D'a Film Festival Barcelona 2021

D’A Film Festival Barcelona 2021: Críticas (Parte 1)

El D’a Film Festival Barcelona ha sido mi festival de cabecera desde que empecé mi transcurso.  Este año, aún así, el festival tenía películas tan grandes que desbordaban cualquier expectativa. Es así: quien estuvo en Berlín en febrero de 2020 (y lo estuvimos) pudo ver muchas de las películas que han girado durante la pandemia, de Las Niñas a Siberia. ¡También la mitad del D’A!  Así que mi recorrido quería volver a ser pequeño, pasar por nombres desconocidos, esperando tener un descubrimiento parecido a This is not a Burial, It’s a Resurrection (Lemohang Jeremiah Mosese, 2019) o My Mexican Bretzel (Nuria Giménez Lorang, 2019).

  • Karen

Karen-Maria-Perez-Sanz D'a Film Festival Barcelona 2021

Así pues me dirijo a Karen. Carlos Ríos se disculpa de la tardanza que trae la película de apertura. Por el ruido que hacía la sala hace solo un minuto, a nadie parece disgustarle. El D’A es una experiencia coral, siempre.

Esta es la opera prima de María Pérez, protagonizada por su compositora musical. Christina Rosenvigne interpreta a la escritora danesa Karen Blixen, quien escribió sus «Memorias de África» que llegaron también al cine. Rosenvigne arroja una luz muy distinta de la que emanó Meryl Streep en Memorias de África (Sidney Pollack, 1985), aquella película femenina casi rosa de exotismo colonial y triángulo amoroso. En Karen el amor cae en olvido y se atisba más a la Isabelle Huppert de White Material (Claire Denis, 2009), uno puede entreverla al repartir el dinero de la plantación de café en las tierras Kikuyus. El  semblante de Karen es elevado, terco, europeo pero se desvela la historia de una mujer que nunca va a conseguir mezclarse, una extranjera desesperada por pertenecer a África. El film explora su rebasador tedio –palabra que también emergió al describir la aristocrática Malmkrog (Cristi Puiu, 2020)– y su amor no correspondido con su criado musulmán, el otro personaje recurrente. Karen encaja en Un impulso Colectivo en tanto que tiene una estructura más conceptual que se construye al rededor del concepto de soledad, y de una juventud que se escapa. Una biografía especulada, un bodegón de belleza triste, que aunque no pasará a la historia, me dejó un sentimiento tierno.

  • The Monopoly of Violence

The-Monopoly-of-Violence

Seguro que alguna vez has llorado viendo las noticias. Esa frustración, el dolor y el sentimiento de justicia destacan en El monopolio de la violencia. Este película fue una revelación que podría recomendar al lado de Bienvenidos a Chechenia (David France, 2020).

De un lado es un documental de testimonios de víctimas de la violencia policial durante las protestas de los chalecos amarillos, del otro lado un debate. La película peca de un falsa ecuanimidad hacia los poderes del estado, aunque si bien da voz a abogados, policías y algún ministro tradicionalmente más autoritarios, merece mis más satisfechos aplausos por generar el espacio seguro tal que un policía pueda expresar su rencor y acritud hacia los pérfidos manifestantes que quieren hacerles daño y a la vez chaval de barrio pueda desfogarse contra él al respecto del racismo y la desigualdad estructurales y que el policía no le quede otra que escucharle. El documental explora un largo archivo de virales recogidos gracias a los teléfonos móviles y a través de ello rastrea a sus víctimas. Algunas perdieron un ojo, otras una mano, otras la vida.

Desde mi punto de vista personal, habiendo editado un monográfico sobre la muerte del manifestante Remi Fraisse, solo puedo sorprenderme ante lo profundo y exhaustivo de la lista de muertes y damnificados, escarbando hasta la declaración de los derechos humanos. Allí, toma a menudo una vertiente filosófica y humanista: en manos de los proautoritarios suena a complicada gimnástica mental para defender el poder fáctico, pero la película nos devuelve cada tanto la imagen visceral de la policía reduciendo a un hombre indefenso en grupos de cinco, de la adolescente apalizada con su novio cuando cenaban tranquilamente en un Burguer King. El montaje, sagaz, guarda sus propias puyas.

Pero los ciudadanos franceses también saben usar la poesía y la retórica. Los ciudadanos franceses tienen cultura revolucionaria. Sus vivencias conmueven y sus voces anónimas suenan con fervor.

El monopolio de la violencia ES el debate pertinente a la política actual. La ficción francesa ha hecho remendos para blanquear a la policía en los últimos dos años. Police (Fontaine, 2020), Roubaix (Desplechin, 2019), y la todavía por estrenar Albatross, (Beauvois, 2021) . En clave crítica y en español hemos visto Antidisturbios (Sorogoyen, 2020). En tiempos de inteligencia emocional, es muy difícil actuar correctamente con una arma entre las manos. La legitimidad de la violencia es ahora transversal y universal. Está probado que lo que permitamos aquí será perdonado allende y viceversa. La fuerte represión, torturas y técnicas policiales usadas tras el golpe de estado en Birmania con el resultado de más de 700 muertes civiles fueron instruídas por los cuerpos policiales de Francia y España. Se está disparando a fuego real en Colombia. Nada más que decir.

  • Transoceanicas

transoceanicas D'a Film Festival Barcelona 2021

Dos cosas al respecto: 1. Transoceánicas me inspira. 2. Cualquiera que haga esta afirmación es un pedante y un novel.

