Título original: El cuarto pasajero
Año: 2022
Duración: 99 min.
País: España
Dirección: Álex de la Iglesia
Guión: Jorge Guerricaechevarría, Álex de la Iglesia
Música: Roque Baños
Fotografía: Rita Noriega
Reparto: Alberto San Juan, Blanca Suárez, Ernesto Alterio, Rubén Cortada, Carlos Areces, Jaime Ordóñez, Carolo Ruiz, María Jesús Hoyos, Josep Maria Riera
Productora: Pokeepsie Films, Telecinco Cinema, Mediaset España, Movistar Plus+
Género: Comedia, road movie
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La filmografía de Álex De la Iglesia es cuanto menos impredecible. Por desgracia, no me refiero a lo impredecible desde su naturaleza más positiva. ¿No tiene la política de los autores acaso algo de conservadurismo? Queremos que los artistas exploren nuevas vías de expresión siempre y cuando estos nuevos caminos no nos alejen demasiado de aquel autor del que un día nos enamoramos. Queremos un cine impredecible que nos recuerde al cine que ya conocemos. Cuando nos referimos a De la Iglesia, lo impredecible se materializa más bien en una dualidad tan simple como la de lanzar una moneda al aire.
Creo que no es necesario aclarar el respeto que un servidor le tiene a un cineasta que, tanto como director como productor, ha hecho tanto por defender un cine de género español libre y desatado. Sin embargo, cuando pienso en su cine no puedo evitar visualizar una balanza – frío y calma a la izquierda, calor y descontrol a la derecha – que rara vez consigue mantenerse en equilibrio. Nos enfrentamos a El bar (2017) y nos es fácil señalar que la balanza se ha pasado de frenada por la derecha. Sin embargo, nos enfrentamos a Veneciafrenia (2021) y no podemos evitar recriminarle al cineasta que, efectivamente, la balanza acaba su traversía demasiado a la izquierda. O demasiado poco o demasiado mucho. Nunca sé muy bien qué pedirle a Álex…
Una de las cosas buenas de El cuarto pasajero, la nueva comedia romántica (o así la han definido desde Telecinco…) del director, es que parece haber premeditado con minuciosidad sus apariencias para que no engañen. Esta road movie castiza con muchísimos ecos de Perfectos desconocidos (o incluso de Sentimental de Cesc Gay) acaba siendo lo que promete. Estamos ante una comedia funcional -¡que no es poco! – que se enfrenta de cara al peligroso reto de retratar el cuñadismo sin caer en el cuñadismo -¡que tampoco es poco! -.
Y es que sin duda lo mejor de la propuesta, además de un reparto afinado con buen oido, son los momentos en los que el coche compartido se convierte en una procesión de los diferentes arquetipos de adulto contemporaneo. Expertos en mentalidades de tiburón sin un duro, maestros del carpe diem cuyos padres justamente sí que tienen más de un duro… Lo último de Álex de la Iglesia es un desfile de apariencias, una procesión de perfiles de Blablacar edulcorados.
Ahora bien, El cuarto pasajero se conforma con ser lo que lo todos esperábamos que fuera. Y ojo, que se le da bien serlo. Pero aquí es cuando se materializa ante mis ojos esa balanza que, sin lugar a dudas, se ha acomodado sobre su brazo izquierdo durante la hora y media de metraje. Es una lástima porque el propio cineasta se preocupa en dejarnos caer que esta cotidianidad apabullante podría estar siendo acechada por una mirada fantástica capaz de explotar en cualquier momento. Una pequeña parte de mí mantenía la esperanza de que la película nos confirmara de repente que había estado mintiendo; que esta no era la historia de Janet Leigh robándole dinero a su jefe y que en cualquier momento Anthony Perkins iba a aparecer.
Lamentablemente, no fue así. El género no estaba invitado a esta fiesta (por mucho que el título parezca una referencia directa a Alien de Ridley Scott). El relato se ancla demasiado a un romance concienzudo que, al mismo tiempo, es mucho menos efectivo que el conjunto de viñetas cómicas – con algún guiñito tonto a Aquí no hay quien viva – que van sazonándolo. Ni siquiera en la dirección detectamos un ímpetu por explorar las posibilidades del reducido espacio del coche (si queréis disfrutar de una película que sí lo haga, cotillead La pasajera de Raúl Cerezo y Fernando González Gómez). En su superficie, El cuarto pasajero perjura estar soltándose el pelo. Pero en sus entrañas, esta es una historia con miedo a desmelenarse (o quizás, obligada a no hacerlo).
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Lo mejor: Que el coche compartido se convierta en una procesión del gañán patrio
Lo peor: Una historia que cree estar desmelenándose mientras le aterra hacerlo
Nota: 6/10