parís distrito 13
Escena de 'Paris, Distrito 13' (Audiard, 2021)

Crítica – ‘Paris, Distrito 13’

Título original: Les Olympiades

Año: 2021

Duración: 106

País: Francia

Director: Jacques Audiard

Guion: Jacques Audiard, Léa Mysius, Céline Sciamma, Nicolas Livecchi

Música: Rone

Fotografía: Paul Gilhaume

Reparto: Lucie Zhang, Makita Samba, Noémie Merlant, Jehnny Beth, Geneviève Doang, Lumina Wang, Camille Berthomier, Line Phé, Pol White, Lily Rubens, Anaïde Rozam, Camille Léon-Fucien, Oceane Cairaty

Productoras: Page 114, France 2 Cinema, Canal+, Ciné+, France Télévision, Cofinova 17

Género: Drama

Ficha en Filmaffinity

París y su jungla de asfalto como telón de fondo. Jacques Audiard, un director con un estilo tan destacado y depurado a lo largo de los años, da un giro de timón y se adentra en un registro desconocido. Pasa de los primerísimos primeros planos a los generales, del thriller al drama cotidiano, de la violencia a la sensualidad, de una mirada predominantemente masculina a una mixta.

En París Distrito 13 se entrelazan dos relaciones, Camile (Makita Samba) primero con Émile (Lucie Zhang) y después con Nora (Noémie Merlant). Estas se empiezan a tejer de manera creíble, siempre tras haber conocido a la otra persona al empezar a compartir piso o en el trabajo. Sin embargo, cuando se van desarrollando, dan una sensación de irrealidad y de que se están estirando demasiado. Llega un momento donde la relación que se tenía que presuponer realista, se torna en falsa, forzada e, incluso, accidentalmente irónica.

Es bastante impactante que suceda esto en la película, ya que se ve que hay una construcción de personajes bastante elaborada. Sí es verdad que son las mujeres las que están mejor desarrolladas, notándose así la mano femenina de Scéline Sciamma en el guion.

La presencia de la directora francesa de, entre otras, Retrato de una mujer en llamas (Sciamma, 2019)es palpable en el personaje de Nora. Un personaje al que vemos sufrir por ser confundida con una actriz porno, que desvela una adolescencia traumática y, como consecuencia, una indecisión en el rumbo de su vida. Protagonista también de una relación que se va forjando a fuego lento, mientras que las otras de carácter efímero e intenso pasan por la escena. Merlant demuestra desenvolverse como pez en el agua en la traumada mente de Nora, sin ningún problema para demostrar tristeza o seguridad. Simplemente la actriz francesa se exhibe en una película que no le exprime todo el jugo posible por culpa de la relación con Camile. Parece increíble que este actúe como un vórtice que baja el nivel de lo que le rodea.

Al final, el largometraje resulta más convincente en su apartado técnico. Un precioso blanco y negro estiliza un Paris -y la sociedad entera, realmente- bastante decante, un subtexto muy presente a lo largo de la película y que apunta a problemas de la sociedad actual como la precariedad o la virtualidad de las relaciones personales y sentimentales.

Este viaje crítico está acompañado por una espectacular banda sonora de música electrónica a cargo de Rone, la cual marca el tempo de la película como lo hace un buen batería en una banda de rock and roll.

Al concluir la película te quedas un poco frío y decepcionado por lo que podría haber sido. Una cinta tan prometedora, que inauguró el Festival de Sevilla 2021, que ha demostrado grandes dosis de calidad en varios apartados y que está lastrado por el punto de unión. Una balanza no puede funcionar si su eje es defectuoso. Esta película no es que se rompa de arriba abajo como una balanza con el eje averiado, pero sí la podemos ver desequilibrada.

Nota: 6,5/10

Lo mejor: el personaje de Noémie Merlant, la música de Rone y el esteta blanco y negro

Lo peor: el personaje de Makita Samba