Seguimos con nuestro repaso a la 23ª edición del Festival de Málaga de Cine Español, ahora en un formato corto y rápido.
Black Beach (Esteban Crespo)
La película con que Estaban Crespo sigue la aclamada Amar es una suerte de thriller colonialista en que Raúl Arévalo interpreta a un empresario que viaja a un país de África (al que no nombran en la película pero que es tiene tantos tópicos genéricos como pueden caber en una película) para mediar en una crisis con rehenes. Persecuciones en coches, cárceles insalubres y Candela Peña gritando que vive en el peor país del mundo convierten esta película en un desastre que triunfará cuando se estrene como el peliculón de Antena 3.
Un mundo normal (Achero Mañas)
La nueva película de Achero Mañas, uno de los incorregibles del cine español, es una obra realmente personal con la que el director de El bola o Noviembre habla de la muerte, de dejar ir y de que, en el fondo, todos somos un desastre. Ernesto Alterio y Gala Amyach interpretan a padre e hija que, cuando muere la abuela de la familia, deciden robar su cadáver para lanzarlo al mar. Si suena ridículo… bueno, pues sí, pero cada uno se enfrenta a estas cosas como puede.
L’ofrena (Ventura Durall)
Una vez más en la sección Zonazine del Festival de Málaga encontramos las apuestas más interesantes y arriesgadas. En este caso, una película que reflexiona sobre los errores del pasado y el efecto que tienen en nuestras relaciones presentes, con un Àlex Brendemühl soberbio y unos compañeros de reparto que convierten lo nuevo de Ventura Durall en una de las mejores obras de esta edición del certamen malagueño.
Piola (Luis Alejandro Pérez)
Parece mentira, al ver Piola, que nos encontremos ante el debut de su director, un Luis Alejandro Pérez que teje una red de personas perdidas buscándose a sí mismas y una dirección. El reparto eleva la obra por encima de lo que puede esperarse en primera instancia, y especialmente Ignacia Uribe genera una enorme sensación de empatía en una película vivísima en el presente de sus personajes.
El inconveniente (Bernabé Rico)
La obra que se ha alzado con el reconocimiento del Jurado Joven de este 23 Festival de Málaga es una comedia que adapta una representación teatral en la que Kiti Mánver conquistará al espectador mientras Juana Acosta se enfrenta a uno de los papeles más desagradecidos de su carrera como el contrapunto serio. El resultado es algo insípido, pero Mánver tiene talento de sobra para que el visionado merezca la pena.
El silencio del cazador (Martín Desalvo)
Las vidas cruzadas de tres personas en una pequeña comunidad rural que funciona como olla a presión a punto de estallar. Aunque el uso de la cámara en mano puede dar lugar a mareos y situaciones verdaderamente incómodas, es una película que maneja la tensión de maravilla, y uno de los esfuerzos más interesantes del festival.
El diablo entre las piernas (Arturo Ripstein)
Una de las mejores películas del festival sin lugar a dudas, la nueva obra del experimentado director mexicano Arturo Ripstein presenta a una pareja de ancianos que se enfrentan a su propia decadencia de las peores formas posibles. El ritmo es pausado y la fotografía en blanco y negro da un toque especial que la película explota con encuadres cuidados y repletos de la vida compartida de sus protagonistas.
Lúa Vermella (Lois Patiño)
La nueva entrega de ese universo cinematográficos que es el novo cinema galego es una película que le pide al espectador que tenga paciencia, mucha paciencia; después, premia esa paciencia. Con lo que parecen cuadros en movimiento más que imágenes grabadas en video, Patiño cuenta cómo una bestia marina acecha una población gallega.
Malpaso (Héctor Valdez)
Una película en blanco y negro con dos protagonistas, un chico negro y su hermano albino, que juega con esta dualidad durante todo su metraje en una no-ciudad donde el tiempo parece no pasar y sus vidas parecen marchitarse. Aunque no llega mucho más lejos de su premisa inicial, esta tiene la suficiente fuerza para aguantar a la mayoría de espectadores, siempre que no se le pida demasiado más.
Crónica de una tormenta (Mariana Barassi)
Comentaba al salir de esta película que no podría jamás decir que era una buena película, pero que me lo había pasado mejor con ella que con muchas de Marvel: este cine periodístico que en realidad de periodístico solo tiene que sucede en la redacción de un periódico y que está más cerca de una telenovela que de cualquier otro género es una auténtica delicia que reaviva el ritmo del festival.
Blanco de verano (Rodrigo Ruiz Patterson)
Una de las mejores películas del festival, con el sello Sundance y ofreciendo una experiencia realmente visceral sobre la relación entre una madre y su hijo adolescente; explosiva, repleta de símbolos y letmotifs interesantes, Blanco de verano (o Summer White, el programa del festival incluía ambos títulos) es una joya.
A este lado del mundo (David Trueba)
Una película totalmente inofensiva, repleta de decisiones cuestionables pero que en última instancia no sirven para nada porque es imposible interesarse por nada de lo que ocurre en pantalla. ¡Aquí no hay nada! David Trueba parece haberse quedado atrás, sin nada que proponer, y a juzgar por la ronda de preguntas después de la proyección, sin ganas de proponer nada.
En medio del laberinto (Salomón Pérez)
Un visionado frustrante en tanto que está apunto de hacer algo interesantísimo varias veces, solo para achantarse y optar por la opción menos arriesgada. No puedo decir que me arrepienta del visionado, pero desde luego le falta valentía, sobre todo en una película tan centrada en lo que hace la gente joven, que pide algo más de nervio.
Três Verões (Sandra Kogut)
Una historia sobre clases, feminismo e identidad que Regina Casé lleva a la espalda. Quizá le sobra un cuarto de hora para ser verdaderamente redonda, pero seguir a un personaje tan activo, con una intérprete tan magnética y natural, llega a ser una experiencia casi hipnótica.
Los europeos (Víctor García León)
En lo que supone un broche de oro al festival, la nueva película del director de Selfie es divertida, encantadora, con el puntito dramático justo y el comentario social necesario para no irse de vacío, pero sobre todo con encanto y corazón para con sus personajes. Es muy sencillo dejarse llevar en esta película que lo mejor que propone es acortar las vacaciones de verano para no acabar quemado.