Al parecer el cine carteado no es nada nuevo, al parecer es algo que lleva haciéndose especialmente entre cineastas del bello sexo. Lo destacable es el proceso, en el que enviándose piezas de vídeo en vez de correos, vemos como el lenguaje de las dos directoras entre 2015 y 2020 evoluciona del traqueteo de la cámara más doméstica a verdaderas piezas de textura y poesía visual. Puede verse claramente el momento en que hacer una película implica un salto en sensibilidad. Para mí Transoceánicas ha sido la revelación de que el cine por carta se puede hacer, con unos códigos propios que caigan en el cine y no en el videodiario, y que es un trabajo hondamente enriquecedor. Estoy falto de esa intimidad con alguien en la que los dos nos muramos por hacer películas. Tiene frases en las que me he sentido reflejado. «Cuando escribo no puedo evitar que me salga profundo// Lo rápida que soy para sentir y decidir, lo lenta que soy para procesarlo.»

Recogiendo el sedal, aún así, ¿es Transoceánicas es esa revelación similar a My Mexican Bretzel que estaba esperando? La realidad, en contra de la ficción, tiene unos arcos narrativos poco definidos. Lucía aporta esa horquilla de tiempo con sus embarazos, un cambio vital transformador, pero no se siente lo mismo con Colell. Colell consigue hacer cine antes que Lucía y eso es lo que la transforma. Ella es el polo de influencia artística, que puede dar su cariño y su poesía. Pero justo por eso, viendo la constante mejoría artística, mientras asistimos a una clase de costura me aborda el terror existencial de que Transoceánicas podría seguir eternamente. Dos horas y cuarto para una película de este tipo se siente demasiado.

El ambiente modernillo-soberbio de la sala hizo que huyera ansiosamente en los créditos. Ni Q&A, ni cena. Y no volví a personarme en el CCCB aunque me quedaban dos sesiones (lo siento Samantha, el mundo relatado por Puta y Amada era igual de snob y no me atreví a verte en ¡Corten! de Marc Ferrer). Profesionales del cine que intentáis hacer networking con Meritxell Colell: relajaros!

  • Mia & Moi

mia-&-moi D'a Film Festival Barcelona 2021

Otra ópera prima, esta vez del director de teatro Borja de la Vega. En una masía de Girona están pasando sus vacaciones Mia (Bruna Cusí, Verano 1993) i Moi (Ricardo Parrondo, Cuéntame). Moi está con su novio Biel, interpretado por Eneko Sagardoy (Patria). Están pasando un retiro en el que Moi se recupera de un trauma. La película da juego, en la primera mitad, porque da a reflexionar si en su depresión, Moi está tratando mal a su chico, a lo cual yo y mi ex nos identificamos y nos metimos inmediatamente dentro del relato. El grupo de tres tiene una energía tan blanca, está tan pendientes de los cuidados, que podía ser una feel good movie. Entonces llega el antagonista (Joe Manjón) a disruptir la paz, el novio machista de mía (la lectura en clave de género está bien clara) pretende imponerse ante todos, crear celos, poseer a Mía, y el conflicto de Moi y Sagardoy pasa a ser anecdótico, como un decir, la gente triste no es mala, está triste y hace lo que puede. Esto también debe pasar con el legado familiar pero no lo tengo tan claro.

Es la interpretación más natural de Bruna Cusí hasta la fecha. Ambiente bucólico. Un buen drama de verano sin aspavientos.

  • Dau Natasha / Dau Degeneration

dau_natasha D'a Film Festival Barcelona 2021

Nada me apetecía más que repescar la gran controversia de Berlín. Y a decir verdad, Dau está de traca. La Synechdoque de Kaufman (2008) fue profética para Dau. El proyecto es demencial y se aborda tal que centenares de actores dejan sus vidas para hacer nueva inmersión en un nuevo papel en una instalación de 12000m2 aislada del mundo con todo lo necesario para vivir durante tres años. Es un viaje en el tiempo, sin información del exterior y con ambientación en pleno comunismo y la amenaza por la mirada de la KGB. El mítico director de fotografía Jurguen Jurgues rueda material para 15 películas dónde la violencia, la tortura, y el sexo son bien reales. La actriz Natalia Berezhnaya dijo: «No seguíamos un guion, estábamos viviendo nuestras vidas».

El proyecto pues tiene el músculo para distraerse de su original exploración biográfica de la vida del científico Lev Landau a través de vidas completamente tangenciales, empezando por la regente de la cafetería «de la esquina», Natasha.  Es bien curioso pues al llegar a «la serie» Dau no es especialmente una figura imponente, es un viejo que ha dejado de hablar y que se comunica a través de sus hijos. Degeneration, en episodios de 40 minutos, asenta las bases de un contrato social que tiene efecto directo en las películas colindantes. El mapa de personajes me fascina, al igual que creo que Degeneration es mucho más densa, filosófica, autoconsciente y potencialmente más dañina si veo todas las 6h.

Dau es cine de la crueldad, por suerte estoy muy desensibilizado con lo que el experimento me puede parecer en sí estimulante. El proyecto es del todo desproporcionado, innecesario y de moral discutible, se sospecha que el ambiente de la producción fue abusivo y nos tiene honestamente preocupados, por lo que cabe verla bajo la propia responsabilidad

Más que un paso por un festival, es un estreno, y se queda en Filmin para los más valientes. Estas películas laberínticas e inescrutables como Satantango (Tarr, 1994) o La Flor (Llinás, 2018) bien lo merecen.