Según revelan varios estudios, entre el total de personas que desempeñan la función de director, tan solo el 7% son mujeres mientras que si nos fijamos en la industria cinematográfica en general, la cifra se eleva hasta apenas el 20%. Estos indicadores nos avisan de la gran desigualdad que hay en este sector. Sin embargo, la brecha de género no se hace visible únicamente detrás de las cámaras, sino que la imagen de la mujer que representan los largometrajes tampoco es igualitaria.
En 1985, Alison Bechdel, creó una tira cómica llamada ‘The rule’ dentro de su libro ‘The essential dykes to watch ouy for‘ en la que a modo de chiste se intentaba hacer ver la escasa presencia de la mujer en el sector y cómo esta estaba supeditada en numerosas ocasiones a la presencia de un hombre. El test de Bechdel, que no tenía ninguna pretensión científica sino anecdótica, consistía en hacerse tres preguntas:
- ¿Hay en la película al menos dos personajes femeninos con nombre propio?
- ¿Interaccionan entre ellos?
- En la conversación, ¿hablan de otra cosa que no haga referencia a un hombre?
Para que los largometrajes salvaran la prueba, la respuesta debía contestarse siempre de forma afirmativa. Aunque pueda parecer algo muy simple de superar, es impresionante comprobar la cantidad de películas que no pasan la criba. Si bien al trasladar estas preguntas al género masculino casi todas aprobaban, apenas unas pocas lo hacían en el caso femenino.
30 años después de este curioso experimento, que aún sigue vigente, es todavía oportuno utilizarlo para observar la falta de evolución de la industria. Superar el test no implica que una película trate la imagen de la mujer de la misma forma que la del hombre, pero al menos es síntoma de que su presencia cobra importancia.
El señor de los anillos, Matrix, Pulp fiction, Avatar, Ahora me ves, Star wars y otras tantas grandes producciones quedan más que suspensas. ¿Está haciendo algo mal la industria de Hollywood? ¿Hay alguna forma de luchar contra esta desigualdad?
Puede que el ciudadano de a pie no tenga mucho poder para cambiar este asunto, pero al menos debería ser consciente del problema ya que si se hiciera caso a la regla de la tira cómica, prácticamente casi todos los productos cinematográficos quedarían inservibles. Lo que sí se puede hacer, sin embargo, es darle visibilidad. Por ejemplo, hace un par de años The Guardian publicaba una noticia en la que explicaba que en Suecia una cadena de cines había creado un sistema de evaluación suplementario para las películas. Este se basaba en el test de Bechdel para otorgar una calificación a cada metraje, con el objetivo de premiar aquellas que representaban la imagen del hombre y de la mujer de una forma más igualitaria.