A colisión del estreno de El Escuadrón Suicida (James Gunn, 2021), creo necesaria una reflexión sobre los dos caminos emprendidos en los últimos años por DC Comics que podrían desconcertar al espectador fan.
No soy el primero ni el último que anda un poco despistado sobre la incoherencia en estilo entre las películas de DC producidas por Warner Bros. Pictures. Inevitablemente se compara con el monopolio creado por el imperio marvelita, y todavía a día de hoy sale perdiendo. No porque la última película estrenada sea mala. Todo lo contrario.
La crítica es muy positiva y la opinión de un servidor lo corrobora. Un estilo ochentero y unos chistes que podrían servir de anti-Marvel para poder llegar al trono de las salas de cine.
Pero voy más allá. Al espectador que le fascinó Joker (Todd Philips, 2019) le hundió Wonder Woman 1984 (Patty Jenkings, 2020). Al que le encantó Aquaman (James Wan, 2018) no le moló tanto Shazam (David F. Sandberg, 2019).
Y así sucesivamente podemos ir atrás en el tiempo desde la trilogía de Nolan. Desde entonces, la compañía ha ido dando palos de ciego y ya no sabe qué estilo, qué manera de contar sus historias es la que agrada al público.
Marvel ha encontrado una cohesión, pero DC y Warner han encontrado dos caminos totalmente diferentes que parecen imposibles de mezclar, el drama de Arthur Fleck y el futuro The Batman de Matt Reeves con la comedia bizarra de El Escuadrón Suicida.
Después del éxito que está suponiendo la última de DC, ¿con qué estilo nos quedamos? ¿Warner ha utilizado el humor como lo hace Marvel para ganarse a un mayor público? o por lo contrario ¿ha cogido la fórmula Marvel y le ha dado la vuelta a una calificación R para reconstruir el género?
Entre Gunn y Snyder, se están encargando de limpiar lo que se hizo mal, pero la limpieza ¿hasta cuándo será?
¿Hasta encontrar una comunión y coherencia entre las películas y el espectador tipo?