Crítica – ‘Chicos Buenos’

Título original: Good Boys

Año: 2019

Duración: 95 min

País: Estados Unidos

Dirección: Lee Eisenberg, Gene Stupnitsky

Guion: Lee Eisenberg, Gene Stupnitsky

Música: Lyle Workman

Fotografía: Jonathan Furmanski

Reparto: Jacob Tremblay, Keith L. Williams, Brady Noon, Molly Gordon, Midori Francis, Josh Caras, LilRel Howery, Millie Davis, Chance Hurstfield, Enid-Raye Adams, Lina Renna, Benita Ha, Ian Hawes, Maja Aro, Sean Quan, Vicky Lambert, Nevis Unipan,  Esabella Anna Karena Strickland, Cody Davis, Craig Haa

Productora: Good Universe / Point Grey Pictures / Universal International Pictures (UI). Distribuida por Universal International Pictures (UI)

Género: Comedia | Adolescencia. Amistad

Ficha en FilmAffinity

Cuando los niños dicen palabrotas, los adultos suelen reaccionar de dos maneras diferentes: unos se llevan las manos a la cabeza escandalizados, otros simplemente se ríen porque les resulta divertido oírlos decir cosas que seguramente no saben ni lo que significa. Tras recibir la calificación R, ya sabíamos que Chicos buenos no sería una película para niños, aunque esté protagonizada por niños.

Max (Jacob Tremblay) acaba de ser invitado a su primera fiesta del beso por el niño más popular del colegio e insiste en llevar a sus dos amigos Lucas (Keith L. Williams) y Thor (Brady Noon), con los que forma la Bean Bag Boys. El problema surge inmediatamente: ninguno de ellos sabe besar. En su desesperación por aprender a besar antes de la fiesta, deciden espiar a sus vecinas universitarias con el dron del padre de Max. Esta será la primera de las muchas malas decisiones que tomarán durante ese día, lo que hará que se vean envueltos en situaciones peligrosas e incluso traumáticas.

Chicos buenos
Fotograma de ‘Chicos Buenos’

“¡Hey Stranger Things, que os folle un pez!” gritaba el novio de la vecina de Max durante los primeros minutos de Chicos buenos. Esta comparación no es para nada gratuita, ya que los niños de la Bean Bag Boys son adorables, siempre van juntos y pasean por el barrio en bicicleta. Mientras que los niños de Stranger Things tienen que hacer frente a un Demogorgon, estos niños tendrán que hacer frente a otro monstruo que incluso da más miedo: la pubertad. Sin embargo, los guionistas y directores, Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky, nos dejan más que claro que, aunque ambos grupos tengan más o menos la misma edad, no se parecen en nada.

Se encuentran en una edad extraña: no son ni niños ni adolescentes, sino más bien, como dirían ellos, preadolescentes. Una etapa bastante rara y confusa donde las hormonas ya empiezan a hacer estragos y los cambios no tardan en aparecer. De hecho, la mayoría de los chistes en esta película giran en torno al sexo. Esto no es nada nuevo, hemos visto muchas películas donde los jóvenes sueltan todo tipo de barbaridades, pero lo chocante es cuando esas barbaridades las dicen niños con caras angelicales. Puede hacer gracia al principio, pero luego se vuelve incómodo.

Más allá de las palabrotas, los chistes sexuales o cuando se ven involucrados en un asunto de drogas, se puede vislumbrar cierta inocencia en lo que dicen o hacen: como cuando piensan que los juguetes sexuales de la madre de Thor son armas o cuando Max se acerca a hablar con la chica que le gusta. Porque al fin y al cabo son niños, o bueno, preadolescentes que, aunque ya empiezan a sentir interés por otras cosas, todavía no han llegado al punto de levantar muros alrededor de sí para bloquear todo tipo de sentimientos, algo que hace la monstruosa pubertad durante la maravillosa adolescencia.

Porque entre tantos chistes y gags, algunos de mal gusto, poco a poco vamos descubriendo de qué va todo esto y qué es lo que realmente les preocupa. No es solo que no sepan besar ni que hayan ido solos hasta el centro comercial, llegando a poner en riesgo su vida, sino que se han dado cuenta de que las cosas están empezando a cambiar: no solo ellos, sino también su amistad. Y esto es algo que les aterra. Pensar que ya no puedan hacer todo juntos porque cada uno tiene sus propios intereses y empezará a trazar su propio camino.

Chicos buenos es una comedia atrevida, pero a la vez sentimental que habla sobre el paso hacia la adolescencia y de la amistad. Sigue un ritmo bastante ágil, para ello hace uso de chistes que, si bien hicieron gracia durante los primeros minutos del largometraje, después se hace repetitivo y puede llegar a resultar agotador. Está claro que esta película no posee un humor para todos los públicos, pero también es cierto que no se puede sostener con un chiste que, aunque dicho de distintas formas, es el mismo durante 85 minutos.

Lo mejor: Jacob Tremblay, Keith L. Williams y Brady Noon consiguen hacernos sacar una sonrisa incluso en los momentos más incómodos.

Lo peor: la repetición continua de los mismos chistes, algunos de mal gusto, puede resultar agotador.

Nota: 6/10