‘Vivir dos veces’, el buenismo amable y torpe

Título original: Vivir dos veces

Año: 2019

País: España

Duración: 101 min

Dirección: María Ripoll

Guion: María Mínguez

Música: Arnau Bataller

Fotografía: Nuria Roldós

Reparto: Oscar Martínez, Inma Cuesta, Nacho López y Mafalda Carbonell

Productora: Alamar Cinema 161, Convoy Films

Género: Comedia/Drama

Ficha en IMDb

Los recuerdos son a menudo todo lo que tenemos. Allí donde fallan las piernas o el espíritu ha sido erosionado por el paso de los años, siempre queda la memoria como último bastión de juventud perenne. Por eso, el alzheimer es sin duda uno de los peores males que el ser humano es susceptible de padecer. Vivir dos veces es un bien intencionado pero ingenuo intento de construir un relato optimista en torno a una realidad incontestablemente terrible. Con un Oscar Martínez que se erige como un poderoso huracán interpretativo y una Inma Cuesta (como siempre) muy correcta, esta cinta es un ejercicio de simplismo y pretendida emotividad que pide a gritos la complicidad del espectador. Una complicidad que solo conseguirá en contados (y breves) pasajes.

El hecho de que esta película rezume buenismo y ganas de agradar (cosa que es de agradecer), no es por desgracia suficiente para disimular la mediocridad de su guion y los torpes intentos fallidos por buscar un tono adecuado. La poca originalidad, la recurrencia al chascarrillo fácil y la incómoda presencia de unos personajes secundarios tediosos se levantan como un muro que impide una y otra vez que la película llegue al nivel de emotividad que pretende. Las escenas de los flashbacks, tienen una estética soñolienta y verdaderamente fea que saca al espectador de la historia. El personaje de Mafalda Carbonell es una amalgama de simplistas tópicos sobre los adolescentes cuyas intervenciones no son, ni de lejos, lo graciosas que se pretenden.

Nacho López, Oscar Martínez, Inma Cuesta y Mafalda Carbonell en una escena de la película.

Sin duda, el mejor tramo de la película son los últimos diez minutos, cuando deja a un lado esa exasperante necesidad de hacer gracia en todo momento y se centra, con un ritmo más pausado, en el drama humano que rodea a los personajes principales. El desenlace parece el único pedazo del filme en el que hay un tono definido, claro y acertado. Un ritmo que, por lo general, es o bien demasiado lento y aburrido o demasiado rápido y precipitado.

No obstante, esta no es una película completamente desdeñable. La poderosísima y grandilocuente interpretación de Oscar Martínez ya es una justificación suficiente para la existencia de esta película. A pesar de mis profundas discrepancias con el modo de ejecución de esta cinta, debo reconocer que, de alguna manera, me alegro de que existan piezas como vivir dos veces que ,torpeza y fallido tono cómico aparte, no es otra cosa que un intento simpático de arrojar algo de amable luz sobre la tragedia de las mentes que se apagan para no volver a encenderse.

Lo mejor: La magistral interpretación de Oscar Martínez

Lo peor: Los intentos fallidos y exasperantes por hacer gracia permanentemente

 Nota: 5/10