Título original: Conclave
Año: 2024
Género: Thriller. Drama. Intriga.
Duración: 118 minutos
País: Reino Unido
Dirección: Peter Berger
Guion: Peter Straughan (Novela: Robert Harris)
Reparto: Ralph Fiennes, John Lithgow, Stanley Tucci e Isabella Rossellini.
Fotografía: Stéphane Fontaine.
Música: Volker Bertelmann.
Compañías: Access Entertainment, Filmnation Entertainment, House Productions, Indian Paintbrush, Wildside
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Desde hace algún tiempo, dentro del mundo audiovisual, se ha ido usando cada vez más el término “cine del que ya no se hace” para referirse a películas de presupuesto medio, con un reparto de veteranos de la actuación, las cuales van enfocadas a un target que oscila de los 50 años para arriba.
Dejando de lado de si este concepto tiene sentido o no, lo que está claro es que Cónclave es, como se dice ahora, una “película de las que ya no se hacen”.
Tras la muerte del Papa, los líderes más poderosos de la Iglesia Católica se reúnen en los salones del Vaticano para votar quien será el próximo Sumo Pontífice. A priori, no parece una película muy atrayente, ¿verdad? Pues todo lo contrario, es un thriller político maravilloso, ahí está el poder de Cónclave.
La nueva cinta de Edward Berger coge esta premisa y decide jugar con ella. La cinta plantea al espectador la misma pregunta que a los protagonistas ¿Quién debe ser el próximo Papa?, y aquí tenemos la mejor parte de la película: el análisis y reflexión de las distintas ramas de pensamiento dentro de la Iglesia Católica.
Uno que no sea un estudioso de la religión o que simplemente no tenga un interés en ella, puede pensar que todos los cardenales, curas y sacerdotes son iguales; pero dentro del mundo de la fe hay distintas vías de pensamiento.
Hay el grupo de cardenales más conservadores, otros más liberales, unos más egoístas, también más altruistas, los que discriminan, los que son más igualitarios, …
La película decide representar los distintos bandos de la Iglesia para que el espectador sea consciente de sus virtudes y defectos y pueda tomar partido. Esta parte es maravillosa, porque mientras los propios cardinales reflexionan sobre quien debe ser el próximo Papa, el mismo espectador lo está haciendo.
Estos momentos de diálogos y reflexiones llegan a recordar a la gran 12 hombres sin piedad. En la cinta de Lumet, doce miembros de un jurado debían juzgar a un adolescente acusado de haber matado a su padre. Todos ellos estaban convencidos de la culpabilidad del acusado, menos uno (Henry Fonda). Este intenta con sus razonamientos introducir en el debate una duda razonable que haga recapacitar a sus compañeros para que cambien el sentido de su voto.
En Cónclave, Ralph Fiennes es Henry Fonda. Él es el clérigo con cabeza, el que no aprovecha la situación para beneficiarse. El que intentará a través de la palabra conseguir que se alce con la victoria aquel que más se lo merece.
Pero a su vez, la película no solo nos habla de todo esto, sino que dentro de este enredo hay una segunda trama, una investigación.
Si para hablar de Cónclave antes se ha mencionado a 12 hombres sin piedad, para este segundo aspecto de la cinta se la podría comparar con Sospechosos Habituales. En esta investigación que realiza el cardenal Lawrence (Fiennes), nadie es quien parece, muchas situaciones que se viven tienen una explicación que no es la que uno puede llegar a pensar, …
Probablemente esta parte de la cinta es la menos buena, que no por ello mala. Si esto es así es debido a que esta faceta de la historia se desarrolla a base de giros. Y si bien es cierto que al principio estos giros son muy divertidos y sorprendentes, a medida que la cinta va avanzando empiezan a ser demasiados y alguno de ellos exagerados.
Justo por eso, cuando el final de la cinta se resuelve todo el entramado, el espectador ya llega cansado a ello. Sí, se disfruta igual, y sí, el viaje hasta la meta ha sido satisfactorio; pero también uno se pregunta si no podría haber sido menos rebuscado y repetitivo.
En cualquier caso, funcione más una parte de la película u otra, hay que recalcar que la cinta cuenta con un apartado actoral y técnico maravilloso.
La milimétrica dirección de Berger, sumada a la preciosa fotografía de Stéphane Fontaine, hacen que cada imagen parezca sacada de un cuadro. La banda sonora de Volker Bertelmann también es todo un acierto, consigue que las escenas de tensión estén a un nivel superior.
Ahora, nada de todo ello tendría sentido sin sus cuatro protagonistas. Ralph Fiennes, John Lithgow, Stanley Tucci e Isabella Rossellini. 4 veteranos de la industria que, cuando parecía que no podían sorprendernos más, siguen demostrando porque han sido, son y serán los titanes de la interpretación que conocemos.