cantinflas también compareció en Su Excelencia (1967) ante la ONU, dando lugar a un emotivo discurso. En el entorno de Guerra Fría en el que se rodó la película, instaba a los líderes mundiales a dejar de lado las diferencias, criticando los modelos imperantes bipolares (comunismo y capitalismo). Pedía más serenidad y más centrarse en las personas y en sus necesidades reales. Por puro sesgo político las potencias mundiales a menudo defienden sus propios intereses en lugar de promover la justicia y la paz. No olvidemos la fórmula del derecho a veto, una tremenda desigualdad a la hora de poder representar los intereses comunes convirtiendo en pantomima muchas de sus reuniones y conferencias.

 

Con un humor más ácido, Sacha Baron Cohen en El dictador (2012), también gozó de su turno de palabra y fue protagonista en la ONU en el papel de un dictador árabe estereotipado. Con mucha ironía hacía una crítica auténticamente magistral de los Estados Unidos. Como ejemplo y modelo a ‘no seguir’ en la ONU… Toda una lección para exigir un filtro de autocrítica a aquellos que intentan exhibir una superioridad moral y ética sobre los demás. Aun cuando ni sea comparable una democracia imperfecta con una dictadura terrorista islámica. Pero salta a la vista de ese monólogo que existen múltiples puntos de mejora como la desigualdad social, la política fiscal corporativa, las carencias de Sanidad y Educación, la justificación de guerras… Brillante y sarcástico.

 

Al hilo de las justificación de las guerras, en In the Loop (2006) hay un embrollo dialéctico lleno de eufemismos y retorcimiento verbal por parte de los diplomáticos anglosajones que parece no engañar a nadie. Estados Unidos y Reino Unido intentando maquillar decisiones impopulares. Al menos Robert De Niro en La cortina de humo (1997) contaba con un plan filmográfico y un guión elaborado más creíble.

Dejando de lado las polémicas de la oratoria diplomática, su papel en lo relativo a la mediación y solución de conflictos es cuanto menos bochornoso y decepcionante. Con una burocracia lenta y absurda, la falta de determinación para prevenir conflictos, por no querer anticiparlos y no ser proactivos y ejecutivos. Ni qué decir la incapacidad de hacer valer sus resoluciones. Nadie las cumple, ni a base de bombas…

Desgraciadamente, donde se concentra la mayoría de las fatalidades es en África. En El jardinero fiel (2005) es donde Rachel Weisz y Ralph Fiennes descubren que la industria farmacéutica parecía estar en connivencia con la diplomacia internacional para turbios negocios afectando a los derechos fundamentales de la población keniata. En la Sierra Leona de Diamante de sangre (2006), Leonardo DiCaprio sale a la fuga para no morir aniquilado. La extracción de recursos tiene prioridad. Con la ONU de perfil.

 

El caso más hiriente se puede atestiguar al ver la fantástica y dura Hotel Ruanda (2004). Un conflicto entre hutus y tutsis que terminó en tragedia en 1994, un genocidio para avergonzar a esa Comunidad Internacional. Un impotente Nick Nolte comandaba los cascos azules canadienses desplegados en el terreno, unos meros transportistas incapaces de defender a la población amenazada pese a los esfuerzos de un bondadoso gerente de hotel, Don Cheadle. Corrieron igual suerte los miembros irlandeses del destacamento de El asedio de Jadotville (2016) en el Congo. Contra mercenarios de fusil y también de corbata.

 

El conflicto de la guerra en la extinta Yugoslavia fue el penúltimo episodio sonrojante de la Comunidad Internacional. Los mejores ejemplos los podemos encontrar en La verdad oculta (2010). Rachel Weisz destapa el tráfico sexual y prostitución asociado a las fuerzas de intervención de la ONU desplegadas para preservar la paz. Las dificultades de los cooperantes de Un día perfecto (2015) no son pocas, enfrentándose a todo tipo de problemas y trabas burocráticas de la Naciones Unidas. Similar a la incapacidad de las fuerzas pacificadoras, en la Bosnia que refleja ¿Quo vadis, Aida? (2020), la ONU fue incapaz de evitar matanzas y todo tipo de injusticias.

Para más inri, sumémosle las evidentes suspicacias por la mala gestión financiera. Más bien por el desvío de fondos y corruptelas en la acción social de las ayudas internacionales. Esas que deberían llevar a cabo en países en conflicto y en vías de desarrollo. Doble traición (2018) narra el escándalo real en el seno de la ONU en un programa llamado ‘Oil for food’ en Iraq.

De lo que no cabe duda es de su relevancia, por estar siempre en el centro de las controversias. Lo que no queda claro es de si la intención del director de Independence day (1996) cuando los alienígenas destruyen la sede de la ONU en Nueva York, es un mensaje con doble intención o puro efecto especial. El Capitolio de Washington, cómo no, corre idéntica suerte.

El problema es que en el mundo a veces no caben los idealistas y soñadores como Giorgio Rosa (Elio Germano) en La increíble historia de la Isla de las Rosas (2020). Para escapar de la triste y decepcionante realidad, sus sueños y aspiraciones le llevaron a crear una nación-isla en la que vivir con sus propias reglas y convicciones. Idea que fue totalmente vapuleada por las leyes internacionales y los gobiernos.

En definitiva, «la diplomacia es el arte de mandar a la mierda a la gente de tal manera, que hasta te pidan las indicaciones para llegar», como indica Chistoph Waltz en El crimen de Georgetown (2019). Un supuesto diplomático tan cínico, narcisista y farsante, como tristemente real… En fin, que Naciones Unidas está aún por ver días mejores. Menos marketing y menos días de relleno para el calendario, y más proactividad para solventar conflictos…