El Yanis Varoufakis de la ficción en plena acción "negociadora"

El Grexit y lo aprendido de la tragicomedia económica griega

Comportarse como adultos (Costa-Gavras, 2019) es sin duda una buena película para comprender los entresijos de una negociación en el ámbito de la Unión Europea. Su argumento guarda bastantes similitudes con la importante negociación a la que hemos asistido estos últimos días con motivo del Plan de Recuperación Europeo para paliar los efectos socioeconómicos de la pandemia del coronavirus.

Este tipo de negociaciones suelen ser ya de por sí complejas dada la burocracia comunitaria, el difícil juego diplomático y la disparidad de criterios entre los diferentes países miembro de la UE.

Escena de la película con la implacable troika liderada por el ministro alemán

En esta última ocasión se trataba además de acordar ayudas económicas a fondo perdido o préstamos condicionados para los países más perjudicados por la Covid-19, con el temido fantasma de la importante deuda externa y el déficit público.

En el caso del Grexit que muestra la película, el gobierno local pretendía exigir a la UE unas condiciones de reestructuración de la deuda con el nuevo rescate. Los populistas griegos no quisieron ver que su rol de deudor no favorecía para nada dichas exigencias. Por todo ello la situación se complicó de sobremanera alcanzando el tono de las mejores tragicomedias del teatro clásico griego.

La crisis económica que atravesaba Grecia con un grave problema de deuda externa y elevado desempleo, evidenciaba que carecían de poder negociador alguno. Era bastante evidente que las contraprestaciones del rescate terminarían por ser muy exigentes en forma de reformas estructurales, planes de austeridad y ajustes…

El auge de los populismos tanto de extrema derecha como de izquierda radical tuvo que ver con esa falsa creencia de poder de decisión o soberanía griega respecto de los mercados y la UE, obviando sus obligaciones financieras adquiridas.

La sensación de pérdida identitaria pudo ser una de las razones de exaltación de esos populismos. Por cierto, pérdida identitaria y euroescepticismo que encontramos en la poco conocida película griega Promakhos,the first line (Corte Voorhees, 2014), en la que todo su reparto son actores locales a excepción del italiano Giancarlo Giannini. En el argumento principal se incluye esa pérdida de identidad y la decadencia de Grecia simbolizada en la lucha legal del protagonista (Pantelis Kodogiannis) para la recuperación de los frisos del Partenón actualmente en posesión del Museo Británico de Londres. Euroescepticismo por el papel alemán, autocrítica griega y desilusión por haber pasado de ser el origen de la filosofía y el pensamiento avanzado, la civilización precursora de nuestra era; a convertirse en un país prácticamente fallido sumido en continuas crisis económicas y políticas.

 

Pero volviendo al caso que nos ocupa, ‘Comportarse como adultos’ narra el pulso entre la llamada ‘troika’ comunitaria y el gobierno de Tsipras en 2015. Es una adaptación cinematográfica del director Costa-Gavras del libro escrito por el propio exministro de Finanzas griego Varoufakis. Describe las vivencias en primera persona de éste en esas arduas negociaciones que se vislumbraban con un desenlace incierto: ¿rescate condicionado a severos ajustes, reestructuración de la deuda griega, ¡Grexit!…?

Conociendo la filmografía de Costa-Gravras no sorprende el sesgo favorable a la postura de la izquierda radical griega, tratando de edulcorar el fracaso negociador de Tsipras y Varoufakis en esta arriesgada empresa. A pesar de ello, la trama es bastante didáctica para comprender los roles de cada una de las partes negociadoras.

Tanto Tsipras como Grecia no tuvieron más remedio que aceptar los planes de rescate exigidos por la UE y el FMI con lo que incluso empeoró la situación de partida de Grecia, y los peajes que está teniendo que afrontar el país heleno por ello han sido bastante duros.

Ese «doble o nada» perdedor que planteó el dúo Tsipras-Varoufakis, se plasma en esta buena película en la que se consigue poner de manifiesto cuál fue la tensión y el ambiente en las reuniones durante aquellos meses de mucha incertidumbre. Infinitamente mejor que siguiendo las aburridas y desinformadas tertulias televisivas o radiofónicas.

La película tiene bastantes detalles esclarecedores de cuál fue la posición rígida e intransigente de la comunidad internacional: el BCE, la UE y el FMI; para no mover ni una sola coma del acuerdo presentado bajo el título de programa de ajuste y el famoso memorando de entendimiento (MdE), o memorandum of understanding (MoU) en inglés.

 

Las exigencias de los acreedores, por otro lado lógicas, descartaron por completo cualquier tipo de modificación o laxitud en los términos del acuerdo. Ya había sucedido años antes con Chipre, y en esta ocasión el gobierno griego tuvo que transigir con los dictados de la UE y aceptar el MdE.

 

Parece que esta especie de caso de éxito (o fracaso) ha resultado útil para todos los dirigentes europeos, que esta vez han aprendido de la experiencia del Grexit. El presidente Sánchez ha sido el primero, y probablemente por ese motivo se presentó ante los socios europeos de la Unión Europea “adoptando un perfil bajo”. Seguramente era consciente de que lo importante era conseguir fondos para la ansiada “Reconstrucción”, y para ello era imprescindible evitar cualquier atisbo de confrontación con los más escépticos al plan económico a tratar como Austria, Finlandia u Holanda.

El vicepresidente Iglesias, ajeno a cualquier protagonismo en estas negociaciones, presumiblemente habría visto la película como el buen aficionado al mundo del cine y las series de intriga política que es. No en vano es un convencido prescriptor de la serie de ‘Juego de Tronos’.

Ambos debieron comprender que no era muy conveniente asumir el rol de Varoufakis en esta historia, visto lo acaecido con sus colegas del ‘Podemos griego’.

Gracias a lo vivido con Grecia y ese hipotético Grexit, las negociaciones parecen haber sido algo menos tensas y dramáticas. Evidentemente las circunstancias lo exigían: no había bilateralidad ni enrocamiento, y se discutía una emergencia de tal calibre como la situación originada por la pandemia de la Covid19 y que afecta a todos los socios en mayor o menor medida.

Todo ello ha conllevado a que en esta ocasión todos «se comporten como verdaderos adultos» (Christine Lagarde dixit) y se hayan alcanzado acuerdos beneficiosos para el conjunto de la UE. Por lo que parece, ha primado el interés de los ciudadanos europeos por encima de cuestiones más relacionadas con la vanidad de los políticos, la imposición de sus dogmas ideológicos o los prejuicios entre Norte y Sur…