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Fotograma de 'Cow' (2021) de Andrea Arnold

‘Vaca’, al cine lo que (no) es del cine

Título original: Cow

Año: 2021

País: Estados Unidos

Dirección: Andrea Arnold

Fotografía: Magda Kowalczyk

Productora: BBC Films, Doc Society, Halcyon Pictures

Género: Documental

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Creo que ni yo ni nadie debería escribir demasiado sobre Vaca. De la misma forma en la que Mario Miguez pedía con gran contundencia que «¡quitaramos nuestras sucias manos de Shakespeare!», pues la naturaleza atemporal de la pantalla nunca podría imitar al intercambio en presente del escenario, Andrea Arnold articula uno de esos relatos que sólo pueden existir en una sala de cine. Cuando André Bazin hablaba de la especifidad del cine sin duda se refería a historias como estas. Intentar escribir lo que Arnold cuenta terminaría inevitablemente en saco roto, pues plasmar esa realidad por escrito sería un acto de apropiación, una representación bajo el filtro del autor, una historia sobre algo y no el algo por sí mismo.

El dispositivo que plantea la cineasta resulta irrefutable por la facilidad con la que concentra en sus coreografías toda paradoja baziniana posible (¿es posible lo real en el arte de la apropiación de lo real?). Toda decisión autoral se dibuja para matar al autor, para que la película no exista, para que la pantalla de cine encuentre su grandeza en su desaparición. En Vaca lo humano (y por lo tanto lo artístico) ansía desaparecer, pues esta no es su historia. Lo antropomórfico es, por primera vez (?), el fondo, mientras que la figura es aquella que nunca pudo contar una historia (o, al menos, aquella que nunca lo pudo hacer desde sus propios códigos). ¿Cómo puede ser que hayamos entendido lo que Luna, la vaca protagonista, nos ha querido contar? ¡Pues porque, por fin, alguien ha querido escuchar!

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Fotograma de ‘Vaca’ (2021), de Andrea Arnold

Nos encontramos ante un hito del cine antiespecista (o incluso ante su pistoletazo de salida), ante un documental cuya ideología no brota del corazón y mente de quiénes lo rodaron sino de lo rodado en sí mismo. Arnold propone una cámara empática – sin miedo al acercamiento o el golpe – que por momentos parece imposible. Una cámara condicionada por la mirada animal (¡esto es muy fuerte!), un montaje que sólo traiciona a la unidad espacial del realismo cuando cree entender el deseo de las protagonistas.

Lo plásticamente hipnótico de la imagen podría remitirnos a Terrence Malick, mientras que la claustrofobia y el bucle que condicionan la desgarradora narrativa convierten al documental en una antítesis de su cine. ¿Puede una vaca imaginar que está en otro lugar? ¿Puede lo baziniano ser una celda? ¿Puede que el cine sea más cine cuando no lo quiere ser? No lo sé, pero sin duda necesitamos más historias que, a través de su forma, dejen al otro denunciar por sí mismo. Hay algo en Vaca que deja poso. Quizás necesitemos recordar que donde hay mirada hay historia, que donde hay mirada hay deseo.

Lo mejor: Toda decisión autoral se toma para matar a la autora, para que la película no exista, para que el foco no seamos nosotrxs

Lo peor: Esa distancia autoral puede molestar a los amantes de la imagen-movimiento

Nota: 8/10