‘La vida es una película, siempre tiene un final feliz. Y si no lo tiene es porque todavía no ha acabado’.
Los curiosos espectadores de Bollywood tienen fácil el acceso a este cine gracias a Netflix, plataforma cada vez más popular en los hogares españoles, y cuyo amplio catálogo tiene títulos para todos los tipos de público. Aunque aún faltan muchas películas esenciales de la cinematografía hindú, poco a poco se van añadiendo más cintas a la lista, como es el caso de Om Shanti Om (2007), de la directora y coreógrafa Farah Khan.
Om Shanti Om, protagonizada por Shah Rukh Khan, fue el debut en Bollywood de la ahora superestrella Deepika Padukone. Este melodrama sigue a Om Prakash, un aspirante a actor que quiere vengar el asesinato de su amor platónico, la famosísima Shantipriya. Aunque tiene tintes de fantasía y la historia se da la mano con lo sobrenatural, Shah Rukh Khan saca su vena cómica (y algo sobreactuada) para parodiarse a sí mismo y a los hijos del nepotismo en la industria.
Si bien es una película que hay que ver con la mente abierta, las imágenes de Farah Khan consiguen que no quitemos los ojos de la pantalla, pues el color y la música se combinan de una manera asombrosa en Om Shanti Om. El vestuario, diseñado por Manish Malhotra, en especial el de Shantipriya, es tan brillante y luminoso que alcanza a ser considerado un personaje más. Los números musicales son los más pegadizos del siglo, con coreografías frescas y divertidas y ritmos marcados. Y cada primer plano de Padukone es un regalo para la vista, tanto por su innegable belleza como por lo hipnótico de su sonrisa. Fun fact: la voz de Shantipriya es doblada por otra actriz debido a que Padukone no dominaba el hindi lo suficiente.
En definitiva, Om Shanti Om es la elección perfecta para las sobremesas de estas vacaciones, ya que no requiere una atención completa por parte del espectador y tiene muchos momentos divertidos, que consiguen que sus dos horas y media de duración resulten mucho más sencillas de ver.
Namaste, amigos.