Título original – Stranger Things (Season 4, Vol 1)
Año – 2022
País – Estados Unidos
Directores – Matt Duffer (Creador), Ross Duffer (Creador), Matt Duffer, Ross Duffer, The Duffer Brothers, Shawn Levy, Nimród Antal
Guion – The Duffer Brothers, Caitlin Schneiderhan, Paul Dichter, Kate Trefry, Curtis Gwinn
Música – Kyle Dixon, Michael Stein
Fotografía – Tim Ives
Reparto – Millie Bobby Brown, Finn Wolfhard, David Harbour, Winona Ryder, Sadie Sink, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin, Noah Schnapp, Dacre Montgomery, Charlie Heaton, Natalia Dyer, Joe Keery, Cara Buono,
Productora – Netflix, 21 Laps Entertainment.
Género – Fantástico. Aventuras
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¡Volvemos a Hawkins! Poco se puede decir de Stranger Things. Sin duda, es una serie generacional que, guste más o menos, ha cambiado incluso la sociedad y los gustos culturales de esta. Desde su estreno en 2016, los ochenta se han puesto de moda. Su estética ha sido acogida con entusiasmo, su música y cine ha sido puesto en valor y reverenciado. Mucha de la nostalgia que se respira hoy en día, sobre todo desde el plano cultural, tiene a esta popular serie de Netflix como uno de los causantes (también hay otras causas socioeconómicas, políticas y filosóficas, pero eso no nos compete tanto ahora).
En esta cuarta temporada seguimos viendo la fórmula que hizo que esta serie se convirtiese en un verdadero fenómeno, es decir, una aventura juvenil fantástica, con elementos sobrenaturales cercanos al terror. Más o menos, unos Goonies (Donner, 1985) con monstruos y personas con poderes psíquicos. En este sentido no varía en especial, pero sí se crean nuevas líneas para explorar nuevos géneros.
Los chicos que se quedaron en Hawkins (Dustin, Max, Lucas, Steve, Nancy y Robin), al no contar con Eleven, se embarcan en la búsqueda de un nuevo monstruo del ‘Upside Down’ que asesina a los jóvenes que van al psicólogo y al que llaman Vecna, otra referencia al juego de Dungeons and Dragons. En esta trama abunda el body-horror (bastante desagradable, de hecho), pero lo fusionan con un thriller bastante bien llevado y que consigue mantener la tensión fuera de los momentos de terror. También da un cierto aroma a Pesadilla en Elm Street (Craven, 1984) a esta nueva temporada (guiño incluido) y crea una ciudad mucho más viva que en anteriores temporadas, a la que se llega a criticar su exceso de puritanismo.
Aparte, está la trama californiana que es la que sigue a Mike, Will, Jonathan, Argyle (nuevo personaje que sirve como alivio cómico) y, momentáneamente, a Eleven. Esta sigue los derroteros típicos de las aventuras juveniles, también con partes de thriller.
Conforme avanzan los capítulos, estas dos líneas se asientan como las más interesantes y entretenidas. Sí es cierto que al principio incursionan en el teen más estereotipado posible y resulta difícil entrar, también por estar acompañado por una horrenda y sobrexpuesta fotografía, en las antípodas de los tonos utilizados en anteriores temporadas por la serie. Aun así, dura tan solo los dos primeros episodios y de manera esporádica.
A pesar del carácter de estas tramas, las otras dos rompen el ritmo que proponen y estorban por momentos.
Eleven sigue rebuscando en su pasado, esta vez de manos de los científicos que la utilizaron de pequeña en sus experimentos. Obviamente, resulta trascendente para limar las múltiples aristas del personaje que interpreta Millie Bobby Brown. Sin embargo, da demasiadas vueltas sobre lo mismo, cuando el espectador lo ha entendido perfectamente a la primera o a la segunda, y rompe el climax que van construyendo las líneas de California y Hawkins.
La búsqueda de Joyce y Murray primeros a Hooper, encarcelado en el Kamchatka soviético, sí va acompasado con las otras tramas, pero se percibe como otra serie completamente alejada de lo que es Stranger Things. Opta por el thriller de acción, pero lleva muy mal lo segundo, queriendo hacer alardes de efectos especiales dignos de película noventera de corto presupuesto. Sin embargo, conforme avanzan los capítulos se vislumbran escenarios posibles bastante prometedores (los cuales no he visto puesto que solo han compartido a la prensa los primeros seis capítulos).
Al final, los personajes que más sorprenden están principalmente en Hawkins. Robin (Maya Hawke) desborda en esta temporada con una personalidad aplastante y Max (Sadie Sink) se asienta como un personaje verdaderamente complejo. Mientras tanto, se sigue con pereza la evolución de los personajes de las últimas dos, justamente los que más prestigio tienen en Hollywood.
En resumen, la cuarta temporada se adentra en registros nuevos que funcionan a medias. Siempre hay que hacer caso al refranero español: el que mucho abarca, poco aprieta. Obviamente, ya no tiene esa frescura de las primeras temporadas, pero seguirá gustando y, aunque muchas personas se abrumen ante capítulos de más de una hora de duración, se encontrarán ante momentos buenos que animen a avanzar.
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Nota: 6,5
Lo mejor: la esencia Stranger Things unida al thriller
Lo peor: la trama de Eleven y la acción mal ejecutada