Agostino Ferrente durante el coloquio posterior a la proyección. Fotografía de Andrea Comas.

Agostino Ferrente: «El fascismo no es una opinión, es un delito»

Durante el transcurso de DocumentaMadrid 2019 entrevistamos a Agostino Ferrente, director de una de sus propuestas más brillantes, rodada por sus protagonistas con la cámara interna de sus teléfonos.
Agostino Ferrente durante el coloquio posterior a la proyección. Fotografía de Andrea Comas.

En Selfie, Agostino Ferrente nos presenta a Alessandro y Pietro, dos jóvenes de 16 años que malviven en el distrito napolitano de Traiano. Graban su día a día con la cámara interior de sus móviles y con ello nos muestran, cara a cara, como son sus vidas. Esta película fue una de las participantes de la Sección Internacional de Largometrajes de DocumentaMadrid 2019.

Han pasado cinco años desde el asesinato de Davide Bifolco por parte de un carabinieri (una de las fuerzas policiales italianas), pero su muerte sigue pesando. Davide tenía entonces la misma edad que Alessandro y Pietro cuando se rodó el documental, y su futuro no parece más halagüeño que el de Davide.

En esa jungla de asfalto, los protagonistas tratan de evitar ser tragados por ese sistema que fuerza a los chicos de su edad y clase social a elegir entre vivir en la precariedad más absoluta o ir entrando en los escalones más bajos de la mafia. Durante el transcurso del festival, pudimos entrevistar a su director y que nos contara más sobre la película.

Pregunta: ¿Cuándo y por qué decidiste empezar a hacer cine?
Respuesta: [tras reírse] Cuando era niño, cuando era niño.

P: ¿Cuáles han sido los cineastas que más te han influido?

R: Vengo de una situación muy difícil en el barrio, y el cine suponía una fuga de la realidad. La imaginación era un mecanismo de fuga.

Respecto a los cineastas que me han influido, muchísimos… No diría uno en particular, todos los que me han influido son muy distintos entre sí. De Pasolini a Elio Petri, Pietro Germi, más Germi que Petri. A mí me gusta mucho el melodrama, me emociona lo melodramático, lo patético.

Pero la historia del cine es tan vasta que es difícil elegir. “En Italia comen cine”. Cuando era pequeño Pinocho era una cosa preciosa, me gusta mucho el cine desde pequeño.

P: ¿Cómo surgió el concepto de Selfie?

R: Ha sido una reacción al exceso de historias sobre Nápoles, y por eso he querido hacer una película sobre los “ojos”. En lugar de ver lo que ven los ojos, he querido encuadrar los ojos que ven. Es una película hecha desde el punto de vista de los chicos protagonistas.

Fotograma de Selfie. A la izquierda, Pietro. A la derecha, Alessandro.

P: ¿Cómo fue el proceso de edición de esta película?

R: Hubieron tres fases.

La primera, durante el rodaje, la hice en un garaje en el que tenía un pequeño estudio de edición para ver lo que estaban grabando. Todo empezó como un experimento.

Así podía ver si algunas cosas no funcionaban, si había que hacer nuevas tomas… Ha sido una fase muy importante y muy útil. Gracias a este premontaje sabía en qué dirección ir en las nuevas tomas.

Luego, en París, fuimos al estudio de montaje. Montamos la parte más sustanciosa de la película, y cerramos la edición en Italia. En esta tercera fase teníamos delante el esqueleto del film, y añadimos pequeños pick ups, recursos y pequeñas modificaciones.

P: ¿Cómo fue trabajar con estos chicos?

R: Fue hermoso porque a ellos realmente no les interesaba nada el cine. Una semana desaparecían y no tenía forma de encontrarlos, eran muy difíciles de controlar. No eran actores profesionales, no tenían un contrato… Por lo tanto estaba a su merced.

Esto me creaba frustación e impotencia, pero cuando estaban, realmente estaban motivados, tenían ganas de hacerlo.

P: En cuanto al aspecto formal, ¿por qué utilizar, aparte de las cámaras del móvil, las cámaras de vigilancia de Nápoles?

R: Nació como referencia a las imágenes de la muerte de Davide Bifolco, cuando disparó el policía. Estas imágenes frías, una especie de gran hermano que nos vigila a todos sin intervenir, dan la impresión de a cualquier muchacho que es captado por esas cámaras le puede suceder lo mismo. Dan la sensación de que todo lo que sucede es inevitable. La imagen es inamovible, externa, el punto de vista de Nápoles.

Hay cierta predestinación en ese contraste entre la imagen anoréxica del selfie, muy estrecha y la imagen bulímica de las cámaras de vigilancia. El selfie es el punto de vista de los muchachos y la cámara de vigilancia es el punto de la vista de la ciudad. Y en ambos casos he abolido el puesto de director de fotografía. [ríe] He abolido la técnica de intervención.

Grafiti dedicado a Davide Bifolco en Nápoles. Reza lo siguiente: «Davide Vive».

P: Para los lectores que no hayan visto la película, ¿podrías explicarnos la historia de Davide Bifolco?

R: En septiembre de 2014, un coche patrulla de los carabinieri estaba persiguiendo a una motocicleta en la que iban dos jóvenes sin casco. Davide iba de pasajero, y en un momento dado, el coche de los carabinieri golpeó a la moto, tirándola. El otro joven huyó, Davide cayó a tierra y uno de los carabinieri disparó.

