Series que son un buen negocio (XLI): ‘Celeste’, con mucha actuación tributaria

De los creadores de eslóganes propagandísticos como «Hacienda somo Todos» o «No es magia, son tus impuestos», nos llega la miniserie Celeste.  Un argumento básicamente pedagógico y hasta propagandístico acerca de las bondades de pagar impuestos. Una producción de lo más institucional. Comprensible hasta cierto punto si no hicieran falta tantos recursos para innumerables partidas públicas complicadas de justificar. El polémico ‘Bienestar del Estado’. A estas alturas ya tenemos todos claro que después de tantísimos casos de corrupción y amoralidades políticas de todo tipo, no todo se destina a Sanidad y Educación….

En cualquier caso, la trama principal se articula desde el punto de vista de la protagonista. La heroína de esta fábula tributaria: la propia investigadora fiscal. Carmen Machi borda su papel de Sara Santano, una inspectora tributaria que en su último año de carrera decide resarcirse de algún que otro fracaso profesional. Y de manera espontánea plantearse también, varios porqués de una existencia vital anodina.

Lo que no aborda la serie en ningún momento, seguramente por descuido, son los intereses en ocasiones nada cándidos de la Agencia Tributaria. Con un cuerpo de funcionarios extra motivados en lanzarse contra sus presas. Y es que desarrollar una investigación de un caso mediático como el de una cantante estelar del momento, un futbolista o ‘youtuber‘ cualquiera, puede impulsar la carrera profesional de cualquiera gracias al dedo mágico del político de turno.

Bien es cierto que lo que aquí se dirime es un posible (presunto) fraude tributario de cerca de 20 millones de euros, por parte de una famosísima cantante mejicana, de rabiosa actualidad. Ya vimos en la anterior serie recomendada también sobre una inspectora estatal, en esta ocasión bancaria, que otros intereses y circunstancias terminan por trascender a la vocación de los profesionales. Por ello, cabría no obviar el exceso de celo de algunos inspectores por embolsarse cuantiosos bonus, sin ni siquiera tener que llegar a buen puerto en sus pesquisas. Todo demasiado discrecional, muy a la manera política. Te puede tocar a ti o al de al lado. «El camino corto o el largo», advertencia bastante amenazante a la que recurre Machi con la altanería de autoridad pública cuando aborda a potenciales y temerosos testigos e informantes. Unas malas artes muy efectivas ya que «la gente teme más una inspección de Hacienda que un bulto en la pierna».

De lo que sí trata Celeste es de humanizar la figura de los inspectores tributarios, aunque parezca poco apasionante sumergirse en la vida de esta funcionaria vocacional con aires de Margarita Robles. No es casual que aparezca caracterizada con vestimentas excesivamente formales, grisáceas. Siempre en un ambiente doméstico y profesional austero. Es una contraposición forzada para enfrentarla al encanto del mundo del famoseo y las celebridades. El servicio público libre de artificialidad en contra de lo fastuoso de las grandes fortunas…

Con Hacienda hemos topado… (Fotograma: Movistar+)

Pese a olvidarse de esos pequeños matices salariales o aspiracionales, lo que sí evoca son casos relevantes y recientes que todavía resuenan en las oficinas de la Agencia Tributaria. El caso de un tal Figueroa (Xabi Alonso), futbolista del Real Madrid. O la cuestión sobre la que se basa la trama de esta serie de Celeste: la residencia fiscal de una superestrella del panorama musical. Es claramente una ficción sobre el caso Shakira. ¿Más de 184 días en España, la mitad del año más uno? Ahí está el quid de la cuestión. Elusión o evasión de impuestos. Las donaciones de grandes empresarios ( quizás de Amancio Ortega o Juan Roig) también bajo el foco de los guionistas de la serie.

Sin duda, lo más interesante de la acción de esta pseudo intriga es la forma metódica y ocurrente que utiliza la protagonista para analizar pormenorizadamente todos los hábitos cotidianos, apariciones públicas o cualquier indicio revelador que acredite la irregularidad que se persigue. Actividad puramente detectivesca. Enfrentándose incluso a excompañeros especialistas en asesoría fiscal para elusión de impuestos. Aquello de la ingeniería fiscal, las residencias fiscales e incluso otros vehículos más sofisticados e ilegales como los métodos panameños. Un exceso de celo, motivación y meticulosidad que sería más que deseable en todos los empleados de la esfera pública. Sustanciosas recompensas mediante o no.

En definitiva, una apología de la conciencia fiscal y la creencia ciega en el aparato del Estado como benefactor social. Veremos si los propios creadores de la serie son capaces de mantener ese entusiasmo y devoción por el sistema predicando con el ejemplo de sus obligaciones tributarias pasadas y futuras… «Las facturas no mienten, al inspector de Hacienda no le puedes engañar», ni tampoco a la opinión pública.