Finalizada la reciente temporada de Daredevil: Born Again producida por Disney Plus, no puedo evitar compartir con el lector mis reflexiones del camino a seguir por la casa de las ideas, Marvel, la cual no ha tenido un buen sendero en sus últimas producciones.
La serie sobre el personaje interpretado por Charlie Cox ya fue todo un éxito en Netflix allá por 2015. Diez años después Disney ha querido rescatarlo para renacer no solo a Matt Murdock y compañía sino, sino también a Marvel y su fracaso en el multiverso y otras ideas que no han calado en un público, el cual desconectó del UCM desde que Tony Stark y Los Vengadores dijeron adiós.
Había mucha expectativa con este «renacer», y se han cumplido, pero solo en algunos capítulos de la serie. Es bien sabido que esta temporada fue cancelada y que en su rescate tuvieron que hacer magia en el montaje para incorporar escenas nuevas, eliminar viejas y también dejar vivas algunas que podrían cuajar en la historia.
Este puzle se nota en la serie. Hay capítulos que parecen de relleno. De hecho, prácticamente toda la serie parece de relleno, salvo tres capítulos que mejoran por completo este nuevo camino que emprende Daredevil en el Universo Cinematográfico de Marvel. Los episodios a los que hago referencia son; Episodio 1 Media hora en el cielo, Episodio 8 La isla de la alegría y episodio 9 Directo al infierno, casualmente dirigidos por los mismos artífices: Justin Benson y Aaron Moorhead.

Los directores mencionados entendieron la esencia de la serie de Netflix manteniendo la oscuridad y crudeza del contexto en el que se mueve Daredevil, Wilson Fisk (Vicent D’Onofrio), The Punisher (Jon Bernthal), Karen Page (Deborah Ann Wolll), Vanessa (Ayelet Zurer), Bullseye (Wilson Bethel) y el resto de personajes.
A nivel técnico, estos episodios entienden la metáfora del color y el simbolismo de los planos para comprender lo que sienten los personajes. Al mismo tiempo, el espectador sea fan o no, entiende la riqueza de las intenciones de los personajes a nivel visual. Cómo está dispuesta la cámara es esencial para meternos de lleno en este universo, respetar lo que ya hicieron en 2015 y dar la bienvenida a la nueva Marvel, la cual debe despegarse del tono blanco marvelita y atreverse a estas narrativas que, en ocasiones, rozan lo moralmente incorrecto y el gore.
En estos capítulos todo funciona, se arreglan tramas que habían quedado un poco en el aire y vuelven los diálogos con peso en la historia. También, el carisma de personajes que se diluyeron en el resto de la temporada regresa con escenas potentes que no escatima en crudeza y emoción. El comienzo y el final de esta temporada es lo que mantiene la esperanza para un nuevo camino que necesita Marvel, el camino de las historias más oscuras, donde se cuestione constantemente las acciones de los personajes, tanto de héroes como de villanos.
El guión es coherente en estos episodios, haciendo que empaticemos con villanos carismáticos y que ponen en duda el sistema judicial y político tanto en la ficción como en la realidad. Un sistema estadounidense que puede valer para cualquier país. Este compromiso social de la serie plasmado con crudeza y oscuridad, es la línea a seguir.
Esa línea tan difusa, tan gris, es lo que convierte interesante a este personaje y su universo, el cual abre la puerta al resto de superhéroes del UCM. Confirmada ya una segunda temporada y dada la naturaleza del final del último capítulo, no estaría mal que personajes del Universo Marvel busquen una segunda vida, un renacer, un Born Again.