‘Beau tiene miedo’, y no llega a ningún lugar

Título original: Beau is Afraid

Año: 2023

Duración: 179 min.

País: Canadá

Director: Ari Aster

Guion: Ari Aster

Música: The Haxan Cloak

Fotografía: Pawel Pogorzelski

Reparto: Joaquin Phoenix, Nathan Lane, Amy Ryan, Armen Nahapetian, Parker Posey, Patti LuPone, Kylie Rogers, Stephen Henderson, Michael Gandolfini, Zoe Lister Jones, Hayley Squires, Denis Ménochet, Julia Antonelli, Stephanie Herrera, Anana Rydvald, Richard Jutras, Bradley Fisher, Joe Cobden

Productora: Coproducción Canadá-Finlandia-Estados Unidos; A24, Square Peg, IPR.VC, Access Industries.

Distribuidora: A24

Género: Drama. Comedia. Terror.

Ficha en Filmaffinitty

Si existiese un concepto analítico de ‘terror elevado’, siempre sin desprestigiar a los restantes subgéneros almacenados injustamente en un frío sótano, tres directores fueron los encargados de alzarlo ante crítica y público sin necesidad de invocar a ningún jump scare. La bruja (Eggers, 2015), Déjame salir (Peele, 2017) y Hereditary (Aster, 2018) se convirtieron en las óperas primas más aclamadas y reclamadas entre los adeptos del terror.

Tras el drama familiar acaecido entre sectas, maquetas y decapitaciones (marca de la casa) con el que había conseguido crear una atmósfera asfixiante y tenebrosa, Ari Aster estrenó un año después un sobresaliente folk horror a plena luz del día de hipnóticos planos con gran profundidad de campo bajo el nombre de Midsommar (2019).

Beau tiene miedo
Joaquin Phoenix siempre salvando y salvándonos. (Foto: Diamond Films)

Pero escudriñando los inicios de Aster aparecen cuatro cortometrajes que marcarían por completo su carrera como director y guionista: Lo extraño de los Johnson (2011), Munchausen (2013), Basically (2014) y Beau (2011). Esta última vendrá a la mente del espectador debido a unos siete minutos de pura tensión en donde se fragua el planteamiento principal de su tercer y último largometraje Beau tiene miedo. Y así es, porque Joaquin Phoenix se deja la piel siendo nuevamente un hombre atormentado y neurótico que, ante el inminente abandono de su hogar para visitar a una madre de obvia toxicidad, su vida se irá transformando en una amalgama de situaciones disparatadas con aires pretenciosamente freudianos. Y aunque uno quiera poner de su parte, la falta de aire que regala a veces la lucidez de lo sencillo es inexistente porque Aster no es capaz de captar la complejidad de los asuntos sin apelar al surrealismo menos acertado .

Beau tiene miedo podría estructurarse como una homérica tragedia en cuatro actos a lo largo de tres horas de metraje (sin dejar en el olvido la intención de Aster por alargar la duración hasta los 240 minutos). Pero ajustándonos al montaje final, únicamente convergen la comedia, el drama y el terror a la perfección en una primera parte de creatividad incontestable en texto, contexto y subtexto. Porque cuando Beau es atropellado en el film, éste nunca llega a recuperarse de unas heridas que intentan taparse mediante simbologías (con el tiempo YouTube se llenará de vídeos explicativos sobre ellos), teatralidad y banalidad aderezadas con una puesta de escena extenuante que tampoco llega a estar a la altura de una mente insondable.

Y es ante los hechos de mayor vanidad cuando el espectador irá perdiendo inevitablemente el interés por una obra que representa como ninguna el querer y el no poder. Un guion que se acerca, salvando las distancias, a lo que Charlie Kaufman planteó en su excepcional debut: Synecdoche, New York (2008), el cual desarrollaba unas ideas profusas que lograban cobrar el absoluto sentido a través de un aparente sin sentido.

Pese a todo lo citado, Beau tiene miedo no es ni de lejos un suspenso por contar con el arriesgado y meritorio buen ojo de A24, y con un director de talento desbordante que no debería encaminarse directamente hacia el cadalso de los fracasos. Eso sí, esperemos que la siguiente impresión nunca transmute en una flagrante afirmación.

«Está bien perder la cabeza siempre y cuando no esté vacía».

Lo mejor: Un primer acto llevado con maestría sobre los temas más complejos de una sociedad abocada a un tipo de surrealismo infernal.

Lo peor: Tres minutos que se pasan como tres horas, y tres horas que se olvidan en tres minutos.

Nota: 5/10