Título original: Le bal des folles
Año: 2021
Género: Drama
País: Francia
Dirección: Mélanie Laurent
Guion: Julien Decoin, Christophe Deslandes, Mélanie Laurent
Basado en la novela de: Victoria Mas
Reparto: Lou de Laâge, Mélanie Laurent, Emmanuelle Bercot, Benjamin Voisin, Cédric Kahn, Lomane de Dietrich, Christophe Montenez, Coralie Russier, Alice Barnole, Lauréna Thellier, Martine Schambacher, Martine Chevallier, André Marcon, Valerie Stroh
Fotografía: Nicolas Karakatsanis
Montaje: Anny Danché
Productora: Légende Films
Distribuidora: Amazon Prime Video
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Mélanie Laurent vivirá para siempre en la cabeza de los cinéfilos como la protagonista de los Malditos bastardos de Quentin Tarantino; la actriz francesa también ha trabajado con Michael Bay (en el blockbuster bombástico 6 Underground) y Denis Villeneuve (Enemy) entre otros. Pero además de una presencia hipnótica delante de la cámara, cuenta con una faceta como realizadora que ha pasado injustamente desapercibida, al menos en nuestro país.
Acercándose a los 40, Laurent acumula en su haber seis largometrajes a través de los que ha explorado diferentes géneros, épocas e inquietudes. El punto álgido de esa filmografía se encuentra, sin duda, en Respire; un drama de 2014 donde dos adolescentes exploran su amistad y hasta dónde están dispuestas a llevarla. Precisamente la protagonista de aquella, Lou de Laâge, repite como el personaje principal de El baile de las locas, que Laurent ha presentado este año en el Festival de Cine Internacional de Toronto.
En esta nueva entrada en su filmografía, Laurent vuelve a explorar la psique de una mujer cuyos problemas mentales nacen, de forma inevitable, a causa de la presión que siente en un entorno asfixiante. Eugénie (de Laâge) es una chica inteligente (¡lee poesía!) cuya familia no consigue casar. Laurent se preocupa de mostrar lo hipócrita de la situación: su hermano oculta su homosexualidad, pero es ella, enfrentada hombres que no pueden soportar su intelecto, la que se ve presionada al matrimonio, a conformarse.
Quizá esta presión es lo que provoca las visiones: Eugénie tiende a… perder el conocimiento, entrar en trance y conversar con gente muerta. Cuando esto amenaza con convertirse en un problema, su familia ve la oportunidad perfecta para hacer lo que no han conseguido a través de un marido; se deshacen de ella encerrándola en La Salpetrière, una especie de manicomio experimental donde una serie de doctores, en nombre de la ciencia, prueban terapias cuya moral y legalidad, más allá de dudosa, directamente cae del lado de la pesadilla.
Eugénie no pierde su agudeza con el encierro: si acaso, cuando la fuerzan a permanecer en confinamiento solitario, o cuando la bañan en agua helada, o cuando le aplican alguno de los otros métodos de tortura que hacen pasar por intentos de curarla, su ingenio no hace más que afinarse, buscando la forma de escapar de allí.
Es así como se le ocurre convencer a Geneviève (la propia Mélanie Laurent), una de las enfermeras que, hasta ese punto, poco ha hecho para evitar los abusos que sufren las internas. Eugénie no tendría problemas para convencerla de por sí: ver las ilusiones destrozadas de las mujeres a las que trata empieza a hacer mella en Geneviève; pero cuando las visiones crean un enlace entre ambas mujeres mediante la hermana muerta de la enfermera, su relación evoluciona a pasos agigantados, y no pasará demasiado tiempo hasta que el personaje de Laurent ponga en riesgo toda su vida para defender al de de Laâge.
Si hasta este punto El baile de las locas parece una película bastante convencional… es porque lo es. Laurent es una directora notable, y sabe cómo crear una incómoda atmósfera y un personaje que se desenvuelve con soltura en ella a pesar de que las paredes la aplastan, pero la adaptación de la novela de Victoria Mas carece de la profundidad necesaria para convertirse en una obra verdaderamente relevante.
No hay nada necesariamente malo en El baile de las locas, más allá de los “médicos” que tratan al grupo de mujeres internas y sus intenciones, más allá de la presión que la sociedad pone en las mujeres jóvenes para servir a una idea patriarcal de aceptación dentro del mundo, más allá de las perpetuas metas que están solo un poco más allá, fuera de los muros de La Salpetrière. Pero nada de esto es nuevo, ni realmente chocante, ni va a abrir los ojos de nadie.
Lo mejor: la atmósfera de incomodidad y la interpretación de Lou de Laâge.
Lo peor: la superficialidad del guion y el poco sentido del ritmo.
Nota: 5/10