Título original: Fogo Fátuo
Año: 2022
Duración: 67 min.
País: Portugal
Dirección: João Pedro Rodrigues
Guion: Paulo Lopes Graça, João Rui Guerra da Mata, João Pedro Rodrigues
Música: Paulo Bragança, Oceano Cruz
Fotografía: Rui Poças
Reparto: Mauro Costa, André Cabral, Joel Branco, Anabela Moreira, Margarida Vila-Nova, Miguel Loureiro, Ana Bustorff, Raquel Rocha Vieira, João Villas-Boas, Cláudia Jardim
Compañías: House on Fire, Filmes Fantasma, Terratreme Filmes
Género: Musical. Comedia. Romance
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Clasificar la nueva película de João Pedro Rodrigues es una tarea difícil, ya que se trata de una obra que desafía las expectativas del espectador medio y los límites de lo cinematográficamente convencional. Fogo fátuo, Gran premio del jurado del pasado Festival de Sevilla, se define a sí misma como una «fantasía musical queer«, pero es también una curiosa historia de amor y una cinta divertida que invita a reflexionar sobre muchas cuestiones sociales como el cambio climático, el colonialismo, la homofobia y el racismo.
El realizador luso, responsable de títulos como O fantasma (2000), Morrer como un homem (2009) y A última vez que vi Macau (2010), demuestra una vez más su habilidad para crear mundos únicos. Una Portugal alternativa, donde la monarquía se ha reinstaurado, sirve como telón de fondo para contarnos la historia de Alfredo (Mauro Costa). Este joven príncipe heredero, inspirado por un sentimiento ecologista, decide alistarse al cuerpo de bomberos como voluntario, e inicia una relación, no prohibida aunque si imposible, con uno de sus compañeros.
Como obra singular, tanto en su forma como en su contenido, Fogo fátuo se estructura en torno a esta premisa absurda para explorar una amplia variedad de temas a través de recursos cómicos, irónicos y paródicos. La película, que apenas tiene duración de poco más de una hora, hace que la historia se desarrolle de forma suficientemente rápida y amena como para llamar la atención del espectador medio. Algo que consigue gracias a una puesta en escena teatral desvergonzada y unas mejorables coreografías musicales que, adornadas con canciones populares infantiles y performances eróticas, constituyen una parte importante del encanto y de la atmósfera general de la película.
Ese ambiente amateur que posee potencia algunos de los momentos más divertidos de la cinta y añade un toque kitsch que le sienta muy bien a la historia. No obstante, la cantidad de tiempo que se le dedica a los escasos números musicales, hace que uno sienta su final como precipitado y que se dejen algunas cosas por concretar.
La historia de amor que se presenta, interracial y homosexual, es tierna, divertida y nos hace reflexionar acerca de la homofobia y el racismo que aún persiste en algunos sectores de la sociedad. Costa logra transmitir con acierto la inocencia y la gran conexión que mantiene su personaje con el de André Cabral. Y aunque ambos protagonizan algunas escenas explícitas que pueden resultar tan carnavalescas como chocantes para ciertos espectadores, estos dos personajes son, de alguna manera, los únicos que están viviendo en el presente, mientras que el resto se encuentran atrapados en una especie de limbo surrealista que les impide evolucionar y crecer.
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Lo mejor: Su capacidad para abordar temas relevantes de manera lúdica y divertida.
Lo peor: Algunos desajustes en el ritmo narrativo que precipitan a un final que llega antes de lo esperado.
Nota: 7/10