los hijos de otros

‘Los hijos de otros’, quiero y no puedo

Título original: Les enfants des autres

Año: 2022

Duración: 104 min.

País: Francia

Dirección: Rebecca Zlotowski

Guion: Rebecca Zlotowski

Música: Robin Coudert, Rakotondrabe Gael

Fotografía: Georges Lechaptois

Reparto: Virginie Efira, Roschdy Zem, Antonia Buresi, Yamée Couture, Victor Lefebvre, Chiara Mastroianni, Mireille Perrier, Sébastien Pouderoux, Henri-Noël Tabary, Frederick Wiseman

Género: Drama romántico

Ficha en Filmaffinity

Los hijos de otros, cinta inaugural del SEFF 2022, es una historia realista sobre la búsqueda del equilibro y la felicidad. Una película agridulce, pero bonita, que explora la maternidad desde unos personajes cuyos sentimientos y relaciones son construidos con madurez y delicadeza. Un tema que en nuestro país este año también se ha tocado con producciones como Cinco lobitos o La piedad.

Rachel (Virginie Effira), una profesora de instituto soltera de cuarenta años, inicia una relación con Ali (Roschdy Zem), quien es padre de una niña de cuatro años. En su deseo de convertirse en madre, Rachel intenta ganarse el afecto de la pequeña. Sin embargo, este es un papel que nunca podrá representar.

Los hijos de otros posee unas buenas y creíbles interpretaciones, con Effira haciéndose una con la protagonista, derrochando una afectividad que conmueve y traspasa la pantalla. Es casi imposible no sentir empatía por un personaje que, con solo una mirada, derrocha ternura y tristeza a partes iguales.

Compartimos su soledad y sus deseos de ser madre, buscando comprender como es posible que una persona como ella, a pesar de sus esfuerzos, es incapaz de tener lo que más quiere. Lo que queremos todos. Y es que tal vez esta sea la moraleja de esta historia. Encontrar la felicidad es más aprender a quererse a uno mismo que buscar ese apego por parte los demás.

Los hijos de otros
Virginie Effira y Callie Ferreira-Goncalves en una escena de ‘Los hijos de otros’. (Foto: Caramel Films)

Las mejores escenas del filme son aquellas en las que el personaje de Effira interactúa cariñosamente con la pequeña Leila (Callie Ferreira-Goncalves). Quien, a pesar de su corta edad, sabe que Rachel no es su madre y jamás podrá devolverle el mismo afecto que ella le emite.

A pesar de esos bonitos momentos maternofiliales que vemos en pantalla, la historia avanza y reitera su mensaje, derivando así en un tono que la acerca demasiado a un melodrama pasajero. De los que suelen programarse en televisión los sábados por la tarde.

Los iris shot empleados en el montaje ayudan un poco a cimentar este efecto de película de sobremesa. Así como subtramas como la de la hermana o el exalumno que, aunque sean importante para la construcción de la protagonista, no hace más que alargar el metraje y postergar un final que parece no llegar nunca. Y cuando este lo hace por fin, viene acompañado de un epílogo un poco innecesario.

Lo mejor: La ternura que derrocha Virginie Effira en cada escena.

Lo peor: Unas subtramas de poco interés y un montaje anacrónico.

Nota: 7/10