Título original: Strange Way of Life
Año: 2023
Duración: 31 min.
País: España
Director: Pedro Almodóvar
Guion: Pedro Almodóvar
Música: Alberto Iglesias
Fotografía: José Luis Alcaine
Montaje: Teresa Font
Reparto: Pedro Pascal, Ethan Hawke, José Condessa, Jason Fernández, George Steane, Pedro Casablanc, Manu Ríos, Sara Sálamo, Erenice Lohan
Productora: Coproducción España-Francia; El Deseo, Saint Laurent
Distribuidora: BTEAM Pictures
Género: Western. Melodrama.
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La obsesión por la obra teatral La voz humana escrita por Jean Cocteau para Édith Piaf en 1930 le sirvió a Pedro Almodóvar para rodar noventa años después de aquel monólogo su primer proyecto en inglés. Tilda Swinton desarrolló todas sus capacidades interpretativas en un mediometraje que compendiaba el estilo de un director que ya no sabe discernir en si su talento es más reconocido que conocido.
Tres años después, y tras un vigoroso paso por el 76º Festival de Cine de Cannes, llega este viernes a las carteleras españolas treinta minutos del mejor Almodóvar gracias a Extraña forma de vida, o mejor escrito en su idioma original Strange Way of Life. Porque lo mejor que puede hacer el espectador ante su nuevo estreno es no esperar nada de alguien que ya lo ha ofrecido todo. Y aunque suene a indulgencia disfrazada de complacencia, simplemente esta es la manera correcta de dejarse llevar por un realizador que con los años ha ido despojándose de una encomiable pasión, llegando así a un nivel de austeridad propio de los que temen a repetirse ante el extenuante intento de no perder la irreverencia de una época pasada.
Extraña forma de vida es un fado que tiñe las tierras almerienses vinculantes a los mejores rodajes del género wéstern de una belleza casi olvidada en sus anteriores films y que sirve como pretexto para crear el deseado reencuentro entre dos hombres de sentimientos taciturnos. Ethan Hawke, como sheriff de lustre pistola, desea no desear. Pedro Pascal, como Silva, desea volver a ser deseado. Ambos se funden en un romanticismo impropio de cintas como El bueno, el feo y el malo (Leone, 1966), pero reflectante en la mirada de Joan Crawford en Johnny Guitar (Ray, 1954).
De una forma teatral, obviando la innecesaria analepsis vinícola, el espectador se enamorará de esos seres que por prejuicios propios y ajenos se siguen necesitando por lo que pudo llegar a haber sido y nunca llegó a ser. Dos interpretaciones perfectas que complican la elección de una comparativa cercana a un duelo que dispara una única bala decisiva. Un disparo que, tras una correcta secuencia de género gracias a un buen ojo de cámara, ata a la cama a un hombre que paradójicamente parece no conocer otra forma de no controlar sus impulsos.
Y es ante la respuesta de una pregunta silenciada durante años, debido a la culpabilidad de una masculinidad forzada, cuando el film cobra su mayor esplendor en una escena aparentemente sencilla que muestra un rancho acompasado por las notas de Alberto Iglesias y por el movimiento metafórico de unos caballos que nunca consiguen salir de su establo.
El mayor error del film es no haberlo convertido en un largometraje. Mientras que en La voz humana la narrativa se ajustaba como un guante a sus treinta minutos de duración, en Extraña forma de vida el espectador sentirá que se encuentra inmerso en el resumen de una obra inacabada. Además, contiene unos hermosos títulos de crédito finales en los que uno desearía quedarse a vivir para saborear la pasión de un director que cuando parece haberse ido, siempre acaba volviendo. Pero si observamos la vida desde otra perspectiva, quizá errar sea la mejor forma de acertar.
Almodóvar nos ata y nos dispara hasta desatarnos en medio de una flamante pasión en donde el director siempre será tan conocido como reconocido.
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Lo mejor: Pedro Pascal y Ethan Hawke en un final sin trampantojos sentimentalistas.
Lo peor: El Dios Baco puede reírse sin pedir permiso.
Nota: 9/10