No quedan ya dudas sobre la enorme influencia que ha ejercido Dragon Ball y, sobre todo, Dragon Ball Z, en la totalidad de productos de anime y manga japoneses. Los sistemas de combate y de poder, la hegemonía de los protagonistas buenos ante los villanos con malignas intenciones, la redención de muchos de estos últimos o los elementos sorpresa que se ingenian para sorprender a cada arco que pasa. Akira Toriyama consolidó un género basado en la amistad y el trabajo duro para ir superando obstáculos más y más poderosos conforme avanza la historia.
Sin embargo, a pesar de tener el privilegio de haber abierto la veda, en más pobre en un aspecto más narrativo y de construcción de personajes y tramas. Está muy por debajo de algunas de sus más inmediatas sucesoras como Naruto, Bleach o, la más inteligente y bien trabajada de todas: Hunter x Hunter.
El autor de esta historia, Yoshihiro Togashi, ya había realizado una gran obra anteriormente, un manga llamado Yu Yu Hakuso, que compartía espacio con Dragon Ball durante los principios de los noventa. Aquí se destapó como un gran escritor y adquirió un caché que le serviría para gozar de aprendizaje y visibilidad con su obra magna y, por desgracia, inacabada. La historia de un joven llamado Gon, cuyo sueño es ejercer de cazador, y a través de ello, poder conocer a su padre, que lo abandonó para convertirse en uno de los mejores Hunters del mundo.
Durante el proceso en el que se convierte en cazador profesional, Gon creará una red de amistades con una elenco bastante variopinto pero con personajes muy apegados a él. Por supuesto, la relación con sus amigos y el desarrollo de los acontecimientos será vital y clave para el buen funcionamiento de la serie. Sin embargo, esto no es lo que diferencia a Hunter x Hunter de otras grandes obras del mismo género. Lo realmente especial y que lo aúpa al podio del shonen es la calidad de los villanos que escribe y que antagonizan a nuestros protagonistas, que cambiarán junto a ellos.
Estos malignos seres que rondan el camino de Gon, Leorio, Killua y Kurapika, tienen desarrollos diferentes y, por ende, motivaciones distintas entre ellos. No son malos de pacotilla que simplemente lo son de nacimiento, sino que tienen objetivos muy concretos que, en función de sus acciones, les van modificando. Por un lado, tenemos al más carismático y que veremos durante toda la serie: Hisoka. Este supuesto mago es un obseso de la pelea y el querer demostrar que es el más fuerte. Tanto que, para reafirmarlo, se dedica a «madurar» a base de poner en aprietos a Gon y Killua, de los cuales considera que tienen un gran potencial para ser futuros adversarios. En base a esto, irá cambiando de bando y realizando diferentes acciones para conseguirlo. Es un villano caótico con unos propósitos muy concretos y que no suelen chocar con los de nuestros personajes principales.
Por otro lado, tenemos a una banda de ladrones y maleantes, llamados Gen’ei Ryodan, que son el objetivo de Kurapika, ya que han robado los ojos de la gente de su clan. A pesar de no cometer un solo acto decente o bueno, demuestran tenerse cariño unos a otros y se defienden entre sí (algo poco común en este tipo de bandas en la ficción, donde suelen dejarse tirados en cuanto pueden). Suponen una suerte de antagonismo al grupo de amigos de Gon, y éste mismo se sorprende de ese sentimiento de pertenencia a un grupo que han desarrollado entre el Ryodan.
Por último (al menos hasta la fecha, ya que aún no ha terminado el manga), tenemos el grupo de las Hormigas Quimeras. Una especie nueva basada en una hormiga Reina que se alimenta de humanos, por lo que al reproducirse, implementa los genes de éstos en su morfología y ADN. La máxima expresión termina siendo el Rey, llamado Meruem, cuyo presunto objetivo es aplastar a la humanidad para aupar a las hormigas como especie dominante. Lo magnífico de éste es que, precisamente por poseer su dominancia por el genoma humano, va desarrollando acciones y pensamientos demasiado antropológicos, lo cual le debilita como depredador. En una crítica hacia la hipocresía humana, Meruem va mutando y convirtiéndose en una suerte de salvador que se cuestiona la validez o el propósito de su existencia en contraposición a la del resto de seres vivos.
La mezcla de las tramas que posibilitan estos distintos tipos de antagonistas se acaba convirtiendo en la riqueza de Hunter x Hunter. Sobre todo porque su aparición concatenará una serie de actos que cambiarán y moldearán a nuestros protagonistas, incluyendo los propósitos poco éticos que acaban consumiendo a Gon y sus amigos. Una master class de escritura y desarrollo de antagonistas que deberían aprender muchos autores de obras de corte similar. Porque aportan colores únicos y distintivos al del resto de obras, otorgando una complejidad añadida e inteligente. Un ejemplo de contraposición necesaria en toda gran obra de combates y peleas.