Julián Génisson:
Julián Génisson. Foto: Libros Walden

Julián Génisson: «Quería traducir el lenguaje de Internet en una película»

Julián Génisson es actor, director y escritor. Miembro del colectivo audiovisual Canódromo Abandonado, codirigió La tumba de Bruce Lee (2013). También, desarrolló proyectos conjuntos en Esa sensación (2016) o Ayudar al ojo humano (2017). Su faceta interpretativa se muestra en estos títulos y en Berserker (2015, Pablo Hernando), presentada en el Atlántida Film Fest en 2016.

Ahora, dirige en solitario Inmotep (2022), un singular filme que, tras su paso reciente por el Festival de Sevilla, visita ahora Rizoma en Madrid. Julián Génisson nos desvela las claves de su nueva película, que abandona lo usual y lo predecible para sumergirnos en la estructura de Internet. Toda una experiencia visual, sensorial y surrealista.

PREGUNTA: Inmotep goza de gran singularidad. Destaca la ausencia de las palabras, la música desconcertante, las imágenes sobreexpuestas… Podemos sacar muchas interpretaciones de la película. Pero, como director, ¿qué quieres contar realmente en Inmotep? ¿Cuál es su objetivo?

JULIÁN GÉNISSON: La idea era recrear la atmósfera de los bancos de imágenes de stock. Lo que pasa en estos bancos, es que son imágenes multifuncionales. Los fondos son muy abstractos. Se crea así una atmósfera muy extraña, donde la gente está teniendo actividades de business muy concretas, y a la vez, muy vagas, porque no pueden estar haciendo nada específico. Me interesaba esa sensación de gente comunicándose y a la vez muy incomunicada, muy aislada, en un mundo muy abstracto, quemado de sentido. En parte, era la intención con lo de la sobreexposición. Una imagen plantada en un espacio, pero que no es mucho más que una imagen, no hay mucho más contexto. También, había una necesidad económica. Es una película muy pequeña. Tienes que conformarte con las localizaciones que existen ya. Era una manera de estetizar la realidad, ocultándola. Como cuando se pusieron de moda las videollamadas, y la gente se avergonzaba de su casa, y difuminaban el fondo. Lo del audio es parecido. Quería hacer la peli lo más rápido posible. Venía de hacer pelis con diálogos muy densos, y estaba quizás algo cansado de eso. Y también una justificación más filosófica; las imágenes de stock son mudas. Me interesaba la idea de gente que son personajes, pero antes que nada son imágenes. Me pareció un reto interesante ver si yo era capaz de contar la historia y que se entendiera únicamente con imágenes. La música también tenía que estar muy presente. Una de las referencias cinematográficas es el cine de serie B italiano, donde a menudo los diálogos no son buenos, las historias son guays y la música es potentísima. Entonces, pensé que si podíamos conseguir que se entendiera lo que hacen, y que fuese una experiencia sensorial, con estética llamativa, con música bonita… Podíamos tener una buena idea de peli, y disimularse de alguna forma que se había hecho con muy poco dinero.

P: Con independencia del presupuesto, la película parece consciente de estar hecha de esa forma para lanzar un mensaje determinado. La falta de diálogo, por ejemplo, recuerda mucho a un vídeo, a los contenidos que encontramos en la red. ¿Has querido hacer una paradoja sobre Internet?

JG: Sí, creo que realmente los dos tipos de justificación son compatibles. Hay necesidades que conviertes en virtud, convirtiéndolas en una postura estética. La idea era quizá recrear cómo es estar en Internet en una peli, y no tanto parodiar la idea de los vídeos. Quería traducir el lenguaje de Internet en una película. Porque al final va de eso, gente que acaba atrapada en Internet de alguna manera. O los bancos de imágenes o las webs de inmobiliarias, donde parece que hay más apartamentos en la web que en la realidad. Es una especie de virtualización de la realidad.

P: De hecho, lo de las imágenes de stock puede interpretarse como la falta de realidad en fotos que recrean lo real, así como la referencia a la pérdida de privacidad; como nos exponemos en la red y como nuestra imagen puede acabar en cualquier parte de Internet. 

JG: Sí, totalmente. Está ese factor de pérdida de privacidad y de no controlar tu propia imagen. Me interesaba esta realidad, real y virtual, cómo pueden encontrarse esos espacios de intimidad. Por ejemplo, el protagonista no puede viajar a Italia porque los precios son sobrenaturalmente altos, y encuentra la manera de sortear esta dificultad buscando una pequeña Italia en su ciudad. Al final la gente va a ver tu imagen, y no sabe qué hay detrás. Puede pensar que eres un modelo de stock, pero al final hay todo un recorrido emocional y vital en los personajes. Y luego, la imagen es una captura de un momento vital, que es mucho más y tiene más significado que lo que se ve en una pantalla. Creo que es posible encontrar maneras de sortear la captura de nuestra imagen, y formas de chulear el sistema, aunque no sean necesariamente sinónimo de felicidad.

P: ¿Qué dificultades has encontrado a la hora de hacer la película? 