El caribinieri afirmó que la pistola se disparó accidentalmente durante un forcejeo, lo cual está desmentido. No corresponde ni a los testimonios ni a las pruebas periciales, que indican que el disparo sale del coche antes de que el carabinieri acceda a Davide. Lo que indican las pruebas es que fue un disparo desde el coche.

Se “encontró” una pistola al lado del cadáver de Davide y el carabinieri que disparó decía que Davide tenía una pistola y que tuvo que disparar en legítima defensa. Lo que sucedió es que en esa pistola, que supuestamente pertenecía a Davide, se han encontrado las huellas dactilares del compañero de patrulla del carabinieri. Surge la sospecha de que esa pistola fue colocada después para contaminar las pruebas.

Cuando hay un cadáver se acordona la zona del delito y tiene que llegar la policía científica. No fue así en este caso, la patrulla dejó que llegara la ambulancia y les obligó a llevarse el cadáver de Davide, aún estando muerto. Así podían argumentar que había muerto durante el trayecto al hospital.

Además, la ley italiana dice que cuando una persona muere a manos de un miembro de un cuerpo de policía, las investigaciones correspondientes deben hacerlas otro cuerpo de policía. En Italia hay varios cuerpos de policía; los carabinieri, la Polizia di Stato, la Guardia di Finanza, etc… En este caso, al ser los carabinieri, la investigación debería haber sido llevada a cabo por otro de estos cuerpos. Sin embargo, los propios carabinieri llevaron a cabo la investigación y se auto-absolvieron.

Este carabinieri recibió una condena, en primera instancia, de cuatro años. Tras recurrirla, se la redujeron a dos. Como no tenía antecedentes penales no cumplió la pena y sigue ejerciendo como carabinieri y llevando una pistola. El hermano de Davide, que nunca llegó a levantar cabeza tras la muerte de Davide, sufrió un infarto al conocer la noticia.

La condena fue reducida porque el juez estimaba que el homicidio fue involuntario. Que no había una voluntad de acabar con la vida del joven, mientras que la familia dice que fue plenamente intencionado y por lo tanto, asesinato.

Es una cosa triste. Como dice la familia, a Davide le han matado dos veces, incluso tres, con esta condena. La primera vez cuando le quitaron la vida. La segunda cuando la prensa ha dicho “han matado a un camorrista” y la opinión pública dice “bueno, un camorrista menos”. La tercera cuando se dicta esta sentencia suspendiendo la pena.

El director Agostino Ferrente tras la proyección de Selfie. Fotografía de Andrea Comas.

P: Te quería preguntar, también, por tu relación con Nápoles.

R:  De amor, pero también de gran sufrimiento.

P: ¿Por qué ese sufrimiento?

R: Porque hay flores bellísimas que corren el riesgo de marchitarse. Las personas se ven empujadas a tener un comportamiento que podríamos llamar «borderline». Se obliga a las personas a tener una actitud de buscarse la vida, de arreglarse como sea.

Por ejemplo, tú empiezas vendiendo cigarrillos de adolescente. Ya sabes que estás vulnerando la ley, pero no sabes que por encima de ti hay una estructura de la que ya eres víctima. Es algo que conviene a todos, el pueblo se ve obligado a buscarse la vida de esas maneras y por lo tanto genera una desconfianza en el prójimo.

P: ¿Por qué has decidido hacer un documental con esta carga política?

R: Yo lo considero más como una denuncia. Para poder ser eficaz, no debía ir al contenido central, porque así sólo apelas a los convencidos y no cambias las cosas. Es como ir al Bernabeu y decir “¡Hala Madrid!”, eso es redundante y banal. Es mejor ir al Camp Nou a decir “¡Hala Madrid!”.

La idea era mostrar el expediente de la policía de forma que llegue a personas que de lo contrario no verían la película. Si el mensaje claro y central, explícito es “policías hijos de puta”, pues… La gente no va a ver la película ni se va a convencer.

De niño me contaron una historia, que tal vez sea útil como metáfora: Era una apuesta entre el Sol y el Viento. Un reto por ver cuál de los dos conseguía quitarle el abrigo a una persona. El Viento pensó “está chupado”, y utilizó toda su violencia sobre un campesino. Por el contrario, el campesino se abrigó más, por lo que Viento perdió la apuesta. El Sol resplandeció y el campesino, sofocado, se quitó el abrigo. La poesía tendría esta función, de realizar la denuncia de una manera dulce, no de una manera violenta.

P: Al tratar el tema del carabinieri matando a Davide, ¿ha habido algún problema con los carabinieri a la hora de realizar o distribuir la película, o de censura?

R: La censura también ha entendido que no hay que ser violentos, sino que hay que ser sutiles. Si prohibieran la película, le darían muchísima publicidad.

No evitan la proyección del film, sino que, por ejemplo, los periódicos filo-gubernamentales se limitan a no hablar de él, o si lo hacen lo relativizan diciendo que el homicidio fue involuntario, etc… Máxime cuando estos periódicos filo-gubernamentales apoyan a un gobierno que es un gobierno fascista. Pero no metafóricamente fascista, sino que declara que el fascismo debe volver. La constitución del 48 es explícitamente antifascista. Por lo tanto, estamos ante un gobierno anticonstitucional.

Hace poco, el gobierno dijo que libros o películas fascistas no han de ser prohibidos escudándose en la libertad de opinión. De tal manera que si tú vas, por ejemplo, a la librería a protestar y decir “¡Este libro no puede venderse!” te replican que eres tú un fascista que viene a reprimir la libertad de expresión.

El fascismo no es una opinión, es un delito.

Os dejamos con esas palabras de Agostino Ferrente y el trailer del documental.