Si Reservoir Dogs era un cóctel de estilo, donde Quentin Tarantino mezclaba en un espacio cerrado una historia de serie B, con un presupuesto ajustado melodizado por rock y pop de los ’70, Pulp Fiction será una explosión salvaje y sin límites de todos los elementos sembrados en su ópera prima.
La segunda película del genio de Knoxville constituye el cúlmen artístico de la etapa noventera de Tarantino; la que probablemente sea su película más gamberra, irreverente, caóticamente ordenada y más redonda. Es un ensayo de probeta rebasado, cuya base de mezcla son las drogas, música surf rock, personajes sacados de novelas hard-boiled y revistas pulp y los diálogos distendidos sobre masajes de pies, cervezas en los McDonald’s de París y episodios pilotos de televisión que nunca existieron.
Para esta película, Tarantino rescató bajo la negativa de productores y parte del equipo técnico a la por entonces estrella muerta John Travolta, que había quedada relegada al olvido protagonizando sagas basura y programas del estilo Mira Quién Baila.
El guión llegó a Bruce Willis en una barbacoa de la mano de Harvey Keitel, que le instó a que no perdiera una participación así. Para el papel de Jules, que fue escrito expresamente para un actor negro que le sorprendió gratamente en el casting de Reservoir Dogs llamado Samuel L. Jackson, llegó a plantearse también a Lawrence Fishburne y consiguió el sí de Uma Thurman leyéndole el guión (de 159 páginas) por teléfono.
El entremado de la historia, donde los eventos de tres historias con personajes en común se van cruzando (un gángster que debe sacar a cenar a la esposa de su jefe, un boxeador en busca y captura que debe recuperar un reloj de oro de herencia familiar y una pareja de criminales que deben deshacerse de un coche lleno de sangre con un cadáver con la cabeza volada), en un hilo narrativo fragmentado espacio-temporalmente (más común en novelas que en el celuloide), fue aplaudido por crítica y público, en una etapa del cine donde reinaba la comedia romántica y el producto basura. Una vez más, el cine de autor se alzaba como salvador de la deriva creativa de Hollywood.
Tal fue el impacto que el presidente del jurado de Cannes en 1994, Clint Eastwood, defendió a ultranza la cinta, apoyo que condujo a que ganara la Palma de Oro aquel año. En 1995, Roger Avary y Quentin Tarantino alzaban la estatuilla del Óscar al Mejor Guión Original, como los autores de las historias de una de las mejor y más originales películas de la historia del cine.
Pulp Fiction es la corrupta epopeya americana sobre la violencia, las drogas y la cultura pop que constituyó el alza de Tarantino como rey del diálogo y la música de Hollywood. Ganadora de un Óscar, la Palma de Oro en Cannes el año de su estreno y diversos premios menores, consagró al paisano de Tennesse como una inversión segura de futuro. Pero su próxima película no sería una continuación del estilo exagerado y adolescente de su segunda cinta; Jackie Brown (1997) constituirá el cúlmen de etapa noventera como una obra de madurez y sosiego, además de su primera y única adaptación de una historia que no es propiedad suya.
Nota: 9.5
Presupuesto: 8.000.000 $
Recaudación: 213.900.000 $ (Mundial)
Escena icónica: El interrogatorio exagerado y religioso de Jules y Vincent en busca del maletín de Marsellus Wallace.
Una frase: «I ain’t through with you by a damn sight. I’ma get medieval on your ass.»