JG: Yo no sabía si iba a funcionar. La peli se financió con dinero que gané en el bingo. Hubo una especie de milagro monetario que hizo que pudiera hacer la peli sin preocuparme mucho. Quería que funcionara y que la gente la disfrutase y conectara. Estamos hablando mucho de bajo presupuesto, pero he tenido mucha suerte de contar con el mejor montaje posible, la mejor banda sonora posible, la mejor fotografía posible, el mejor arte posible, con los cuadros y los logos… Los hizo Beatriz Lobo. Los actores: es un casting muy deluxe. No puedo quejarme. Si la película tiene algún problema narrativo, es culpa mía. Creo que cualquier problema que pudiera haber para contar la historia de esta manera, sin palabras, se podía resolver en el montaje con Sergio Jiménez, que le dedicó muchísimo tiempo. Estuvimos meses encontrando la forma, el orden, cómo se contaban las historias… Y creo que llegamos a una solución que se entiende, que es sensorial. Espero que nadie se quede con eso del bajo presupuesto, aunque siempre insista en él, porque hay que hablar de estas cosas materiales.

Fotograma de ‘Inmotep’ (2022). Foto: Festival de Cine de Sevilla

P: Inmotep ya se ha presentado en varios festivales, recientemente en el Festival de Sevilla. ¿Está recibiendo la acogida que esperabas? 

JG: No esperaba nada. Me hizo mucha ilusión que nos seleccionarán en Sevilla, porque es un festival al que, además, le tengo mucho cariño. No sabía qué esperar. Se la había enseñado a más gente, pero no te puedes fiar de lo que te digan tus amigos o la gente del equipo. Entonces, iba seguro de que lo que habíamos hecho tenía un valor, pero no sabía cómo iba a reaccionar el público una vez que la peli saliera de mi disco duro y al mundo. Una cosa que me hizo mucha ilusión, que parece muy estúpido, es que la gente iba con palomitas al cine y pensé: «¡Como las pelis de verdad!». Hemos tenido críticas muy buenas, y alguna no tan buena. Pero en general, creo que la gente la ha pillado, y estoy muy contento. No sé qué tal va a ir ahora en Madrid, en Rizoma, y qué tal irá después. Ya veremos cuál es el resto del recorrido. Pero yo creo que dentro de ese acabado que puede parecer experimental o raro, en realidad es una peli que habla de experiencias muy universales: desde la dificultad para encontrar piso, a encontrar la felicidad cuando no se puede viajar… Hasta cosas como cuando cruzas una puerta y te olvidas de lo que estabas haciendo. Quizás hay una especie de formato extraño, pero al servicio de experiencias muy universales, muy normales. Espero que la gente pueda conectar.

P: ¿Qué tiene en común Inmotep con tus anteriores proyectos? O por el contrario, ¿qué tiene de diferente?

JG: En realidad, en otras pelis que he hecho, o que he hecho con más gente, quizás nunca llegué a hacer nada tan experimental. Es verdad que tengo un montón de vídeos en Internet, que no son exactamente cortos, cosas que pueden parecer más experimentales, pero son simplemente cosas que me hacen gracia. De hecho, uso mucho imágenes de stock, la voz de Loquendo, materiales encontrados, cosas que están en Internet reoordenadas… Pero las pelis que he hecho son cosas normales. Aunque luego hubiera argumentos extraños o humor absurdo, pero creo que esta es una apuesta más experimental. Creo que era necesario si se va a hablar de Internet. Internet no puede ser tratado como se trata a un paisaje o a una carrera de coches; hay que encontrar la manera de que Internet entre a la peli y la peli también entre en Internet. Como el look de imágenes stock, o narración sin texto, o mucho texto, o narración en off, como los tutoriales de YouTube. No es experimentar por experimentar, sino que es hacer una peli de Internet pero en una sala de cine. Esa era la intención.

P: En este sentido, ¿crees que estás creando tu propia marca como cineasta?

JG: Puede ser. Cada cosa que hago intento hacerla de cero, no intento ser fiel a ningún estilo. Lo que hago me sale de esta forma, pero no hay una intención muy madurada, es lo que voy descubriendo sobre la marcha, también con el equipo. En Inmotep, por ejemplo, era muy importante el papel de Pablo Hernando, el director de fotografía, con él estuvimos hablando mucho sobre cómo definir esta estética. Y supongo que hay un estilo, pero la siguiente peli que haga no va a estar quemada la imagen, y va a ser hablada. De hecho, es lo que se anuncia al final de Inmotep, una historia de hipnosis. Esto fue un paréntesis. No tengo un proyecto. Voy a probar cosas, y la forma suele ser a lo que me obliga la historia.

P: ¿Qué nos puedes contar sobre ese proyecto futuro, o sobre otros proyectos que tienes en mente? 

JG: Esta peli la escribí durante mi residencia en la Academia de Cine, el año pasado. Y es un thriller detectivesco que tiene que ver con la hipnosis, que transcurre en una especie de universo retro-futurista, más convencional narrativamente. Tiene pequeñas excentricidades, pero es una peli muy normal. No sé cómo va a ser, pero la idea es enseñar las imágenes mentales: cuando recuerdas una cara, que no es fotorrealista… Es la siguiente peli que me gustaría hacer. Ahora voy a colaborar con Ion de Sousa, como actor, que esta haciendo una peli en Berlín, que se llama Mamántula, y también estoy colaborando con el guion. También, con Lorena Iglesias, tenemos un proyecto que es un slasher rural sobre paisajes asesinos. Son las cosas más inmediatas. Tengo más cosas, pero nunca se sabe si vas a poder hacerlas. Tengo ideas que me gustan mucho y no sé si lanzarme a escribirlas. Un proyecto que tengo es escribir un libro sobre todas las ideas de pelis que tengo pero que no voy a poder hacer… O contarlas en directo, en formato show.