Vikings regresa para enfriarnos el caluroso invierno

Vikings regresa el próximo febrero y nos adelanta su cuarta temporada con un trailer que enfría nuestro veraniego invierno con un Bjorn Lothbrok renaciendo del hielo de los fiordos.

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Tiene pinta de que calor no hace, pero parece totalmente necesario enseñar cacha.

Vikings, el buque insignia del canal Historia, vuelve en febrero con más luchas sangrientas como las de arriba (bueno, ahora más espectaculares, que tienen presupuesto), con más traiciones familiares, más amores apasionados (o desapasionados, según se quiera mirar), pero sobre todo con más fe. Fe en los antiguos dioses o en el nuevo. Me he propuesto no soltar spoilers así que no os voy a contar cuáles fueron las circunstancias  que llevaron a Ragnar Lothbrok (protagonista indiscutible de la serie) a dudar de su fe en los dioses de la religión nórdica y a desear abrazar la religión monoteísta de los pueblos del oeste.  En la última temporada, nuestros vikingos favoritos llegaron a las mismísimas puertas de París, patria de Carlomagno. Un final de temporada que  nos deja a la espera de una cuarta entrega en la que las dos culturas, la cristiana y la nórdica, choquen definitivamente.

«¿Eso es lo más interesante?», preguntaréis. Sí, puede que no parezca del todo atractivo, pero es que  que muchos espectadores nos hemos olvidado de cómo era Vikings en sus orígenes. La trama era mínima, aunque con unos personajes que pedían protagonismo y que lo han tomado por la fuerza.  Toda la historia estaba enfocada a mostrar una cultura que nos era desconocida. ¿O no? ¿Alguien sabía mucho sobre vikingos antes de esta serie? Que levante la mano, por favor. Y decir «yo veía Viki el Vikingo» no me vale. Lo que quiero decir es que me gustaría que ,tras los nudos argumentales que los guionistas se han visto obligados a crear para que la ficción pudiese seguir avanzando, recordemos que el canal Historia tiene una misión didáctica, se dedica a emitir documentales la mayor parte del tiempo y la otra la dedica a intentar mostrar de una manera más atractiva, mediante ficciones, aspectos interesantes de la historia. Y esa es la función de Vikings, sigue estando ahí, tras los líos de faldas, las peleas cada vez más espectaculares y los efectos cada vez más logrados.

¿Por qué no me puedo encontrar a Odín por la calle?

¿Nunca os habéis planteado que el cristianismo no ha estado siempre ahí? ¿Os habéis planteado que las circunstancias de la historia podrían haber provocado que en vez de pasear al Cristo de los Faroles se paseara al Odín de los Vagabundos? Vale, sí, le diré al médico que me baje la dosis de Frenadol. La cosa es que tengo unas ganas locas de pasar al siguiente paso. Ya me han presentado a los vikingos, he visto lo mejor y lo peor de una cultura, más democrática que la monoteísta cristiana, pero más supersticiosa y más violenta (todo en apariencia y en el momento histórico en el que se desarrolla la trama, Torquemada todavía no había nacido y Inquisición no hacía de las suyas). Recordad el capítulo de las «Alas de sangre», bello y escalofriante a la vez, la muerte más horrible con el mayor de los honores en una cultura regida no solo por el honor, sino por la valentía, valentía ante los designios que los dioses les tienen marcados. La valentía es el pasaporte a la inmortalidad, todo aquel que muera con valentía se codeará con los dioses y cenará en el Valhalla. Es una religión en la que los mortales son dioses, pero en la que los dioses también se pasean entre los mortales. Acordémonos del revuelo que generó Odín la pasada temporada. Aunque, quién sabe, quizás no era Odín y solo era un vagabundo.

Ahora que ya me he empapado de la vida vikinga quiero saber cómo se va a desenvolver fuera de su «zona de confort». Tengo ganas de ver cómo una cultura hermética, que solo entraba en contacto con otros pueblos para saquearlos, reacciona ante el contacto con una forma de afrontar la vida radicalmente diferente a la suya. Y es que, nuestro mundo occidental está tan globalizado que que no hemos experimentado nunca la extrañeza de convivir con una cultura radicalmente a la nuestra (más allá de que en tu casa se cuenten 10 o 20 cuando te comen una ficha en el parchís) y, qué queréis que os diga, soy hija de internet y la curiosidad me puede.