El otro día estaba con unos amigos y un objetivo muy claro: ver una peli pachanguera. El término peli pachanguera merece un artículo por sí mismo, pero dejémoslo, para que nos entendamos, en una de esas pelis entretenidas que no dañan a la vista y que tampoco le piden mucho al cerebro. No acabábamos de decidirnos, hasta que apareció en una de nuestras plataformas de Streaming el cartel de ‘The Cabin in the Woods’.
Yo ya la había visto, pero era el único. La recordaba bien e incluso con un girito interesante, así que no me importó volver a verla. Así que nos pusimos cómodos y le dimos al Play. Y a partir de aquí tú también deberías hacerlo si no quieres tragarte spoilers ricos, ricos, y con fundamento.
Lo primero que me chocó de lo que recordaba (la vi el año del estreno) es que el girito no era tal. Vamos, que desde el principio de la peli se veía bien claro lo que era: un slasher monitorizado por unos «funcionarios» cuyo objetivo no queda muy claro hasta mitad de la película.
El resto ya lo sabemos, y si no, no sé por qué sigues leyendo: al final todo resultaba en una especie de rutina protocolaria por la que a unos Dioses Antiguos se les debía obsequiar con un sacrificio humano para que no la liaran muy parda con nuestra raza. Y siempre con ciertas condiciones (de ahí la razón de existencia de esta especie de ‘Show de Truman’).
Efectivamente, la peli era pachanguera. Divertida y entretenida, con buenos gags, referencias a tutiplén y un sentido del ritmo muy acertado. La podríamos haber puesto otra vez justo al acabar y no hubiera pasado nada. Es de esas pelis que se pueden ver varias veces sin que la quites a mitad.
Para mí era la segunda, y en esta segunda me dí cuenta de algo que no había visto en la primera y que da nombre al bonito clickbait que este artículo tiene por título: La película se estaba riéndo de mí. En mi cara. Resulta que la peli no era tan pachanguera, sí que tenía un mensaje profundo y sí que hacía pensar. Y vaya si lo hacía.
Porque me dí cuenta que la película tenía una metáfora que ríete tú de ‘Madre!’ (de la peli, no de la mujer que te dio a luz). Resulta que no solo era un entretenido producto para el disfrute de la audiencia: era una crítica a la audiencia. Resulta que no solo era un bonito homenaje al género: era una crítica al género. O más bien, a quienes lo hacen.
Admito que me quedé un poco catacroquer, si es que esta palabra existe y me da un poco igual porque suena de maravilla. ¿Cómo? ¿Que todo lo que había estado viendo me estaba criticando? ¿A mí? ¿Consumidor del género? ¡Qué cabrones!
Pues sí, resulta que si te paras a pensar, Los Antiguos ya no son dioses paganos a los que hay que contentar con sangre de virgen, sino la audiencia. Los protagonistas no son personas, sino clichés con patas (aunque en ese caso ya se toma las molestias la propia peli de aclararlo) y resulta que esos funcionarios no eran personajes de una película, sino los propios escritores y productores que se encuentran detrás de ella. ¿Quién lo iba a decir? Los que deciden qué les pasa a los personajes. ¡Qué locura!
Y es que The Cabin in the Woods es tremendamente cruda en su mensaje: Si no le das al público lo que pide, este te aplastará con su ira. Una ira incontrolable, apocalíptica, traducida a nuestro lenguaje en ostiazo en taquilla o en la más feroz de las críticas. Y es que la película nos está llamando conformistas, simples, conservadores: Queremos siempre lo mismo. Y lo queremos de la misma forma. Estamos matando la originalidad, y lo estamos haciendo a golpe de talonario.
Queremos sexo, que se vea, bien iluminado. ¡Tetas! Ese plano en el bosque, con los funcionarios alimentando la libido de los personajes y subiendo la iluminación es un canteo que no se molesta en esconderse. Y cuando ya hay tetas, lo siguiente es sangre. Mucha sangre. Cuanto más visceral mejor, cuanto más truculenta mejor. El gore mueve masas.
No queremos que los personajes escapen, no queremos que el nerd muera de los primeros, no queremos perder a la chica inocente hasta el final. Hasta aceptamos que acabe viva. Pero…¡ay si nos cambian la fórmula! Ay si se atreven a hacer algo atrevido fuera de lo convencional. ¡Ay si se atreven a sorprendernos!
Es normal, todos recordamos la primera vez que vimos una peli Dogma. ¿Qué era eso? Era intragable, estaba mal hecho. Nos habían sacado de nuestra zona de confort. Y no nos gusta estar fuera de nuestra zona de confort. Ni a los productores les gusta perder dinero. Y si nos alejamos de las pantallas, ellos pierden dinero.
Sí, los guionistas/productores son unos cobardes y la audiencia es una conformista que los tiene cogidos por los huevos y ovarios. La fórmula funciona. La rueda sigue girando. Y cualquier intento por pararla se castiga.
Todas las pelis homenajeadas en ‘The Cabin in the Woods’ han quedado sepultadas entre copias y copias de copias. Entre segundas y terceras partes. Entre cuartas y quintas. Entre el y yo más y el y tú menos.
‘The Cabin in the Woods’ podrá gustar más o menos. Pero es una cosa distinta. Es un slasher que juega a otra cosa. Y no la hemos castigado por ello, porque lo ha hecho con la misma fórmula. Al final todos los personajes han recibido su merecido, nosotros nos hemos quedado satisfechos y la película se ha reído de nosotros en nuestras caras.
Y nos ha gustado.