Título original: Annette
Año: 2021
Género: Musical, Drama
País: Francia
Director: Leos Carax
Guion: Ron Mael, Russell Mael
Fotografía: Caroline Champetier
Montaje: Nelly Quettier
Música: Ron Mael, Russell Mael
Reparto: Adam Driver, Marion Cotillard, Simon Helberg, Devyn McDowell, Angèle Van Laeken, Natalia Lafourcade, Ron Mael, Russell Mael, Leos Carax, Nastya Golubeva Carax
Producción: Eurospace, Detailfilm, ARTE France Cinéma, CG Cinéma, Garidi FIlms, Théo Films, Tribus P Films, UGC, SCOPE Pictures, Wrong Men, Piano
Distribuidora: Elástica Films, Filmin
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Poco antes de separarse, durante la presentación de Corazón salvaje en el Festival de Cannes en 1990 (película que terminaría llevándose la Palma de Oro ese año en el certamen francés), David Lynch y su por entonces pareja Isabella Rossellini aparecieron cariñosos en la alfombra roja. El director estadounidense no acostumbraba a las muestras de afecto en público, y Rossellini leyó esto como prueba de que estaba dispuesto a comprometerse más seriamente con ella. Poco tiempo después, Lynch terminó con su relación, por teléfono.
Esta muestra de afecto que se incrementa justo antes del fin de una relación no es un caso aislado: un miembro de la pareja se siente culpable, y decide suavizar el golpe de la eventual ruptura con una atención especial durante los últimos momentos de noviazgo. Escuché esta historia en un podcast de camino a ver Annette, la última película del enfant terrible del cine francés, Leos Carax, que se presentó en el último Cannes, donde el director de Holy Motors y Mala Sangre se alzó con el galardón al mejor director.
Por esto mismo, cuando en Annette, después de un hipnotizante monólogo… ¿cómico? que ocupa buena parte de la primera hora de película, y Henry McHenry (Adam Driver) va al encuentro de su pareja, la soprano Ann Defrasnoux (Marion Cotillard) y convierten el encuentro en un show para las cámaras, uno empieza a sospechar. Más aún cuando, un par de escenas después, la pareja entona ese envenenadísimo We love each other so much, una de las composiciones más destacables de la banda sonora de los hermanos Ron y Russell Mael (el dúo musical Sparks, que escribió el guion de la película).
La repetición de ese canto de amor vertebra en cierta forma este musical, una ópera-rock sobre la masculinidad tóxica, la paternidad y que es mucho menos complejo y profundo de lo que podría esperarse en primera instancia de un director como Carax. Sin embargo, el autor de Los amantes de Pont-Neuf va siempre un paso por delante de su audiencia, a veces hasta un puto casi desagradable: el artificio en Annette es tan obvio, tan palpable, una exposición tan directa de sus temas, que parece que Carax se ríe de su público, lo mira por encima.
Esto sería perfectamente creíble si Annette no fuese una película tras la que es imposible esconderse; es cierto que se puede ver todo lo que ocurre en ella, pero también lo que hay detrás. La escena que cierra la película, una conversación-canción entre Henry y Annette (Devyn McDowell), es un Carax desnudo explicitando sus demonios a través de esa espectacular Sympathy for the Abyss de los Sparks, una canción realmente emotiva, pero también un ejercicio sonoro y visual de empatía que pone un punto y final a la película de forma magistral.
Pero el camino hasta ahí ha sido duro, porque Annette es una película agotadora. Como el barco en que Driver y Cotillard bailan y cantan tratando de solucionar los problemas de sus personajes, los espectadores se verán envueltos en el vaivén del guion de los Mael y la dirección de Carax, en una película repleta de decisiones atrevidas encerradas en una historia conservadora y manida: el mismo bombón de siempre, ahora dentro de una caja de música espectacular.
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Lo mejor: la teatralidad con la que Carax busca soluciones creativas a la convencionalidad de su guion.
Lo peor: el formato musical puede resultar cargante para algunos espectadores.
Nota: 9/10
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